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ENTRE DOS FUEGOS

Oscuro panorama de Mitterrand: los socialistas lo culpan de su casi segura derrota y los conservadores no quieren gobernar con él.

12 de abril de 1993

LA EXPECTATIVA ANTE LAS elecciones parlamentarias de Francia del 21 y el 28 de marzo, se centra no en quién ganará, sino en cómo se desarrollarán los dos últimos años de la presidencia de François Mitterrand. Las encuestas señalan el triunfo de la coalición conservadora formada por la "Reunión por la República" del ex primer ministro Jacques Chirac y la "Unión por la Democracia Francesa" del ex presidente Valéry Giscard d'Estaing. Y no por cualquier margen. Los conservadores podrían alcanzar el 80 por ciento de las curules en disputa. El gobernante Partido Socialista podría perder dos terceras partes de su bancada.
En el sistema presidencialista atenuado de la Quinta República, comparten el poder un presidente elegido por siete años y un primer ministro que representa la mayoría parlamentaria.
Cuando ambos pertenecen al mismo partido no hay problema en cuanto a sus atribuciones, pues el presidente asume de hecho la dirección del país.
Pero cuando pertenecen a corrientes diferentes, pueden darse dos posibilidades: o existe una "cohabitación" pacífica, como entre 1986 y 1988 -cuando fue primer ministro Chirac- o puede darse un enfrentamiento por la ambiguedad de la Constitución.
Ese parece ser el futuro de los franceses. A pesar del crecimiento económico, el francés de la calle sólo percibe el 10 por ciento de desempleo y el déficit presupuestal. Por eso los conservadores, con el puesto de primer ministro -que es formalmente el jefe del gobierno- a su cargo, no querrán manejar la economía sin las manos libres. Esta vez parecen dispuestos a rechazar cualquier nombre propuesto por Mitterrand, en la esperanza de forzarlo a ser una figura decorativa, o de obligarle a renunciar y anticipar las elecciones de 1995.
Los socialistas tampoco quieren hundirse en el barco de Mitterrand y por eso su campaña se dirige a señalar sus fallas, olvidando que es al socialismo como grupo al que se señala por los escándalos que lo tienen en baja, entre los cuales no se salva ni el primer ministro Pierre Bérégovoy.
El aspirante socialista a presidente, el ex ministro Michel Rocard, espera que Chirac y Giscard se hagan suficiente daño cuando se lancen por la candidatura, y por eso se apunta a un borrón y cuenta nueva en el socialismo. En medio queda el septuagenario Mitterrand, quien luego de dirigir al país durante más de 12 años, ahora parece un mueble viejo de quien todos quieren desprenderse.