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GANO GARCIA

Sin pena ni gloria terminó la "rebelión" del coronel Ochoa

14 de febrero de 1983

Tan sólo 6 días le duró la fiebre rebelde al coronel Sigifredo Ochoa Pérez, jefe militar del departamento de Cabañas, fronterizo con Honduras, quien tras una reconvención del presidente Magaña, abandonó su postura y se trasladó a San Salvador, donde su esposa se hallaba recuperándose de un extraño accidente automovilístico poco después de visitarlo en Sesuntepeque.
Pidió disculpas al ministro de Defensa, general José Guillermo García, a quien horas antes insultaba, dijo estar dispuesto a irse a donde lo mandaran y lacónicamente exhortó a que hubiera "Más preocupación y comunicación entre el alto mando y la fuerza armada en general". Sin embargo, la rebelión en sí, aunque nunca fue un intento de golpe de Estado, mostró las grietas que aquejan el ejército salvadoreño, que durante los tres años de guerra con el FMLN ha tenido más de 3.500 bajas entre muertos y heridos.
Atenazado por esa guerra, en el ejército al parecer se han cristalizado dos bloques: un sector que busca profundizar la guerra civil mediante el envolvimiento en el conflicto de amplios sectores de la población, mientras el segundo intenta renovaciones tácticas y un período de mayor profesionalización de la fuerza armada para dar, en breve, golpes "definitivos" a la guerrilla.
Tales diferencias explicarían el reciente conflicto. Ochoa es muy allegado al gestor del primer bloque, el ex mayor Roberto D'Aubuisson, mientras que García es visto como cabeza del segundo. D'Aubuisson y García tuvieron enfrentamientos a finales del año pasado y las acusaciones de corrupción lanzadas ahora por Ochoa contra el ministro de Defensa coincidieron con las hechas por Arena, el ultraderechista grupo de D'Aubuisson.
Tal preocupación por la mejor forma de enfrentar al FMLN ha llegado constantemente a la embajada norteamericana, uno de cuyos voceros militares recientemente reconoció que si el ejército no tiene avances significativos pronto, en un plazo de seis meses podría verse obligado a abandonar buena parte del campo y recluirse en los cuarteles, ante la imposibilidad de proteger la producción y continuar con la iniciativa en lo militar.
Durante la insubordinación de Ochoa, el FMLN se tomó a Chalatenango, donde capturaron 52 soldados y paramilitares, y atacaron otros cuatro pueblos aledaños.--