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La tolerancia desaparece en el Viejo Continente, y los jóvenes europeos de origen árabe se están convirtiendo en combatientes de la resistencia en Irak.

28 de noviembre de 2004

Europa sufre hoy una de sus peores épocas de intolerancia étnica, con una oleada de amenazas de muerte, vandalismo, ataques a mezquitas, incendios de iglesias católicas y conflictos callejeros por cuestiones de raza y religión. Los partidos conservadores y algunos gobiernos culpan de estos males a los inmigrantes árabes, Europol asegura que los grupos islámicos han lanzado una Yihad (guerra santa) en Europa, mientras las ONG de derechos humanos denuncian un grave aumento de la xenofobia y la persecución racial y religiosa en todo el Viejo Continente.

El odio europeo contra los árabes se disparó con los atentados del 11 de marzo en Madrid, pero se ha acentuado aún más tras el asesinato del cineasta holandés Theo van Gogh y con las amenazas proferidas por fundamentalistas islámicos contra líderes de Bélgica y otros países. "Pero los musulmanes europeos también se han radicalizado como reacción al estado de animadversión continental y mundial contra el Islam, y por múltiples motivos como la guerra de Irak, el conflicto palestino, la posición militarista de Estados Unidos; por todo ello se sienten marginados, humillados y acorralados, y por eso acuden a las vías violentas", explicó a SEMANA el politólogo Hajo Funke, de Universidad Libre de Berlín.

Según Europol, varios grupos musulmanes están reclutando jóvenes europeos de origen árabe para lanzarlos a la Yihad en Europa, Irak y el mundo islámico. Francia es el primer lugar de alistamiento de estos hijos y nietos de inmigrantes, y le siguen Bélgica, Alemania, Holanda y España. Los reclutan en las más de 600 mezquitas casi clandestinas que existen a lo largo y ancho de Europa, les dan instrucción militar en Irak, Afganistán y el norte de África y los envían a las guerrillas de las naciones islámicas, principalmente a Irak. Durante los últimos meses al menos ocho jóvenes franceses han muerto o han sido capturados en Irak y Afganistán. Aunque el gobierno guarda silencio para no crear alarma, la policía ha emprendido redadas en París y Lyon para desarticular redes de reclutadores, y Europol ha emitido una alertaen la Unión Europea sobre este problema "muy grave".

El país más tolerante de Europa, Holanda, padece un estado de miedo, xenofobia y desconfianza que no había vivido en décadas. La crisis aumentó cuando las investigaciones descubrieron que Mohamed B. (el asesino del cineasta Theo van Gogh) tuvo relaciones con los autores de los atentados de Madrid y Casablanca, lo cual reveló cuán grande e intrincada es la red de radicales islamistas en Europa. Las amenazas de muerte, los incendios de iglesias y los ataques contra colegios católicos que vinieron después fueron la evidencia de un fenómeno escondido en la sociedad holandesa, que ha llevado a la policía a mantener una vigilancia constante sobre las mezquitas y las comunidades musulmanas del país.

En Holanda viven un millón de musulmanes, que en ciudades como Amsterdam y Rotterdam representan casi la mitad de la población. Hans Entzinger, especialista en inmigración de la Universidad Erasmo de Rotterdam, dijo a SEMANA que la ola de violencia en su país refleja un serio problema de fondo. "La famosa tolerancia holandesa es algo así como un 'vive y deja vivir' donde no existe verdadero respeto y que desaparece en tiempos de dificultades como ahora, por obra de la ascendencia del Islam unida al empeoramiento de la situación económica y las condiciones de vida de los musulmanes en Holanda, que han vivido marginados, debido a que la población autóctona continúa negándose a ver como holandesas a la segunda o tercera generación de inmigrantes", explicó.

Esta marginación contra los musulmanes se repite en toda Europa y ha sido denunciada por las ONG de derechos humanos. La portavoz suiza de la Sociedad Internacional de Derechos Humanos (Ishr por sus siglas en inglés), Monique Schlegel, dijo a SEMANA que en los últimos años Europa ha visto crecer el clima hostil contra el Islam azuzado por políticos de derecha y líderes de opinión, "que han contribuido al aumento de la xenofobia y a la consiguiente reacción violenta de las comunidades musulmanas".

En Bélgica la policía detuvo la semana pasada a un belga de 38 años, convertido al Islam, que amenazó de muerte a cinco importantes líderes políticos, entre ellos la senadora socialista Mimount Bousakla, quien venía atacando distintas prácticas culturales islámicas e incluso llegó a pedir la disolución de la asociación Ejecutivo de los Musulmanes de Bélgica (EMB) por no haber repudiado el asesinato de Van Gogh. El arrestado (cuyo nombre se mantiene en reserva) acusó a los políticos de "intolerantes", pero actuó como un fanático religioso, cosa que fue firmemente condenada por el EMB.

En Alemania, el Reino Unido, España, Italia y Grecia, la policía realiza controles sobre los imanes, pues los consideran instigadores de esta marejada de radicalismo islámico con sus discursos incendiarios en las mezquitas. Esta semana, el juez Baltasar Garzón ordenó la detención del imán de Mataró (Cataluña), Samir Ben Abdellah, por su relación con los 31 musulmanes arrestados en los últimos dos meses y que tenían planes de atentados contra edificios de Madrid, como el estadio Santiago Bernabeu y la Audiencia Nacional, donde tiene su despacho Garzón. Sin embargo, la vigilancia sobre los imanes es difícil, pues cualquier 'buen musulmán' puede ejercer como predicador, y en Europa muchos ofician casi clandestinamente. Monir El Mesiry, el imán de la mayor mezquita de Madrid, ha pedido organizar un sistema de validación de los imanes, pero las tendencias del Islam se niegan a someterse a un mando superior que no sea Alá.

Europa tiene más de 30 millones de musulmanes y, según dijo a SEMANA el profesor Funke, "el problema se incrementa cuando el europeo medio les pide que abandonen su religión, que se 'modernicen' y que se integren a la sociedad volviéndose católicos, protestantes o ateos, como si las creencias y las culturas fueran un traje viejo que se pudiera tirar".

Las críticas contra el Islam en Europa se propagaron tras los atentados contra Estados Unidos en 2001 de la mano de los partidos nacionalistas, pero también de muchas personalidades como Van Gogh, quien se refería a los islamistas como "folladores de cabras"; la parlamentaria holandesa de origen somalí Ayaan Hirsi Alí, quien alentó al cineasta a hacer la película Sumisión y que tacha de "pervertido" a Mahoma y califica de "retrasada" la religión musulmana, y la periodista Oriana Fallaci, quien no ha cesado en los últimos años de atacar el Islam y la inmigración árabe, y en tono despectivo ha sugerido cambiarle el nombre a Europa por el de Eurabia.

"Los musulmanes nos sentimos heridos cuando vemos que no se respeta lo que uno considera sagrado", dijo a SEMANA el directivo de la asociación holandesa Islam y Ciudadanía, Yassin Hartog. "Algunos somos tolerantes, pero hay quienes se ofenden tanto que terminan siendo utilizados", agregó.

Pero según el escritor inglés Martin Amis, las raíces del fundamentalismo islámico son profundas: "Es una reacción a siglos de hombres humillados, pues ya tras perder la Alhambra, quedó la frase de la madre del sultán: 'No llores como mujer por lo que no supiste defender como hombre". Para Funke y las ONG consultadas, la intolerancia responde a la falta de políticas de integración de los inmigrantes, a quienes el Viejo Continente no debe asumir como mano de obra "bruta e ignorante", sino como ciudadanos con derechos jurídicos, culturales y religiosos.