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| Foto: Getty Images

ESPECIAL SEMANA 35 AÑOS

“Quienes son realmente expertos en pobres son los pobres, no los ricos…”

Rutger Bregman es uno de los grandes jóvenes pensadores de Europa, continente al que alborota con sus ideas. Una de ellas dice que hay que darles dinero gratis y sin condiciones a los pobres. A SEMANA le explica el porqué.

Aldemar Moreno*
15 de noviembre de 2017

Zygmunt Bauman, una de las voces más críticas de la sociedad contemporánea, dijo esto sobre Utopía para realistas (2016), el libro que está revolucionando el mundo: “De lectura obligatoria para quienes se ocupan por las injusticias de la sociedad actual y quieren contribuir a remediarlas”. El cerebro detrás de esas páginas es Rutger Bregman, un millennial que defiende tres tesis polémicas: la solución a la pobreza es darle dinero gratis y sin condiciones a los pobres; la semana laboral debería durar 15 horas; y las fronteras deberían desaparecer.

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SEMANA: La gente cree que cada día el mundo es peor -hay terrorismo, más desigualdad, xenofobia, cambio climático, etc, sin embargo, usted tiene una idea revolucionaria: “En el pasado, todo era peor”. ¿Por qué?

Rutger Bregman (R.B.): La evidencia muestra que estamos viviendo el momento más pacífico de la historia, que nos estamos haciendo más ricos y sanos que nunca, que desde 1990 el empleo en el mundo ha aumentado en un 50 por ciento, y que la pobreza extrema es siete veces menor de lo que era en 1820. Lo que pasa es que un noticiero jamás mostraría eso porque es algo que se construye día a día, no solo ya, ahora.

SEMANA: ¿Tenemos entonces que ser optimistas sobre el futuro?

R.B.: Siempre digo que no soy ni optimista ni pesimista, soy posibilista: creo que las cosas pueden ser mejores, así no haya garantías y nos enfrentemos a grandes retos. Es lo que demuestran los hechos.

SEMANA: ¿Qué es la pobreza y quién es responsable de ella?

R.B.: Lo que generalmente se cree es que es falta de carácter, de malas decisiones o, como decía Margaret Thatcher, “un defecto de la personalidad”. Falso. La pobreza es falta de dinero, punto. Tanto la izquierda como la derecha han asumido que tenemos que ayudar a los pobres, asistirlos para que tomen buenas decisiones. Partimos de que algo anda mal con ellos, que tienen que cambiar.

SEMANA: Entonces, ¿los pobres no toman malas decisiones financieras?

R.B.: Sí, las toman y lo hacen porque la pobreza condiciona su capacidad de decidir bien, reduce sus posibilidades de pensar a largo plazo, acorta lo que yo llamo su “ancho de banda”. Un pobre piensa con hambre, con incomodidad, con angustia. Eso seguro no produce las decisiones más sabias, ¿cierto? La mentalidad del pobre es cortoplacista: sobrevivir y punto.

SEMANA: Según eso, ¿cómo debería combatirse?

R.B.: Las investigaciones más recientes demuestran que no deberíamos erradicar la pobreza con más educación ni con programas de capacitación para los desempleados porque al pobre no le falta conocimiento, ni habilidades; al pobre le falta dinero. Dinero sin requisitos para acceder a él ni condiciones sobre cómo invertirlo.

SEMANA: O, sea que… ¿si se le da dinero a los pobres ellos tomarán decisiones inteligentes que los saquen de la pobreza?

R.B.: Mire, cuando los pobres tienen plata, su capacidad de tomar mejores decisiones mejora. Dejemos entonces de filosofar sobre la naturaleza humana y démonos cuenta de que todo ser humano quiere hacer algo con su vida, de que quienes son realmente expertos en pobres son los pobres, no los ricos, los economistas o el gobierno.

SEMANA: Menciónenos un solo caso…

R.B.: Dauphine, un pueblo canadiense, en los años setenta erradicó la pobreza a partir de la renta básica universal: se acabaron los pobres, el rendimiento escolar mejoró sustancialmente, la tasa de hospitalización bajó un 8,5 por ciento, la violencia doméstica bajó, y la gente tenía trabajo. En muchos casos los ahorros de las personas terminaron siendo mayores que su renta básica. Sí, los pobres ahorran; cuando tienen qué ahorrar.

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SEMANA: Colombia es un país donde el comunismo siempre se ha visto como un modelo económico fallido. ¿Cómo les explicaría a los colombianos que su idea de darles dinero a los pobres -sin condiciones- no riñe con el capitalismo y que, en efecto, funciona?

R.B.: Es curioso porque para mí una renta básica universal potenciaría el capitalismo. Pensémoslo así: un ingreso básico es solo un piso de la pirámide de distribución del ingreso, no equivale a que todos los ciudadanos de un país ganen lo mismo. Es simplemente un “colchón” con el que siempre podrás contar cada mes. Y la esencia del capitalismo consiste en tomar riesgos, ¿cierto? Emprender un negocio, trasladarse a una ciudad, viajar, etcétera. Con una renta básica todo el mundo podría tomar ese tipo de riesgos y la economía sería aún más dinámica. ¿Qué tanto comunismo hay allí?

SEMANA: ¿Cómo un país como Colombia puede costear una renta básica universal?

R.B.: La renta básica es una inversión para el país que la hace, no un costo. Lo que sí cuesta, y mucho, es la pobreza. No solo por la inmensa pérdida de capital humano que representa, sino por la cantidad de dinero que los gobiernos invierten en programas inútiles para combatirla.

SEMANA: En Colombia tenemos un modelo de renta básica pero condicionado: Familias en acción. ¿Por qué este tipo de modelos no deberían tener condiciones?

R.B.: Pedirles requisitos a los pobres para acceder a un subsidio es contraproducente. Cada vez tienen que llenar más formularios y someterse a más evaluaciones para demostrar que son tan necesitados que nunca lograrán nada en su vida y que, finalmente, la solución es que el Estado les dé. No debería sorprendernos que se convenzan de eso y que piensen basados en la mentalidad de la escasez: a corto plazo e irresponsablemente.

SEMANA: Usted ha dicho que el tiempo libre es el mayor desafío del siglo XXI. ¿Por qué?

R.B.: Desde 1980 la humanidad está buscando la forma de que los robots hagan el trabajo por nosotros y las proyecciones dicen que el 50 por ciento de los trabajos actuales desaparecerán en el futuro. ¿Qué haremos con tanto tiempo libre? ¿Vamos a sentarnos a “calentar silla” en el trabajo así no tengamos nada que hacer? Lo advirtieron los grandes pensadores del pasado: el aburrimiento es el mayor desafío del futuro.

SEMANA: De ahí se deriva otra de sus tesis polémicas: que la semana laboral sea de 15 horas. ¿Por qué?

R.B.: Está comprobado que al día solo tenemos 5 o 6 horas en las que somos realmente productivos. En 1930, Keynes escribió que en 2030 estaríamos trabajando 15 horas a la semana y hasta 1970 casi todos los pensadores creían que cada vez trabajaríamos menos, pues la tecnología lo haría por nosotros. ¡Lo que no esperaban era que el capitalismo creara tantos trabajos inútiles!

SEMANA: ¿Entonces que es la productividad?

R.B.: Para los economistas es la cantidad de dinero que ganas, pero eso es estúpido, ¿un banquero que crea productos financieros nocivos para el capital de otros es más productivo que mi mamá, que se dedica a educar niños? Productividad, para mí, es hacer algo que realmente importe.

SEMANA: Pero entonces, ¿por qué gana más un banquero que una profesora?

R.B.: ¡El mundo está loco! En 1968, por ejemplo, los recolectores de basura de Nueva York entraron en huelga. Sus salarios eran muy bajos, por lo que uno inferiría, según la definición tradicional de productividad, que su trabajo era improductivo. Pero ¿qué pasó cuando dejaron de hacerlo? Paralizaron la ciudad por siete días, hasta que el gobierno cedió. En cambio, en 1970, en Irlanda, ocurrió el único paro que han hecho los banqueros en la historia: duró seis meses y, la verdad, a nadie le importó. Lo que ganas no refleja el valor real de tu trabajo.

SEMANA: ¿Por qué cree que las fronteras son la principal causa de discriminación en la historia de la humanidad?

R.B.: El 60 por ciento de nuestros ingresos depende del país en que nacimos, un hecho totalmente azaroso. ¿Eso no las hace discriminatorias? La inmigración define la pobreza global, pues si alguien del sur de África emigra a Estados Unidos, su ingreso aumenta diez veces. Pero somos tan ciegos que decimos que los inmigrantes son perezosos, que no son emprendedores, que son asistencialistas, criminales y terroristas, cuando las cifras dicen todo lo contrario: la mayoría de startups en Estados Unidos son de inmigrantes, los inmigrantes dependen menos de los beneficios gubernamentales que la población nativa y cometen menos crímenes que esta. Sin duda, en 200 años diremos “¿Fronteras?, ¡qué barbaridad!”

SEMANA: Definitivamente sus ideas causan polémica. ¿Se ve como un revolucionario?

R.B.: No solo me veo así, quiero ser irracional, irrealista e irresponsable porque son ese tipo de personas los que tienen ideas capaces de cambiar el mundo. Nuestra labor -la de los intelectuales- es volver lo irreal, real, y lo imposible, inevitable.

SEMANA: ¿Qué tipo de ideas le hacen falta al mundo?

R.B.: Utopías de qué tan mejores podemos ser. Como dijo Oscar Wilde: “El progreso es la realización de una utopía”.

*Jefe de redacción de DINERO