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El izquierdista Rafael Correa confía en derrotar al candidato de las oligarquías, como llama a su contendor. Y lo acusa de serr un explotador de niños en sus haciendas bananeras

Ecuador

Entre la corrupción y la ilusión

En la recta final, los candidatos apuran sus campañas en una dura guerra sucia, pero sin verdaderas propuestas

18 de noviembre de 2006

En una semana Ecuador deberá decidir entre la derecha tradicionalista y la nueva izquierda, en un escenario que más parece una pelea callejera.

En el país más inestable de Latinoamérica -con siete mandatarios en menos de una década, la mayoría de ellos derrocados-, el deterioro político es enorme.

Para completar, el país acaba de ser catalogado por Transparencia Internacional como uno de los más corruptos del continente, junto con Venezuela y Haití.

En este panorama, donde todo el mundo sostiene que los policías y los políticos son ladrones y que las "exhaustivas investigaciones" terminan en nada, los dos candidatos presidenciales, Álvaro Noboa y Rafael Correa, apuran sus campañas con duras recriminaciones y escasas propuestas.

Y el tono sube. El izquierdista Rafael Correa compara a su rival con el ex dictador Anastasio Somoza y asegura que de llegar Noboa al poder, "tendremos otra Nicaragua con Somoza, pero en Ecuador", además de calificarlo de "oligarca corrupto y engreído". Noboa, por su parte, no se cansa de sostener que "las Farc, Fidel Castro y Hugo Chávez financian la campaña del comunista Correa".

Mientras tanto, desde Venezuela el presidente Hugo Chávez decidió intervenir y llamó a Noboa "explotador de niños" y "fundamentalista de extrema derecha", críticas que el gobierno ecuatoriano consideró como una "intromisión inaceptable".

Correa, consciente de que el apoyo de Chávez ha sido fatal en contiendas como las de México y Perú, rechazó "por inoportunas", las declaraciones de Chávez, y aclaró que no va a repudiar su amistad con el mandatario venezolano, pero tampoco le permitirá que se involucre en la política ecuatoriana.

No obstante, el candidato sostuvo a SEMANA que "es evidente, y todo el mundo lo sabe, que este señor (Noboa) es un explotador laboral". Noboa ha negado esas acusaciones, pero diversos sectores sostienen que hay varios informes, entre ellos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que han acusado al magnate bananero de emplear mano de obra infantil, no pagar el precio oficial de la fruta y despedir a los trabajadores sindicalizados.

Es de anotar que el multimillonario ha advertido que de ganar, romperá relaciones con La Habana y Caracas. "Lo que menos deseo es que Ecuador caiga en manos del 'coronel' Correa, que es sólo un títere de Chávez y Fidel Castro", dijo Noboa a SEMANA.

Correa se desempeñó como ministro de Economía del actual gobierno, cargo en el que sólo duró 106 días, pero que fue un tiempo suficiente para marcar distancias con organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Noboa, por su parte, dirigió la Junta Monetaria durante el gobierno de Abdalá Bucaram, pero su paso por allí no tuvo mayor repercusión.

A la polarización clasista de ambos candidatos, Noboa como el hombre más rico de Ecuador, y Correa como profesional de clase media, se añade la posición de las agrupaciones políticas. Noboa ha recibido el respaldo de los partidos tradicionales como el Partido Roldosista Ecuatoriano (PRE) del exiliado ex presidente Bucaram, los socialcristianos liderados por el ex mandatario León Febres Cordero, y Sociedad Patriótica del defenestrado Lucio Gutiérrez.

Por su lado, los partidos Pachakutik (que agrupa a la población indígena), Popular Democrático, Socialista, Izquierda Democrática, la Coordinadora Nacional Campesina y otras organizaciones sociales y sindicales, anunciaron el apoyo a Correa.

Para los analistas, un factor gravitante para disputar nuevamente la Presidencia es su abultada e ilimitada chequera, junto a su estrategia electoral pródiga en promesas, reparto de sillas de ruedas, computadores y dinero en efectivo.

En sus mítines, levantando una Biblia de Jerusalén en su mano derecha, asegura que es el "enviado de Dios para salvar a los pobres de mi patria" y luego coloca sus manos sobre la cabeza de algún enfermo para rezar el Padrenuestro y pedir por su sanación. Lleva siempre un crucifijo, al que besa mientras se arrodilla ante la gente.

Su principal argumento es que construirá 300.000 casas en menos de un año, algo que sus detractores consideran imposible.

De otro lado, Correa ha denunciado que en este proceso electoral se ha intentado hacer fraude, que Noboa está ofreciendo dinero a cambio de votos y que se han cometido serias irregularidades. Pero Correa ha logrado convertirse en un candidato fuerte, ante todo porque no tiene militancia partidista anterior. El eje de su campaña es el discurso antisistema.

Al cierre de esta edición, algunos sondeos daban un empate técnico y uno de ellos otorgaba una ligera ventaja a Correa, aunque la empresa Consultar, propiedad de Noboa, aseguró que éste tiene 15 puntos por encima. De todos modos, las encuestas en Ecuador tienen una credibilidad casi nula.

En cuanto a las relaciones con Colombia, Noboa ha dicho que admira al presidente Álvaro Uribe, pero que no colaborará en el combate a las Farc y, más bien, reforzará aun más la presencia militar en la frontera. Correa sostiene que rechaza las políticas militaristas de Uribe, que no intervendrá en el conflicto colombiano y, más bien, podría ayudar a una mediación para la solución del mismo, si es el caso. Añade que no renovará el acuerdo sobre la base de Manta que vence en 2009, "porque no se puede tolerar la presencia de tropas extranjeras".

También ha insistido en que no considera terroristas a las Farc, porque ello equivaldría a involucrar a Ecuador en el conflicto colombiano.

Y a propósito de Colombia, es de anotar que si las expresiones de Hugo Chávez levantaron ampolla, la afirmación del presidente Álvaro Uribe de que el miembro del Secretariado de las Farc, Raúl Reyes, se esconde en Ecuador, calentó los motores en esta segunda vuelta y abrió interrogantes sobre las relaciones entre Quito, Bogotá y Washington.

Es decir, se complicaron más las relaciones porque ello implicaba la intervención de la inteligencia colombiana en Ecuador.

El presidente del Congreso Nacional, Wilfrido Lucero, dijo, al respecto, que "hay en cada pronunciamiento un afán de inmiscuir de alguna manera a Ecuador en los problemas internos de Colombia, pues esa es la política que llevan Estados Unidos y el gobierno colombiano".

Y el catedrático de la Universidad Andina Simón Bolívar, Alejandro Moreno, cree que "existe una conexión entre las expresiones del mandatario colombiano sobre la supuesta presencia de Reyes en Ecuador y las acusaciones de Noboa a Correa de comunista".

Unos nueve millones de ciudadanos deberán volver este domingo obligatoriamente a las urnas, pero en las circunstancias, muchos sostienen que el ganador será el voto nulo. Y, mientras tanto, seguirá campante la corrupción, el mal al que a nadie, al parecer, le interesa erradicar por ahora.