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FRENCH CONNECTION

En la última teoría sobre el asesinato de Kennedy, la pista llega hasta el Cartel de Medellín.

28 de noviembre de 1988

Entre los misterios del siglo XX, muy pocos resultan tan apasionantes como el que rodea el asesinato del presidente norteamericano John F. Kennedy. Cada cierto tiempo y en forma cíclica, aparecen y desaparecen las más variadas teorías, unas peregrinas y otras no tanto, que intentan explicar todas las circunstancias del magnicidio.

La semana pasada le dió la vuelta al mundo una nueva tesis según la cual, el asesinato habría sido cometido por un trío de hampones franceses -uno de los cuales viviría actualmente en Medellín-contratados por la mafia corsa, en desarrollo de un contrato de asociación con sus homólogos norteamericanos. El autor de la nueva teoría es el periodista estadounidense Steve Rivele, y quien la lanzó con toda pompa en una de las cadenas privadas de televisión de la Gran Bretaña fue el realizador inglés Nigel Turner.

La teoría se basa en la premisa, a todas luces verosímil, de que la mafia norteamericana quería quitar de en medio al presidente Kennedy, quien, en unión de su hermano Robert, a la sazón Procurador General, había lanzado una campaña de grandes proporciones para terminar con el crimen organizado. Como en otras teorías de esta naturaleza esta naturaleza, el acusado Lee Harvey Oswald, quien fue asesinado sólo dos días más tarde, no habría sido más que un chivo expiatorio que, por otra parte, no hubiera podido físicamente llevar a cabo el atentado sin el apoyo de toda una conspiración.

El complot, siempre dentro de la idea de Rivele, habría sido organizado de tal forma que los autores de los disparos fueron tres asesinos franceses. Estos, indentificados como Saubeur Pironti, Roger Bocognoni y Lucien Sarti, habrían conformado en 109 años sesenta una organización criminal muy parecida-según la apreciación de un diario-a los grupos de sicarios que operan hoy en las ciudades colombianas.

La versión se construyó a partir del testimonio de personas que por una u otra razón presenciaron los hechos pero se habían abstenido de declarar por miedo a las consecuencias. Sin embargo, el hecho de que el testigo principal sea un presidiario frances llamado Christian David, en opinión de algunos observadores, resta credibilidad a la novedosa tesis. Como es lógico, el informe de Turner y Rivele apunta sus baterias contra la verdad oficial, que está consignada en el famoso reporte Warren, fruto de varios años de investigaciones del gobierno norteamericano. Según algunos observadores, muchas de las bases sobre las que descansa ese informe, especialmente la afirmación de que Oswald obró en solitario, son minuciosamente demeritadas por Rivele.
Los autores de la película inglesa afirman que en el lugar de los hechos había al menos tres fusiles que dispararon sobre Kennedy cuatro balas, de las cuales tres dieron en el blanco.
Una foto en la que se adivina la presencia de un hombre disfrazado de policía disparando sobre el presidente, es la prueba más sólida de esa afirmación. Para los autores, el hecho de que los testimonios gráficos demuestran que la cabeza de Kennedy se movió violentamente hacia atrás, evidencia que el disparo fatal no pudo provenir del sitio desde donde se supone que Oswald hizo su disparo.

Se trata, sin embargo, de afirmaciones respaldadas por pruebas muy débiles, como la silueta de un hombre en una foto o el testimonio de testigos de poca credibilidad. Al final de la semana, el castillo de naipes pareció a punto de derrumbarse estrepitosamente. Uno de los inculpados Saubeur Pironti, hizo su aparición en Marsella para desmentir su participación en el complot, con pruebas que parecen contundentes, pues en esa época se encontraba prestando el servicio militar. Roger Bocognoni, según la policia francesa, se encontraba preso en una cárcel de Marsella bajo una acusación de asesinato y, por lo demás, desapareció del mapa hasta el punto que, se afirma, vive en Medellín bajo un nombre supuesto, casado con una mujer paisa y vinculado al cartel de la droga. Eso deja al tercer incriminado, Lucien Sarti, como el único que podría haber participado en el crimen, pero Sarti fue muerto por la policía mexicana en 1972 y se llevó su secreto a la tumba.

Por lo pronto, todo parece indicar que esta nueva tesis sobre el asesinato de Kennedy se cayó, como tantas anteriores, por su propio peso y, por ende, sigue sin saberse quién mato en 1963 al hombre más poderoso del mundo, el presidente de los Estados Unidos. --