Home

Mundo

Artículo

A Obama lo ha perjudicado su inexperiencia, la publicidad negativa de la que ha sido víctima y el excesivo protagonismo en los medios. En la foto, el candidato demócrata junto al gobernador de Virginia, Tim Kaine, en una universidad de ese Estado, en una reunión el jueves pasado

Estados unidos

¿Estancado?

Al llegar a la Convención Demócrata, Barack Obama ha perdido su ventaja sobre John McCain y parece incapaz de recuperarla. Hoy nadie sabe si podrá recomponer sus fuerzas.

23 de agosto de 2008

Barack Obama llega este lunes a Denver con la respiración contenida. Aunque la convención nacional demócrata que empieza lo va a elegir como el candidato oficial del partido a las elecciones presidenciales de noviembre, el senador de 47 años, que aceptará el encargo en un discurso previsto para el jueves, es consciente de que no lo tiene nada fácil en su carrera hacia la Casa Blanca. De la considerable ventaja que hace varios meses le había sacado en las encuestas a su rival republicano, John McCain, no queda sino el recuerdo.

Ahora la cosa es a otro precio. Según el promedio de los últimos nueve sondeos hecho por RealClearPolitics.com, Obama supera a McCain por un minúsculo 1,4 por ciento, lo que en teoría es un empate técnico. Pero lo peor para el aspirante demócrata no es eso. Es la tendencia entre los votantes, que a estas alturas lo castigan duramente y favorecen a McCain. Tanto, que en una encuesta elaborada el lunes pasado por la firma Zogby para la agencia de noticias Reuters, publicada por el diario Los Angeles Times, McCain obtuvo el 46 por ciento, frente al 41 por ciento de Obama.

Semejante resultado sugiere una pregunta obvia: ¿Cómo es que un senador joven y elocuente, que acaba de vencer en las elecciones primarias a la aplanadora política de Hillary Clinton, no logra un respaldo popular mucho mayor frente a John McCain? ¿Cómo se explica que, con su brillantez y su frescura, no supere en los sondeos a un hombre de casi 71 años que ha tenido cáncer, que de ganar se convertiría en el presidente más viejo de la historia norteamericana y que representa el partido de George W. Bush, uno de los jefes de Estado más impopulares desde los tiempos de Washington y Jefferson?

La verdad es que todo juega a favor de Obama y en contra de McCain. Para empezar, está la guerra en Irak, un enfrentamiento que lleva cinco años, que ha costado 570 billones (millones de millones) de dólares, se ha cobrado la vida de 4.000 soldados estadounidenses y cuya continuidad es rechazada por el 62 por ciento de la población, según la más reciente encuesta de la agencia The Associated Press, divulgada a principios de este mes.

Por si eso fuera poco, otro punto negro en la gestión de los republicanos ha sido el manejo de la economía. Ya en enero la firma Merril Lynch comenzó a hablar de recesión. En las zonas residenciales pululan los anuncios de "se vende" y miles de familias se han declarado incapaces de pagar los créditos de compra de vivienda. Para rematar, Fannie Mae y Freddie Mac, dos de las compañías más poderosas del sector hipotecario, tuvieron que cerrar hace algunas semanas y Bush debió anunciar un plan para auxiliarlas.

Con todo ese lastre del gobierno republicano ha debido cargar McCain en esta campaña. Peor imposible. Y sin embargo, no le ha servido a Obama para ganarle por goleada a su rival en los sondeos. Son varias las razones. Como dijo a SEMANA el analista político Mario Diament, profesor de la Universidad Internacional de Florida, las encuestas se explican de otra forma. "Lo que muestran, aparte de las ventajas y las desventajas de McCain y Obama, es que este es un país muy dividido ideológicamente y que los candidatos, por muy buenos que sean, no logran movilizar en masa al electorado. Hay que recordar que a finales de 1960 el propio John Kennedy, que era un candidato excelente y con quien comparan a Obama, le ganó por muy poco a su contrincante republicano, Richard Nixon", dijo.

Hay otros factores que han perjudicado a Obama en su carrera hacia la Casa Blanca. Uno de ellos, que no es de poca monta, se refiere a su inexperiencia. Muchos norteamericanos se han puesto a pensar si un senador que ni siquiera ha cumplido su primer período en el Capitolio y que no ha colgado un fusil al hombro cuenta con la preparación suficiente para manejar la guerra, lidiar las crisis internacionales y sacar a flote la economía.

No sólo eso. A Obama también lo puede haber perjudicado la publicidad negativa de la que ha sido víctima. Hace poco, McCain difundió un comercial de televisión en el que lo comparó con figuras de la farándula como Paris Hilton y Britney Spears, y a finales de julio apareció un libro titulado The Obama Nation (La nación de Obama), escrito por Jerome Corsi, que lo describe como un simpatizante del Islam, un izquierdista disfrazado y un hombre que, tras haber admitido que consumió drogas, no dijo que las ha abandonado. Corsi es un viejo conocido de los demócratas. En 2004 liquidó en otro al candidato John Kerry, al que pintó como un mentiroso veterano de guerra y un incapaz para tomar las riendas del poder.

El excesivo protagonismo en los medios de comunicación también le ha pasado factura a Obama. Tras su visita a Europa y Oriente Próximo, adonde viajó en compañía de los principales presentadores de los noticieros de la ABC, la NBC y la CBS, el 48 por ciento de los norteamericanos le dijeron a los encuestadores del Pew Research Center que estaba recibiendo "demasiada" información del candidato demócrata y que preferiría que el flujo de noticias de la campaña se redujera sustancialmente.

Un factor adicional en el estancamiento de Obama en las encuestas guarda relación con algunos cambios de parecer del candidato. Organizaciones como Moveon.org le dieron duro al enterarse de que Obama, que antes se había opuesto a un proyecto de ley que permitía demandas contra las compañías telefónicas que revelaran datos de sus clientes, terminó respaldando la iniciativa. El aspirante demócrata recibió más críticas cuando se supo que, a diferencia de lo que había prometido, iba a rechazar la financiación pública de la campaña, pensaba darles ayuda económica desde el gobierno a algunos grupos religiosos y estaba de acuerdo en darle un segundo debate a la idea de retirar inmediatamente las tropas de Irak.

Pero Obama está lejos de haber perdido. Una vez reciba la bendición de los demócratas en la convención de Denver, tendrá 68 días para recargar las pilas, prepararse para los tres debates televisados que sostendrá con McCain y ganar una de las elecciones más interesantes de la historia norteamericana.