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Escarbando en el horror

Los documentos de inteligencia de los gobiernos del PRI, recientemente desclasificados, confirman que en México también hubo guerra sucia.

22 de julio de 2002

Como hicieron las democracias que sucedieron a los regímenes autoritarios en el Cono Sur, el gobierno mexicano de Vicente Fox ha emprendido una búsqueda de la justicia frente al sórdido pasado de las siete décadas de hegemonía del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El 19 de junio Fox hizo públicos todos los archivos de los organismos de seguridad que reflejan las desapariciones de los años 60 y 70. Así, 80 millones de expedientes de supuestos opositores al gobierno esperan su análisis en el Archivo General de la Nación, construido en la antigua prisión de Lecumberry la cual, en forma muy diciente, era conocida hasta hace unos años como 'El palacio negro' por sus famosos sótanos de tortura. Gracias a este archivo la Oficina General de Derechos Humanos reconoció el pasado noviembre que 275 personas detenidas ilegalmente por fuerzas del Estado entre los años 60 y 70 terminaron muertas. Además la comisión entregó a Fox un sobre sellado con los nombres de 74 antiguos oficiales que podrían estar implicados en las matanzas y la represión a los movimientos sociales.

Pero el hecho que no tiene precedentes fue la llamada a declaratoria, el 2 de julio, de Luis Echeverría, presidente de México de 1970 a 1976, sobre los eventos que en 1968 condujeron a la llamada 'Masacre de Tlatelolco'. En esa plaza capitalina, en la víspera de los Juegos Olímpicos, murió un número indeterminado de estudiantes a manos de las fuerzas de seguridad estatales. En ese entonces Echeverría estaba a cargo del Ministerio del Interior, y por lo tanto tenía el mando de las fuerzas de seguridad federales. Los archivos revelan que el gobierno estaba muy preocupado por posibles atentados de "estudiantes marxistas" durante las Olimpíadas y las fuerzas de seguridad estaban listas para tomar las medidas necesarias. El parte oficial de ese día habla de 50 estudiantes muertos en enfrentamientos con la policía. Sin embargo, según cuentan los sobrevivientes, varios cientos murieron cuando francotiradores escondidos en los edificios que rodean la plaza dispararon contra la concentración. A Echeverría también se le acusa, pero en calidad de presidente, del asesinato de 29 estudiantes durante una marcha de protesta en Ciudad de México en 1971. A este otro lunar en su hoja de vida se le conoce como la masacre de 'Corpus Christi'.

Aunque los esfuerzos por esclarecer lo ocurrido han sido bienvenidos no faltan los críticos que se quejan de que el público sólo pueda ver los documentos que ya han sido revisados por organismos del Estado o quienes aseguran que el interrogatorio a Echeverría no es más que un pantallazo y que al final no terminarán condenándolo.

Sin embargo hay que tener en cuenta que antes de la elección de Fox, en 2000, era casi impensable que una demanda política o penal contra un gobernante del PRI prosperara hasta el punto que se abriera una investigación. Los ex presidentes eran intocables y ni las cortes, ni el Congreso ni la prensa se ocupaban de los alegatos de corrupción u otros crímenes más graves. Las denuncias interpuestas por activistas estudiantiles nunca se investigaban con el pretexto de formalidades legales. Echeverría, como el resto de ex presidentes, vivía en un mundo de lujos y privilegios, aislado del resentimiento de la gente de la calle. Tener que verlo lidiar con los manifestantes que ahora acampan frente a su casa y le gritan "asesino" es algo que muy pocos esperaban algún día en México.