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ENFERMO OFICIAL

La hija de Deng Xiao Ping desata las especulaciones al admitir, en forma insólita para China, que su padre está muy enfermo.

20 de febrero de 1995

EL ESTADO DE SALUD DE Deng Xiaoping era un secreto a voces en el mundo occidental por los rumores, que son los únicos diagnósticos que se aceptan cuando un líder comunista desfallece. Sin embargo, el viernes de la semana pasada, la hija del patriarca de 90 años puso en aprietos al gobierno chino al oficializar las conjeturas en una declaración al diario neoyorquino The New York Times, en la que aseguró que la salud de su padre declina día a día.
Las declaraciones se convirtieron en una rara confirmación de que el fin del patriarca chino está cerca. Algunos reportes indican que el líder no puede escribir; está casi ciego y no puede hablar. Dos de sus hijas son las únicas que pueden interpretar sus palabras.
La consabida respuesta del gobierno chino a semejante ocurrencia de la hija del camarada Deng se produjo cinco días después de la publicación del Times. El Ministerio de Relaciones Exteriores de la República Popular China emitió un comunicado en el que se aseguraba que Deng disfruta en general de una buena salud, considerando que se trata de un hombre de 90 años. La aclaración oficial es sólo una formalidad, pues se sabe que la familia está preparando al pueblo chino para la muerte del camarada Deng, y de allí que el periódico oficial Liberation Daily haya recibido la autorización de publicar una insólita fotografía en la que el dirigente aparece en estado de total decrepitud frente a un espectáculo de fuegos artificiales.
Un analista occidental sugirió que las autoridades intentan evitar una reacción pública y en el mercado de valores, dada la alta probabilidad de que el dirigente no aparezca en las celebraciones del año nuevo chino, a finales de este mes. Pero, en todo caso, el anuncio de Xiao Rong, de gira por Nueva York para presentar su libro Mi padre Deng Xiaoping, provocó convulsiones en las bolsas asiáticas, pues muchos coinciden en que a este hombre no lo reemplaza nadie y que cualquiera que tome las riendas tendrá que hacerlo bajo su sombra póstuma para evitar un descalabro político y el caos social.
"Deng es probablemente el último chino en tener esa autoridad política ilimitada y personalizada", dijo a Time Andre Natham, profesor de ciencia política de Columbia University. "No veo a nadie que tenga esa autoridad ".
Deng representa para China la simbiosis de tendencias aparentemente irreconciliables de un país que se abre al mercado libre al ritmo de la férrea doctrina comunista. Aunque no tiene ningún cargo en el partido, su poder e influencia se comparan con las de Mao Tse Tung, y se derivan de haber conocido por dentro el dragón del inescrutable gobierno chino, pues fue dos veces purgado ( 1967 y 1976) y dos veces rehabilitado (1973 y 1977) hasta convertirse en vicepresidente del partido comunista chino.
Como en la cúpula no existe ningún líder con su ascendencia y poder de convocatoria, lo más seguro es que -a diferencia de los apuros presentados cuando murió Mao Zedong- Deng Xiaoping sea reemplazado sin aparentes tensiones por un gobierno colectivo de transición compuesto por allegados al presidente Jiang Zemin. La misión primordial de este gobierno será la de dar una convincente imagen de unidad y calma para poder manejar con serenidad las secuelas de la explosión económica de China: ingresos desbalanceados, quiebras de empresas estatales y el surgimiento del crimen y la corrupción.