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El alcalde electo de Managua, Alexis Argüello, celebra su triunfo cuestionado en las elecciones municipales, al lado del presidente sandinista Daniel Ortega.

NICARAGUA

Gancho a la oposición

En medio de la turbulencia electoral en Nicaragua, una leyenda del boxeo latinoamericano se prepara para asumir la alcaldía más importante del país. 

6 de diciembre de 2008

Después de mucho tiempo, Alexis Argüello volvió a levantar los brazos en señal de victoria. Pero no lo hizo para celebrar un triunfo en una de sus legendarias peleas, sino cuando supo que había vencido a un peso pesado de la política nicaragüense, Eduardo Montealegre, en las elecciones que definieron el nuevo alcalde de Managua.  

Para Argüello, ocupar el segundo puesto en importancia del país no es sólo un avance político. Es también un logro personal que le recuerda sus comienzos en un barrio obrero de Managua, donde creció en un rancho con su familia de zapateros. "Yo he venido de la pobreza. Yo sé qué es necesitar. El indio se vincula con el plebeyo y yo soy un indio", contó a SEMANA para explicar por qué ganó los votos de la clase más pobre de la capital.  

La pobreza también llevó a que Argüello dejara el colegio cuando era un adolescente y buscara fortuna en el boxeo. Desde muy temprano, el éxito del 'flaco explosivo' fue arrollador y cuando tenía 22 años logró su primer título mundial. Posteriormente, otros dos campeonatos globales en categorías diferentes trajeron consigo la fama y el dinero, pero también el alcohol y las drogas. Esa no fue su única decepción. En los años 80 los sandinistas, liderados por el hoy presidente, Daniel Ortega, lo declararon persona non grata, le embargaron sus propiedades y le impidieron entrar a Nicaragua para enterrar a su madre.  

Hoy, Argüello considera este problema un asunto del pasado. Se reconcilió con Ortega y bajo la bandera del Frente Sandinista de Liberación Nacional declaró su triunfo en las elecciones, que sumieron a Nicaragua en la violencia y que han sido criticadas abiertamente como fraudulentas. Como contó a SEMANA Luis Benavides, el único magistrado del Consejo Supremo Electoral que no ratificó la victoria de los sandinistas, "hubo una cantidad de irregularidades tanto durante el proceso electoral como previo al mismo. Cuando las cosas son con secretos y sin igualdad de condiciones, ¿qué más se puede esperar?"  

Pero las acusaciones no provienen sólo del magistrado Benavides y de la oposición, que está haciendo todo a su alcance para que se anulen los resultados en el Congreso, que está paralizado. Organismos internacionales como la ONU y la OEA también han mostrado su intranquilidad por una situación que varios analistas consultados por esta publicación consideran "un secreto a voces". Además, tanto Estados Unidos como varios países de la Unión Europea ya tomaron cartas en el asunto y congelaron paquetes de ayuda humanitaria que destinaban con regularidad a Managua.  

Argüello no le da mucha importancia al tema del fraude y responde tajantemente: "¿Acaso qué espera usted del que pierde? ¿Le va a tirar flores?". Por el momento, lo cierto es que Nicaragua está en el limbo. La polarización política está afectando la economía de uno de los países más pobres del hemisferio e incluso tiene en jaque la democracia. No en vano, como resumió Rosa Marina Zelaya, abogada y ex presidenta del Consejo Supremo Electoral, "la gran pregunta es si realmente Argüello va a poder tomar posesión de su cargo y si logra hacerlo, cómo va a ejercer cuando hay tantos cuestionamientos. Este todavía es un capítulo que no se ha cerrado en Nicaragua".