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GOLPE DE NOSTALGIA

Un mercenario francés cierra su carrera con el último derrocamiento de su vida.

6 de noviembre de 1995

DURANTE LOS ULTIMOS 30 años Bob Denard, de 66, dedicó su vida a alquilar sus servicios como soldado de fortuna a múltiples líderes africanos singularizados por dos condiciones: ser anticomunistas y gozar de la simpatía oficial francesa. Pero la semana pasada en las Comoros, mientras esperaba la llegada de las tropas enviadas desde París para capturarlo, el viejo mercenario supo que su carrera había terminado. Su derrota final fue para él la confirmación de que ese mundo dividido tan claramente entre amigos y enemigos, en el que se había movido como pez en el agua, había llegado a su fin.
Apoyado en un tratado de defensa mutua, París envió unos 1.000 infantes de marina y soldados de la legión extranjera que llegaron a la región en buques de guerra y desembarcaron a bordo de lanchas rápidas y helicópteros artillados. Su objetivo: sofocar la insurrección dirigida por Denard contra el presidente de la minúscula ex colonia francesa, Said Mohammed Djohar. Al cabo de pocas horas y casi sin un tiro de por medio, el presidente fue liberado.
La sensación en París era la de un problema doméstico resuelto a miles de kilòmetros de su territorio. Incluso mientras las tropas se disponían a rodear sus posiciones, Denard concedía declaraciones a la radio y a la televisión francesas. "Estamos atrapados y saldremos de esto en forma honorable. Eso hubiera podido resolverse con un poco más de flexibilidad", decía. Comenzó entonces la parte más curiosa: a pesar de su superioridad numérica y en equipo (Denard disponía de unos 30 mercenarios blancos y unos 300 soldados rebeldes de Comoros), los oficiales franceses se sentaron a 'negociar' con el viejo aventurero. No era para menos, si se tiene en cuenta que el mercenario había sido profesor de varios de los oficiales enviados a capturarlo.
Probablemente Denard no esperaba la reacción francesa, teniendo en cuenta sus antecedentes. Pero esta vez era claro que el gobierno de París no estaba para bromas y quería disipar los rumores de que estaba detrás del golpe. Apabullado por las críticas contra sus pruebas nucleares y lleno de problemas por la situación de su ex colonia Argelia, el presidente Jacques Chirac consideró la acción de Denard "una afrenta para Francia".
Según quienes lo conocen, en esta ocasión Denard no estuvo a la altura de su historial, que incluyó otro golpe en las Comoros en 1975. "Actuó movido por sentimentalismos, no fue el hombre racional de siempre", declararon. Su problema, según él, era de honor. El presidente Djohar había apresado a sus amigos y eso no era aceptable. Incluso se robaba la nómina del ejército. Y él, casado con una nativa y 'comorano de corazón', no podía quedarse quieto. Sólo que encontró que las cosas ya no son como solían.