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El multimillonario Álvaro Noboa, mencionado por la revista ‘Forbes’ como uno de los mayores ricos de América Latina, rompería con Cuba y Venezuela. Rafael Correa, es un economista con especializaciones en Estados Unidos y Bélgica . Está contra el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y terminaría la base militar gringa de Manta

Ecuador

Entre dos extremos ¿Terremoto político?

Sólo el 26 de noviembre se sabrá quién será el próximo Presidente: si un izquierdista acusado de comunista o un millonario populista disfrazado de televangelista.

21 de octubre de 2006

Los resultados del domingo pasado en Ecuador demostraron que en política nada está escrito. Todo fue una sorpresa: el primer lugar del magnate derechista Álvaro Noboa, quien siempre marchó tercero pero se impuso por algo más de 3 puntos sobre el izquierdista Rafael Correa, quien días antes daba por segura su elección en primera vuelta. El repunte del candidato Gilmar Gutiérrez, hermano del defenestrado ex presidente Lucio Gutiérrez, quien jamás fue tomado en cuenta por las encuestadoras y que, al cierre de esta edición, se ubicaba en tercer lugar. Y las derrotas del socialista León Roldós y la socialcristiana Cynthia Viteri, que esperaban estar en la pelea. Aunque adelante en los sufragios, Noboa no alcanzó el respaldo suficiente para evitar una segunda vuelta con Correa, el 26 de noviembre próximo.

A lo anterior se sumó el desastre de la organización electoral, pues hasta el jueves no había terminado el conteo para Presidente y Vicepresidente, ni se había iniciado el recuento de las papeletas para designar 100 legisladores nacionales, 67 consejeros provinciales, 674 concejales y cinco representantes ante el Parlamento Andino. Ante el caos generado por la demora en los resultados, el Tribunal Supremo Electoral canceló el contrato con la empresa brasileña E-Vote, encargada del conteo.

El episodio fue aprovechado por Correa, quien afirmó que fue "víctima de un fraude descarado" porque, según sus cálculos, tuvo votos para ganar en primera vuelta.

Correa es un recién llegado a la política con su movimiento Alianza País y su lema de campaña es 'Dale correa a la partidocracia', en alusión a su apellido. Educado por los salesianos, conocedor de inglés, francés y quechua, misionero en las comunidades indígenas, economista con especializaciones en Estados Unidos y Bélgica, el joven candidato promete insertar en Ecuador en el "socialismo del siglo XXI", inspirado en las experiencias de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile y Venezuela.

En política exterior apuesta por otra forma de integración regional, cuyas coordenadas no pasan por Washington. En lo nacional, despliega un discurso contra los partidos tradicionales y con eso ha ganado un vasto apoyo popular. Y como no presentó lista al Congreso, arriesga todo al otro gran planteamiento de esta campaña: una Asamblea Constituyente. Con su pinta de galán siempre sonriente, el joven candidato lidera la contracultura que"simboliza la idea del cambio", como dice el politólogo Felipe Burbano de Lara.

"Tenemos que superar cuanto antes todas las falacias del neoliberalismo", le dijo un entusiasta Correa a SEMANA. Dejó entrever que es poco amigo de las multinacionales y ha dicho que someterá a revisión los contratos petroleros -para respetar la propiedad del Estado sobre el recurso- y la deuda externa, lo que ha puesto nerviosos a los inversionistas y a Wall Street. En su propuesta rechaza también la base militar de Manta, que los estadounidenses tienen al suroeste del Ecuador para apoyar la lucha contra el narcotráfico y apoyar el Plan Colombia.

En su paso de tres meses como ministro de Economía del presidente Alfredo Palacio, usó los fondos petroleros para supuestamente atender las necesidades de los más pobres, lo que le granjeó el apoyo de izquierdistas e indígenas. Pero sus políticas generaron malestar en los organismos multilaterales. El Banco Mundial, por ejemplo, retrasó la entrega de un crédito de 100 millones de dólares, en medio de una caída de los bonos ecuatorianos y una creciente desconfianza. Correa ha amenazado con expulsar a ese organismo si no da una explicación sobre esa actitud.

Confirmando lo publicado en días pasados, Correa dijo a SEMANA que "no podemos llamar terroristas a las Farc, pues al hacerlo les estaríamos declarando la guerra y no nos vamos a involucrar en el conflicto colombiano". Sobre el gobierno colombiano dijo que "no estoy de acuerdo con las políticas militaristas del presidente Uribe, pero estoy dispuesto a servir de mediador si es necesario, para alcanzar la paz. Eso sí: si llego a ser Presidente, mis relaciones serán de absoluto respeto con Colombia, pues el presidente Uribe es el jefe de un gobierno de total legitimidad".

Noboa, de 55 años, es el fundador de su Partido Renovador Institucional Acción Nacional (Prian) y ha sido dos veces candidato a la presidencia. Millonario dueño de 110 empresas, en su mayoría bananeras, amigo de las alianzas con Washington, en su campaña anunció que romperá relaciones con Cuba y Venezuela si llega a la Presidencia. Noboa es telepredicador y se proclama "Enviado de Dios" -lo que ha sido censurado por la Iglesia Católica- y "amigo de los pobres". Asegura que tiene dotes milagrosas de sanación, y en sus mítines -donde no faltan bailarinas en bikini-, se pone un rosario al cuello, toca la cabeza de los enfermos, se arrodilla, y ora pidiendo que se mejoren, blandiendo un Nuevo Testamento. Al mismo tiempo regala sillas de ruedas, dinero en efectivo y promete construir 300.000 casas para los pobres. A SEMANA le dijo que "el Señor ha querido que yo sea el Presidente de los pobres de mi país". Y que "ante todo quiero frenar el comunismo que propone Correa, detener el desempleo, aumentar las relaciones con Colombia y hacer lo posible porque nos parezcamos más a España que a Cuba".

En pocas palabras, Noboa, que ha gastado más de seis millones de dólares en su campaña, ha explotado en los estratos bajos su imagen de benefactor, en un populismo clásico. Y entre tanto, organizaciones internacionales le han llamado la atención por ocupar en sus haciendas a menores de edad, y los campesinos y pequeños productores lo acusan de no pagarles el precio oficial del banano.

Ese estado de cosas amenaza de nuevo la gobernabilidad en Ecuador, un país que en menos de una década ha tenido siete Presidentes, en su mayoría derrocados. "De ahora en adelante, se oponen dos visiones incompatibles, indicó a SEMANA el analista político José Hernández. En cierto sentido, esto más bien parece una caricatura: de un lado el 'millonario que no paga impuestos y que explota a los niños' -Noboa, según Correa- y del otro, el 'comunista amigo de Cuba y Venezuela' -Correa, según Noboa-. Va a ser muy difícil salir de esa visión estereotipada", agregó.

Para el ex ministro Vladimiro Álvarez, con Correa en la Presidencia inevitablemente se va a presentar un enfrentamiento con el Congreso Nacional, institución que ha amenazado con disolver, si no hace viable la constituyente mediante una consulta popular.

El experto Simón Pachano, en cambio, opina que si no hay asamblea constituyente para una reforma política profunda, el país observará la presión de los movimientos sociales, lo cual provocará mayores enfrentamientos en las calles.

La pobreza que afecta a más de la mitad de la población, el desempleo y la marginación, así como una deuda pública exterior de unos 10.000 millones de dólares son los mayores problemas a los que deberá enfrentarse el próximo mandatario.

Aparte de aprovechar los altos precios del petróleo en el mercado internacional, el nuevo Presidente tendrá que elevar el nivel de calidad y competencia de muchos productos, diversificar las exportaciones y, sobre todo, ofrecer mayor seguridad jurídica a la inversión extranjera.

Por ahora, candidatos y movimientos ganadores tratan de moderar sus discursos, ganarse más adeptos y tejer alianzas con los perdedores, mientras el fantasma del fraude revolotea por todas partes. Como expresara a SEMANA el editorialista del diario La Hora, Simón Espinosa Jalil, "si algo han demostrado los resultados electorales, es que, acerca del verdadero Ecuador, todos estamos equivocados".