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Elección papal

A estrenar casa

Por primera vez los cardenales tendrán un alojamiento cómodo para el cónclave. Se trata de la Domus Sanctae Marthae, el equivalente eclesiástico de un hotel de tres estrellas.

10 de abril de 2005

Karol Wojtyla dejó en herencia al Colegio Cardenalicio una residencia con las comodidades de un hotel de tres estrellas. La Casa de Santa Marta (Domus Sanctae Marthae) resuelve las enormes incomodidades que los altos prelados tenían que soportar durante un cónclave. El mismo Wojtyla participó en dos en 1978 -del primero salió elegido Juan Pablo I y del segundo, él, como Juan Pablo II-, y de la traumática experiencia maduró la idea de que las reglas tenían que cambiar.

Más de cinco siglos tuvieron que pasar, desde el final del XV, para que los cardenales del sacro colegio no tuvieran que contentarse con dormir en espacios alrededor de la Capilla Sixtina. Los purpurados, entre ellos muchos ancianos, permanecían aglomerados en celdas construidas con simples tablas en el Palacio Apostólico. No era raro, cuentan los habitantes del palacio, ver -durante la preparación de un cónclave- gente que iba y venía con vajillas, catres, colchones, portacomidas, botellas, cubiertos, reclinatorios, ollas, aperitivos y, por supuesto, el pequeño ejército de carpinteros que tenía que construir las 'habitaciones'.

Las celdas contaban sólo con un catre de 70 centímetros de ancho y una mesita de noche. Pocos afortunados, gracias a la suerte, tenían una pequeña ventana. El máximo lujo era tener cuarto de baño con ducha y servicios, pues la gran mayoría tenía que usar el anticuado orinal. La importante misión de vaciar los bacinillas corría por cuenta de los jóvenes secretarios, llamados 'conclavistas'.

En el bochornoso verano de 1978 las pocas ventanas estaban clausuradas. El cardenal Silvio Oddi contaba que se moría de calor y que algunos cardenales estaban al borde de un colapso, y que como miembro del comité de vigilancia ordenó abrir las ventanas. "Eminencia, dijeron algunos, en la Secretaría de Estado podrían oír los aplausos", y, "si oyen, ¿cuál es el problema?", respondió Oddi. Entonces las ventanas fueron abiertas, y "en el rostro de los moribundos volvió el color". El cardenal de Génova, Giuseppe Siri (en esa época, 'papable'), comentaba que no se podía vivir en esas condiciones; "a lo mejor, por desesperación se coge una silla y se la convierte en Papa con tal de salir", declaró.

El edificio de la Domus Sanctae Marthae, situado en la Ciudad del Vaticano (a la izquierda de la Basílica), empezó a ser restaurado en 1993 y fue consagrado en 1996, pocos días antes de la promulgación de la Universi Dominici Gregis (El entero rebaño del Señor), la Constitución apostólica en la que Juan Pablo II dictó las nuevas reglas del Cónclave. La Domus posee 120 miniapartamentos con calefacción, aire acondicionado, baño privado y televisor. Por obvias razones, durante el cónclave, estos aparatos serán retirados. La casa cuenta además con 20 salones para reuniones. El aislamiento de los príncipes de la Iglesia será total y tendrán que jurar que no intentarán de ninguna manera tratar de grabar o filmar lo que pase en el cónclave, en especial la elección del nuevo Pontífice. La norma establece también férreos controles en la Capilla Sixtina y en la Casa de Santa Marta para que "no sean instalados dolosamente medios audiovisuales de grabación y transmisión al exterior". En lo que tiene que ver con los celulares, será necesario confiar en la seriedad de los cardenales.