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Foto del Departamento de Justicia de EE. UU. en la que se muestra a Tai Kuo y James Fondren en un viaje a China, en uno de los casos más emblemáticos del espionaje chino en EE.UU., basado en el desarrollo de relaciones cercanas. | Foto: AP/U.S. Justice Department

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Espionaje chino pone secretos de EE.UU. en manos equivocadas

A pesar de que Beijing desmiente las acusaciones, expertos en contraespionaje insisten en que hay casos que señalan a China como uno de los países que más activamente promueven el espionaje de todo tipo en Estados Unidos.

Pailine Arrillaga
3 de agosto de 2011

Un tipo joven estaba de pie frente a un juez en un tribunal federal. El pelo que antes llevaba bien recortado ahora le llegaba al cuello de su uniforme de presidiario.

Glenn Duffie Shriver había confesado sus faltas, su madre estaba presente y se aprestaba a recibir sentencia. Cuando se le dio la palabra en la audiencia, el procesado dijo que había soñado muchas veces con servir a su país.

Shriver, de 29 años, era alguien limpio, no tenía antecedentes penales y parecía un estadounidense típico. Enseñaba inglés en el extranjero.

En cartas enviadas al juez, sus seres queridos lo describían como un individuo honesto y solidario: un buen ciudadano. Su novia se refirió a él como "Un verdadero patriota".

Todas estas descripciones hacen todavía más desconcertante que una persona así termine en un tribunal: Ocurre que China también lo había reclutado como espía.

Glen Shriver recibió 70.000 dólares de individuos que él sabía eran espías chinos para que intentara conseguirse un empleo en alguna dependencia del gobierno de Estados Unidos. Primero en el Departamento de Estado y después en la CIA.

Shriver dijo al juez simplemente: "En algún lugar en el camino, me acosté con la gente equivocada". Shriver se declaró culpable de confabulación para pasar información de defensa nacional y cumple cuatro años de cárcel. Fue arrestado a mediados de 2010.

Cuando Shriver preguntó a las personas chinas que lo habían contactado "¿exactamente que es lo que desean, amigos?", la respuesta fue clara, según documentos que obran en el tribunal: "Si se puede, queremos que nos consiga algunos secretos o información clasificada".

A pesar de las desmentidas de Beijing, expertos en contraespionaje afirman que los casos señalan a China como uno de los países que más activamente promueven el espionaje de todo tipo en Estados Unidos. Beijing paga más dinero y actúa en diversos ámbitos para recabar cuanta información le sea posible, según los expertos.

Shriver es sólo una de al menos 57 personas enjuiciadas en tribunales federales desde 2008 acusadas de espiar para China e intentar pasar información secreta, tecnología delicada o secretos comerciales a agentes, entidades que reciben financiamiento estatal, particulares o empresas de China, de acuerdo con una revisión que hizo The Associated Press de los casos que lleva el Departamento de Justicia de Estados Unidos.

De los acusados, nueve aguardan juicio, dos están considerados fugitivos y el resto fueron declarados culpables aunque no han recibido sentencia.

La mayoría de estos juicios han recibido poca atención del público, en especial si se les compara con la detención de 10 "agentes durmientes" rusos que acaparó los titulares de la prensa. Los agentes vivieron durante más de una década en Estados Unidos pero a decir del secretario general de Justicia, Eric Holder, no pasaron secretos.

Durante años, los expertos en contraespionaje de Estados Unidos han mencionado un aumento de lo que describen como la amenaza del espionaje por parte de China, producto de un mundo cada vez más competitivo en el que el espionaje tecnológico es tan vital como el político, pero también una señal de un gigante asiático cada vez más próspero, persistente y paciente.

Los casos recientes dejan al descubierto no sólo un alto nivel de actividad sino también un cambio de táctica y acciones más atrevidas.

En uno de los casos, una persona a la que se declaró culpable de ser espía había convencido a dos funcionarios federales de que le pasaran información secreta, diciéndoles que estaba destinada a Taiwán, cuando la verdad es que la entregó a un funcionario chino.

El reclutamiento de más personas no chinas como Shriver también representa un cambio de táctica, dijo Larry Wortzel, quien trabaja para la Comisión de Revisión Económica y de Seguridad Estados Unidos-China.

Asimismo existe el llamado "espías empresariales", a los que simplemente motiva el dinero.

Cuando se le preguntó sobre los casos recientes, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China puso en tela de juicio las estadísticas y respondió en un comunicado: "Hablar de las supuestas 'actividades de espionaje' de China en Estados Unidos son meras estupideces que esconden segundas intenciones".

Sin embargo, Joel Brenner, quien fue ejecutivo de contraespionaje nacional de Estados Unidos de 2006 a 2009, dijo: "La amenaza del espionaje chino ha sido implacable en fecha reciente... Jamás habíamos visto algo similar. Parte de este espionaje corresponde al ámbito oficial y otra al privado. Una parte más yace en una zona ambigua entre ambas".

Los "agentes" de hoy son profesores e ingenieros, empresarios que exportan productos autorizados mientras también envían al exterior tecnología restringida y municiones, capitalistas delincuentes que adoran el dólar.

Aunque algunos pueden actuar como contactos para algún gobierno, otros facilitan información a empresas privadas o estatales, si no a ambas.

Según las autoridades estadounidenses, detrás de todo está el deseo de China de lograr el desarrollo de unas fuerzas armadas modernizadas y su descomunal riqueza. En 2010, China desplazó a Japón como la segunda mayor economía del mundo después de Estados Unidos.

"Los chinos tienen más dinero para pagar por cosas", dijo Steve Pelak, jefe adjunto de la sección de contraespionaje del Departamento de Justicia.

Pelak destacó las cantidades entregadas a Shriver sólo para que lograra una posición que le permitiera el acceso a secretos, lo cual no ocurrió.

Mayores cantidades de dinero son canalizadas a firmas privadas para que desarrollen y construyan equipo tecnológico para las fuerzas armadas de China, algunas veces a partir de piezas obtenidas de manera ilegal con fabricantes estadounidenses.

La mayoría de los casos del Departamento de Justicia que revisó la AP abarcan exportaciones ilegales de partes restringidas porque estaban relacionadas con el aparato militar.

Estas exportaciones incluyen circuitos integrados para sistemas de radar, amplificadores de alta potencia para radares de advertencia oportuna, sistemas antimisiles y tecnología para visión nocturna de nivel bélico.

Pero eso es sólo la punta del iceberg. Otros casos conllevan el robo de secretos comerciales por parte de individuos que alguna vez trabajaron para corporaciones estadounidenses importantes como Boeing, Motorola y Dow.

El espionaje externo también ha alcanzado información sustraída sobre el transbordador espacial e información técnica sobre las capacidades de los submarinos nucleares de la armada estadounidense.

Según autoridades federales, la compañía Chitron, creada por el otrora profesor chino Zhen Zhou "Alex" Wu, fue una fachada para facilitar las exportaciones de tecnología militar de fabricantes estadounidenses a institutos de China relacionados al sector militar.

Wu purga prisión después de que se le sentenciara en enero a ocho años de cárcel por asociación delictuosa para exportar de manera ilegal tecnología restringida.
 
AP