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GOLPE BAJO

El golpe contra el presidente haitiano Jean Bertrand Aristide sume al país caribeño en una nueva orgía.

4 de noviembre de 1991


ASI TODO LO QUE TIENE QUE VER CON LA política en Haití es oscuro, como la piel de la mayoría de sus habitantes y como el vudu que practican como testimonio de sus raíces.
Oscuro también como las motivaciones de sus golpes de Estado, cuyas circunstancias invariablemente son turbias y sangrientas. El de la semana pasada fue un golpe haitiano en toda la regla. Asesinatos, un militar que promete elecciones, las barricadas de llantas quemadas en las calles, los soldados disparando a capricho sobre todo lo que se mueva, los hospitales y las morgues repletas. Lo ùnico que podría difereneiar este golpe de los tres anteriores, sería el retorno de Jean Bertrand Aristide a la Presideneia. Pero ese objetivo, al cierre de esta edición, todavía no se veía con claridad en el horizonte. Los hechos comenzaron en la tarde del domingo, cuando se presentaron los primeros motines los primeros motines en un campo de entrenamiento militar en Freres (en las goteras de Puerto Príncipe y en una estación policial del centro. Al amanecer del lunes, todo era confusión. Pero al final de la tarde el ministro de Relaciones Exteriores Jean-Robert Sabalat informó que el Presidente había sido puesto preso y llevado al cuartel general del Ejército. situado a unos 200 metros del Palacio Nacional. Entre tanto el caos se apoderaba del país. En la Penitenciaría Nacional resultó muerto el anterior golpista Roger Lafontant, ex comandante de los fatídicos Ton-Ton Macoutes, matones estatales de la época de la tiranía Duvalier Los choques entre los soldados y los partidarios de Aristide dejaron un saldo inicial de 30 muertos, aunque algunos extranjeros declararon que los cadáveres en las calles se contaban por centenares. En las manifestaciones antigolpistas en cité Soleil, una barriada marginal del norte de Puerto Príncipe, fueron varios los muertos, esta vez en las filas militares Sabalat informaba que se llevaban a cabo negociaciones con los alzados, para