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FUJIMORI A LA POLACA

Un desconocido proveniente de Perú, y acusado de ser miembro del cartel de Medellín, se convierte en la gran sorpresa de las elecciones polacas.

31 de diciembre de 1990

"Si Tyminski está loco, ¿cuántos polacos lo están?", fue una de las frases que se escucharon en la televisión de ese país durante la noche de las elecóciones presidenciales del pasado domingo 25 de noviembre. Y esa es la pregunta que resulta fiel reflejo de la situación que vive Polonia después de la conmoción política que produjo la candidatura y la posterior votación obtenida por el "Fujimori", polaco, Stanislaw Tyminski.
No sólo porque se trata de un emigrado desconocido que llegó a Polonia justo para participar en la contienda electoral. El punto es que logró en tiempo récord ganarse la simpatía que tanta lucha y tantos sin sabores les ha costado a líderes como Lech Walesa o Tadeusz Mazowieki, hoy contrincantes y antiguos socios en el sindicato Solidaridad. Y no solamente porque atenta contra lo que con grandes dificultades han logrado los líderes sindicales en su lucha contra el comunismo y por la democracia. También porque parece querer introducir en este país, bisoño en la política, las costumbres electorales típicas del más puro republico bananerismo".
Su irrupción en la vida política del país hace apenas unos meses se tomó inicial mente en broma. Pero el éxito de su libro "Los perros santos", un manifiesto capitalista en donde formula toda clase de recetas para el futuro económico de Polonia. despertó la inquietud de algunos pocos. Y cuando en menos de nada y gracias a la ayuda de muchos billetes de dólar logró conseguir las 100 mil firmas que se requerían para ser aspirante presidencial, la preocupación tomó ribetes más serios. Sin embargo, cuando comenzaron a ventilarse algunas de las actividades de su misteriosa hoja de vida, ahí sí fue Troya.
Pero al parecer ya era demasiado tarde. El populismo de Tyminski y la desconfianza del electorado en asuntos económicos frente a los otros candidatos, se habían convertido en el mejor caldo de cultivo para el "Fujimori", polaco. Stam, como lo llaman sus amigos, es un hombre del que se tejen las más variadas memorias. Ex agente del KGB, traficante de armas, negociante oscuro y hasta socio del cartel de Medellín, han sido algunas de las acusaciones que el pueblo polaco ha escuchado atónito sobre este curioso personaje que se ha presentado como una especie de Mesías de la riqueza.
No habla correctamente su idioma, no conoce a la mayoría de las personas públicas de su país y de él no se sabe prácticamente nada. Y sin embargo, convenció a millones de personas con la idea de que los haría tan ricos como él. "Soy un hombre rico y les ensenaré a ustedes a serlo", fue uno de los mensajes que terminó por darle dividendos en un pueblo que en el último año ha visto cómo se pierde una tercera parte del poder adquisitivo. En una encuesta realizada durante la noche eleetoral, el 56 por ciento de los polacos afirmaba que elegiria a Tyminski como el candidato al que le entregaría su dinero para obtener ganancias, mientras que a Walesa sólo se lo entregaría un escaso 15 por ciento de los polacos
La biografía de la sorpresa electoral polaea es un poeo confusa. La historia oficial dice que abandonó su país en 1969 con destino a Suecia, luego se marchó a América donde hizo su fortuna en Canada y Perú. En Canada es dueño de una empresa de materiales electrónicos que le produce medio millón de dólares anuales y sólo tiene nueve empleados. Es además el líder del partido Libertario que en las pasadas elecciones canadienses obtuvo un 0.3 por ciento de los votos. El diario canadiense Gloe and Muil publicó recientemente un reportaje en el que decía que era el "único caso del mundo en donde un ciudadano con tres nacionalidades no tiene ningún pasado conocido".
La imagen que proyectó Tyminski durante la campaña de ser un hombre modesto y que a pulso logra hacerse millonario y que regresa a su país como el hijo pródigo, ha hecho mella en algunos sectores de la población polaca, en donde lo unico que reina es la desorientación. Con habilidad asombros vendió la idea de que la situación de Polonia era semejante a la del Perú y de contera consiguió su inmediata comparación con el presidente Fujimori. Esta estrategia fue la que lo llevó obtener un 28 por ciento de los votos mientras que Walesa lo superaba apenas por un escaso 40 por ciento y Mazowieki quedaba en el tercer lugar con un 19 por ciento.
El resultado obtenido por Stanislav Tyminski demuestra la desilusión de electorado polaco con la política y sobre todo con la división de Solidaridad provocada por la campaña presidencial iniciada hace algunos meses por su dirigente Walesa. La lucha fratricida entre el líder obrero y su otrora compañero de "armas", permitió al "peruano" aprovechar habilmente su independencia frente a las camarillas políticas polacas. Y curiosamente, las campañas de desprestigio emprendidas contra Tyminski, se volvieron como un bumerang en contra de Walesa. Y la perspectiva de enfrentarse en la segunda vuelta al "Fujimori" polaco, que había calificado el líder obrero de "macabra" días antes de las elecciones, se había hecho una realidad.
La situación de los polacos quedó, después de las elecciones, pendiente de una segunda vuelta presidencial y tanto Mazowieki como Walesa se han visto obligados a jugar con el truco de amenazar con la renuncia para intentar llamar la atención sobre el pueblo votante.
Y aunque cada uno prefiere que quien se retire en serio sea el otro, al que parecia corresponderle por haber sido el fulminante derrotado es al ex consejero del líder de Solidaridad y hasta la semana pasada primer ministro, Tadeusz Mazowieki. Y cuando lo hizo, Lech Walesa tuvo que dar reversa para pedirle su apoyo para enfrentar al recien llegado. Porque Tyminski parece producir más temor en la clave política polaca, que el que produjo, en su día, el hoy presidente Alberto Fujimori a los tradicionales caciques peruanos.