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EXODO TRAGICO

La grave crisis económica obligo al gobierno a deportar cerca de tres millones de personas.

21 de marzo de 1983

Después de los éxodos de población que el gobierno de Pol Pot generó en Combodia de 1975 a 1979, en los que 3 de los 7 millones de habitantes fueron arrancados de sus ciudades para ir a morir, la mayoría de ellos, en campos de concentración, no se había vuelto a dar en el mundo -con excepción de 45 mil en Uganda y 20 mil en Ghana- migraciones forzadas de semejantes proporciones. Sin embargo, este año, una calamidad parecida, aunque bastante menos cruenta que la del caso camboyano, ocurrió en Africa.
Cerca de tres millones de personas, en su mayoría obreros, artesanos y empleados, de diferentes nacionalidades y lenguas, tuvieron que enfrentar a mediados de enero pasado, el triste destino de salir de la noche a la mañana de Nigeria, en cumplimiento de una orden de Shehu Shagari, presidente de ese país, quien no halló otra salida a la crisis económica nigeriana que volcar sobre los países vecinos una muchedumbre de extranjeros, culpables de una sola cosa: haber ido a Nigeria en busca de un empleo.
Así, atropellándose en camiones, buses, aviones y barcos, comenzó a mediados de enero pasado la gran movilización, que concluyo hasta hace pocos días. Probablemente en ella un millón de personas tuvieron que regresar a Ghana, tras cruzar los territorios de Benin y Togo; medio millón se trasladó a Chad, atravesando Nigeria; casi 160 mil fueron a Niger, y otros cientos de miles se dirigieron a las repúblicas de Togo, Benin, Alto Volta, Camerún y Malí .
Aunque ningún gobierno rechazó el retorno de sus nacionales, varias fronteras fueron cerradas durante días, intoxicando las carreteras con los deportados. Cientos de miles tuvieron que pernoctar a la intemperie, sin servicios sanitarios ni alimentos. Decenas de personas murieron de hambre y fatiga tras varios días de caminata, y otras tantas perecieron en el puerto de Lagos o en accidentes, al chocar sus carros y camiones en las autopistas, configurando lo que un periodista fránces llamó "el más monstruoso éxodo que haya conocido el Africa moderna".
Rodeada de países más pobres que ella misma, la prosperidad ficticia de Nigeria, nación petrolera por excelencia -el 90% de sus exportaciones son de petróleo, lo que equivale al 80% de los ingresos del Estado- atrajo en los años pasados a estos millones de africanos. Pero las recientes presiones de los países consumidores de petróleo para mermar los volúmenes de explotación y los precios del crudo, tuvieron un impacto directo sobre la economía de Nigeria. De dos millones de barriles diarios a 40 dólares el barril, que exportaba a comienzos de 1981, este año Nigeria cayó menos de un millón de barriles diarios a 35.5 dólar por barril. Esto implicó que los ingresos anuales del pais -que eran de 27 mil millones de dólares en 1980- se redujeron a sólo 16 mil millones en 1982, con los obvios efectos: drástica limitación de las importaciones, revisión del plan de desarrollo y un presupuesto de austeridad para 1983.
Varios grandes proyectos de obras públicas tuvieron que ser aplazados, muchas fábricas cerraron y el desempleo creció dramáticamente. La salida que encontró Shagari a esta crisis fue acusar a los trabajadores extanjeros de drenar la economía del país y fomentar el desempleo, conminándolos a salir de Nigeria en el término de 15 días. Tal medida, calificada como "inmoral" por Nnamdi Azikiwe, un líder de oposición, estaba sin embargo calculada para producir dividendos políticos en favor del presidente. 1983 será el año electoral de Nigeria, en el que Shagari, elegido en 1979, deberá enfrentarse a otros cuatro grandes partidos. Una reducción del desempleo, a pesar del brutal método empleado, podrá definir la continuidad del gobierno en una contienda electoral que será la primera bajo control de los civiles, en un país con solo 4 años de experiencia democrática y con un pasado de 13 años de dictadura militar.
Pero para los otros países involucrados en el masivo éxodo, la solución de Shagari solo significará problemas. El régimen izquierdista dirigido por el teniente de aviación Jerry Rawlings, en Ghana, podrá perder estabilidad al recibir un millón de personas que su economía no puede absorber a corto plazo. E igual suerte podrán correr los otros países de Africa occidental, como la pequeña Benin, o Chad, que acaba de salir de una sangrienta guerra civil.