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ESTRELLON INVISIBLE

El secreto mejor guardado del armamento de EE.UU., un avión que los radares no pueden captar, se accidenta en California

18 de agosto de 1986

Nadie lo ha visto, pero todos han tratado de imaginárselo. Durante los últimos 10 años, ha sido el secreto mejor guardado por los organismos de defensa del gobierno de los Estados Unidos. Pero hace pocos días, sucedió algo que puede cambiar la historia de este delicado asunto militar, del cual sólo se sabia que era un avión con alas y sin fuselaje, capaz de atravesar el planeta, penetrar el territorio de la Unión Soviética, llevar a cabo una misión y pasar totalmente inadvertido para los radares. En efecto, durante la noche del viernes 11, uno de estos aparatos se estrelló en unas colinas de los bosques de Sequoia, a 19 kilómetros de Bakersfield, California, desatando un incendio de grandes proporciones y matando al piloto, un hombre de 33 años llamado Ross E. Mulhare.
El Pentágono se negó a confirmar la noticia a los medios de comunicación, que han debido acudir a "altas fuentes que pidieron mantener sus nombres en reserva" para conocer los detalles de lo sucedido. La Fuerza Aérea norteamericana estableció un cerco militar de 130 kilómetros cuadrados alrededor del sitio del accidente. Todo lo anterior no ha hecho más que aumentar el interés de periodistas y público por el caso.

FURTIVO Y CAUTELOSO
De este cerco informativo, apenas comparable al que las autoridades soviéticas establecieron para el caso de la planta nuclear de Chernobyl a fines de abril, se ha logrado escapar cierta información sobre las características del misterioso avión. En primer lugar, se sabe que se trata de un F-19, también llamado Stealth (sustantivo relacionado con los adjetivos furtivo, cauteloso), un diseño en el cual vienen trabajando los especialistas en armamento de los Estados Unidos desde mediados de la década pasada.
Este modelo de avión, en cuyas investigaciones se han invertido más de 5 mil millones de dólares (1.5 veces el presupuesto nacional colombiano) según un detallado informe publicado en febrero por la revista Discover estaría siendo desarrollado a nivel de prototipo por varias empresas constructoras de aviones, entre ellas la Lockheed y la Boeing para sólo citar las más conocidas, en colaboración con la Fuerza Aérea norteamericana.
Pero según otras versiones, el nivel de prototipo ya habría sido superado y en una base en el desierto de Nevada--no muy lejos del lugar donde se presentó el accidente del viernes 11- un grupo grande de pilotos estaría siendo entrenado en el manejo y la utilización de un escuadrón completo de 72 aparatos del tipo Stealth.

EL SUEÑO DE SER INVISIBLE
Desde cuando en 1911 el escritor norteamericano H. Gernsback expuso en una novela de ciencia ficción el principio del radar y desde que este fue desarrollado técnica y científicamente por alemanes, franceses y norteamericanos en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, las reglas del juego de la guerra--en particular de la aérea-cambiaron radicalmente.
Los radares se convirtieron desde aquella época en los ojos de los ejércitos. Neutralizar una estación radar enemiga era por lo general el primer objetivo que debían cumplir los escuadrones para preparar un ataque aéreo. Como lo registran cientos de películas sobre la Segunda Guerra, lo que más le pedían los comandantes aliados a los hombres de la resistencia francesa ocultos en el territorio ocupado por los nazis, era que destruyeran la estación de radar del lugar que iba a ser bombardeado o sobre el cual iban a caer cientos de paracaidistas.
Por esa razón, apenas el radar fue un invento utilizado corrientemente por todos los ejércitos, surgió la inquietud de inventar un avión que le resultara invisible y pudiera engañarlo. Un pionero de la aviación, el norteamericano Jack Northrop, estuvo trabajando en los años cuarenta con el auspicio de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, en el diseño de la llamada flying-wing (ala voladora) que más que evadir los radares, lo que pretendía era reducir al máximo la resistencia del aire al aparato volador, logrando con él el máximo nivel de aerodinamismo. El programa de la flying-wing fue abandonado por la Fuerza Aérea en 1949 y sólo resucitó a mediados de los años 70, cuando se pensó que este diseño podría resultar particularmente útil para evadir los radares.
El desarrollo de estas investigaciones se mantuvo en estricto secreto hasta 1980, cuando en pleno furor de la campaña Reagan-Carter, dos funcionarios del Departamento de Defensa salieron al quite de unas críticas del entonces candidato republicano.
Este había cuestionado la decisión del gobierno de Carter de suspender la construcción de un tipo de bombardero B-1. Los dos funcionarios de Defensa revelaron que la Fuerza Aérea estaba trabajando en el diseño de un avión invisible a los radares, lo que desató un escándalo en la prensa, que regañó al gobierno por estar dando a conocer secretos militares por motivaciones políticas y electorales. La critica central de ese entonces era que parte del valor de ese avión radicaba en que los soviéticos no supieran que existía, pues entonces se dedicarían a diseñar un radar que sí pudiera captarlo.
De cualquier modo, la revelación alertó a los medios de comunicación que desde entonces se han referido en varias ocasiones al Stealth, cuyas características comenzaron entonces a filtrarse del cerrado círculo de funcionarios del Pentágono y la Fuerza Aérea que trabajan en él, y de la docena de congresistas de la Comisión de Armamento que también han tenido acceso a la información. El accidente del viernes 11 puede acelerar este proceso, ya que el monto comprometido en el programa, la idea de que éste no está dando los resultados esperados y los recientes fracasos tecnológicos y militares de la NASA y otras agencias estatales, están obligando a la prensa a encender sus propios radares para detectar toda la verdad sobre el avión invisible.
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