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El gobierno de François Hollande no logra despegar. Solo 27 por ciento de los franceses lo apoyan. | Foto: AFP

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Francia, la república inmoral

El ministro de Hacienda provocó un sismo político al aceptar que tiene una cuenta bancaria en Suiza. El escándalo debilita aún más al impotente gobierno de Hollande y refuerza a los extremistas de derecha.

13 de abril de 2013

La entereza y convicción con la que Jérôme Cahuzac, hasta hace un mes ministro de Hacienda francés, juró y rejuró durante cuatro meses no tener una cuenta bancaria en Suiza, recordó la firmeza con la que François Mitterrand, hace tres décadas, negó estar enfermo poco después de haber sido diagnosticado de un cáncer de próstata que no estaba dispuesto a revelar: “Me preguntan cómo estoy. Reconozco que a veces me da por estornudar”.

Cahuzac se refería a una grabación sonora publicada en diciembre del año pasado por el diario digital Mediapart. El ministro, una pieza clave del gobierno para llevar a cabo su política económica de transparencia en medio de la crisis, negó rotundamente ser el hombre de la cinta. Sin embargo, cuando el mes pasado la Justicia afirmó que la voz coincidía, decidió renunciar y dos semanas después confesó tener una cuenta con 600.000 euros. Aunque pidió perdón al país y al presidente, hoy está imputado por blanqueo y fraude fiscal.

La confesión cayó como una bomba sobre el gobierno socialista de François Hollande. “El problema de Hollande es que había hecho de la moral un elemento de su discurso, lo que nunca hizo la derecha. Es un duro golpe para él y para toda la clase política”, le dijo a SEMANA Jean-Marie Donegani, director de la revista Raisons Politiques del Instituto de Estudios Políticos de París. Como si fuera poco, días más tarde el periódico Le Monde reveló que Jean-Jacques Augier, tesorero de campaña de Hollande, es accionista de dos sociedades offshore en las Islas Caimán. 

Las revelaciones llegaron en el peor momento. François Hollande, considerado un tibio sin liderazgo, ha alcanzado un record de impopularidad sin precedentes pues lo apoya solo el 27 por ciento de los franceses. Con una histórica tasa de desempleo de 10,8 por ciento, las medidas del gobierno –como beneficios fiscales por 20.000 millones de euros para las empresas y el recorte de los gastos públicos– parecen irrisorias. 

El expresidente Nicolás Sarkozy, que ya había dicho que si su patria lo necesitaba él se sentiría obligado a candidatizarse en 2017, hubiera podido aprovechar la coyuntura para regresar triunfalmente, si no fuera porque está lejos de resolver sus problemas judiciales. Poco después de la acusación contra Cahuzac , Sarkozy fue imputado por supuestamente haberse aprovechado del estado senil de Liliane Bettencourt, la ultramillonaria dueña de L’Oréal, para pedirle dinero para su campaña de 2007. 

En ese contexto, el discurso que cunde es el “todos (los gobernantes) podridos” que proclama Marine Le Pen, a la cabeza del xenófobo Frente Nacional. La desilusión ha llevado a parte de los electores tradicionales a votar por los ultranacionalistas, cada vez más populares, como ocurrió en marzo durante las legislativas en el departamento de Oise, cuando el candidato lepenista casi gana con el 48,6 por ciento de los votos.

Esta semana Hollande prometió una ley sobre la moralidad política que contempla crear una instancia especial para controlar el patrimonio de los ministros y los congresistas. Sin embargo, la medida no parece suficiente. “Hollande solo podría salvarse con un cambio de ministros y de primer ministro en un momento pertinente. Y, por supuesto, si en 2014 el desempleo cede”, dijo a esta revista Olivier Duhamel, especialista de los gobiernos de la Quinta República.

He ahí el quid del asunto: el escándalo no es más grande que los de los gobiernos anteriores, pero en el contexto de una austeridad sin precedentes, la mentira de Cahuzac rebozó la paciencia del país. El gobierno solo tiene una opción: lograr impulsar el crecimiento económico y demostrar que el ministro de Hacienda fue un caso aislado. Si no lo consigue, los franceses destronarán a Hollande sin piedad en las presidenciales de 2017, y lo que es peor, podría ser la hora de la extrema derecha. 

El periodismo que hace temblar a la república

Un medio electrónico, joven y arriesgado es el nuevo zar de la información en Francia.

Visto al comienzo como un panfleto digital fundado por un puñado de izquierdistas, Mediapart se ha convertido en la referencia de la prensa de denuncia. El célebre periódico Le Monde o el contestatario Libération han visto cómo el sitio ha logrado quitarles el puesto de medios independientes, posición que quedó confirmaba con la revelación del affaire Cahuzac.

La competencia, celosa, no ha tenido otra opción que reconocer lo evidente: Mediapart hace temblar la República. El medio ha revelado los peores affaires de la derecha: el posible financiamiento de la campaña presidencial de Édouard Balladur en 1995 gracias a comisiones de una venta de submarinos a Pakistán; el dinero ilegal de la multimillonaria Liliane Bettencourt que habría entrado a la campaña de Sarkozy en 2007; y los 50 millones de euros que el expresidente habría recibido del depuesto dictador libio Muamar Gadafi. Con la caída de Cahuzac, el diario digital demostró que ni la izquierda se salva de sus investigaciones. 

 A la cabeza de Mediapart se encuentra uno de los rostros más conocidos del periodismo francés: Edwy Plenel, director de redacción de Le Monde de 1996 a 2004. Plenel comenzó su carrera en los años setenta en el periódico Rojo, de la Liga Comunista Revolucionaria y en 1980 integró el equipo de redacción de Le Monde. En marzo de 2008, luego de su ruptura con el diario, fundó Mediapart bajo un modelo de financiamiento por suscripciones para preservar la independencia periodística.

Mediapart hoy tiene enemigos por doquier. Xavier Bertrand, cuando era secretario nacional del Partido Conservador UMP, calificó sus métodos de “fascistas” luego de que el medio publicara grabaciones comprometedoras del affaire Liliane Bettencourt. El sitio también ha recibido duras críticas de sus colegas. El reconocido periodista Jean-Michel Aphatie se fue lanza en ristre en Twitter contra el sitio después de la publicación del affaire Cahuzac: “Los ataques de ‘Mediapart’ contra el señor Cahuzac nos llevan a las horas más oscuras de nuestra historia”, escribió, creyendo que el medio no tenía pruebas contundentes.

Detrás de las denuncias más importantes de Mediapart está el periodista Fabrice Arfi, de solo 32 años. Amenazado de muerte en una ocasión e insultado en varias, toma frecuentemente prestada una frase del historiador Pierre Nora para justificar la prensa de riesgo que propone el sitio de internet: “El verdadero periodista es el que prende la mecha quemándose los dedos”.