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A M E R I C A    <NOBR>L A T I N A</NOBR>    <NOBR></NOBR>

Frontera investigada

La confluencia de Paraguay, Brasil y Argentina, que tiene una gran colonia árabe con vínculos poco recomendables, está en la mira de la CIA.

30 de julio de 2001

Con los atentados de Nueva York los servicios de inteligencia mundiales han vuelto su mirada a la Triple Frontera de Argentina Brasil y Paraguay, un centro internacional de contrabando donde se fraguan todo tipo de operaciones ilegales.

La semana pasada Francis Taylor, coordinador de antiterrorismo del Departamento de Estado, manifestó que Estados Unidos está “muy preocupado por los extremistas que operan en la zona”, es decir, por la presencia de grupos fundamentalistas islámicos. El funcionario había identificado en una audiencia ante el Congreso a tres grupos con células en la zona. El Hezbollah, que opera en Líbano con apoyo iraní, del cual se sospecha que organizó el atentado contra la sede de la mutual judía Amia en Buenos Aires en 1994. También se investiga la existencia de células de al-Gaamat, grupo egipcio de la red de Osama Ben Laden, y del grupo palestino Hamas.

Miles de personas cruzan diariamente de Puerto Iguazú (Argentina) a Foz de Iguazú (Brasil) y a Ciudad del Este (Paraguay) sin que nadie verifique sus documentos, algo ideal para los que buscan cometer delitos. En ese vértice fronterizo vive una importante comunidad árabe. En el puerto libre de Ciudad del Este viven 15.000 libaneses que se dedican al comercio y en Foz de Iguazú hay otros 8.000 libaneses radicados.

Según la prensa brasileña la CIA habría pedido buscar en la zona a Sahar Hassam Abud Hamanra, mujer del egipcio El Said Mohamed Mokhless, detenido en Uruguay en 1999. La pareja vivía en Foz de Iguazú hasta que El Said fue capturado, acusado de un atentado en la ciudad egipcia de Luxor en 1997 en el que murieron 58 personas. En 1999 el servicio de inteligencia informó sobre la presencia de agentes de la organización Ben Laden y la colaboración entre grupos de las dos corrientes del Islam, sunnitas y chitas.

Según Clarín el informe sostiene que: “Grupos minoritarios responden a Ben Laden ante cierto retroceso de la influencia de los iraníes y del Hezbollah. Recolectan fondos, adoctrinan, reciben prófugos y brindan entrenamiento militar básico como armar bombas caseras pero no habilitaron ningún campo de entrenamiento. Uno de los agentes de Ben Laden es el egipcio Al Said Hassan Hussein Mokhless, quien constituyó células terroristas en Foz de Iguazú para recaudar fondos y mandarlos a Oriente Medio a realizar tareas como falsificar pasaportes. Mokhless, que fue entrenado en Afganistán e integraba la ‘Yama Islámic’”, tenía como misión tomar contacto con simpatizantes del Hamas (Palestina) y el Hezbollah. Luego Mokhless fue detenido y comenzó una batalla para que Uruguay conceda la extradición. (...) Hoy no existen diferencias operativas entre sunnitas y chiítas en la Triple Frontera, desde donde se sospecha que se mandaron los detonadores usados en el atentado contra la Amia y por donde ingresaron sus autores”.

La recomendación de Estados Unidos de crear una fuerza antiterrorismo conjunta para la Triple Frontera no fue bien recibida por el Mercosur, que ya creó un Comité Interamericano de Lucha contra el Terrorismo. La mayor resistencia es de Brasil, que se opone a cualquier presencia de tropas norteamericanas, como ya lo ha hecho ante el Plan Colombia. Pero se sabe que la Agencia Brasileña de Inteligencia Nacional está espiando a la comunidad islámica de su país, compuesta por un millón y medio de personas. El tema de la persecución a los terroristas musulmanes apenas comienza en América Latina.