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ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

Mientras comienzan las detenciones y condenas en China, crece la angustia en Hong Kong.

17 de julio de 1989

En Hong Kong nadie duerme tranquilo en estos días. Desde cuando comenzaron las protestas en la China para exigir mayor apertura política, los habitantes de esa colonia británica entraron en una agitación poco usual.

No era para menos, pues el pasado y el presente, pero sobre todo el futuro de sus habitantes, está íntimamente ligado al de Beijing.

La isla de Hong Kong cayó bajo el dominio inglés desde 1841, un botín más de la Guerra del Opio. El resto de la colonia, constituido por los "nuevos territorios", se agregó en 1897, mediante un contrato de arrendamiento a 99 años celebrado con el gobierno imperial chino. En 1984 Gran Bretaña acordó devolver la soberanía a la China en 1997, pero con un proceso gradual que garantizaría la permanencia de sus instituciones y su sistema capitalista, por lo menos durante los 50 años siguientes a la entrega, sobre la base de "un país, dos sistemas".

Cuando comenzaron los disturbios en Beijing, Hong Kong estaba finiquitando las negociaciones con China sobre la "Ley Básica" esto es, la constitución que regirá al territorio a partir de 1997. Pero las negociaciones se suspendieron en medio de los disturbios, mientras las imágenes de TV y las noticias sobre lo ocurrido en Beijing elevaban las tensiones.

Tomado entre la espada y la pared, Hong Kong ha tenido que acelerar su curso de democracia. La colonia ha estado bajo la administración de un gobernador británico, que se apoya en una asamblea designada por la Corona entre los gremios más importantes. Pero ante la gravedad de los acontecimientos, los legisladores se apresuraron a acordar que el 50% de la nueva asamblea será elegido por voto popular en 1997, y que para el 2003 ese sistema se aplicaría a la totalidad de las curules. Según los observadores, lo que se busca es que Hong Kong se atrinchere tras un sistema suficientemente democrático, para tener mayor legitimidad a la hora de hacer prevalecer su régimen sobre el comunista.

Pero la mayor esperanza que guardan los habitantes de la colonia de que su modo de vida no se altere demasiado después de 1997, reside en la importancia económica de su tierra. Hong Kong es el mayor socio comercial de la China, con más del 30% del total del comercio exterior de ésta. Las empresas de Hong Kong ocupan a más de tres millones de chinos en la provincia de Guangdong. Y, al menos entre 1984 y 1987, más de la mitad del total de inversión extranjera en la China provino precisamente de Hong Kong.

Lo que espera a Hong Kong seguramente es convertirse en alguna de las 14 "zonas económicas especiales", o de las 3 "ciudades abiertas", que son los sectores de apertura económica de la China, y donde la prosperidad es muy superior al resto del país. Pero esa perspectiva, aún con las libertades económicas relativas de que gozarían, no tranquiliza a muchos habitantes de la antigua colonia británica. Lo que vieron en Beijing a través de la televisión los ha convencido de que la China no ha dejado de ser el país convulsionado que ha sido durante la mayor parte del presente siglo.--