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MEDIO AMBIENTE

La triste desaparición de los gorilas

La guerra y los cazadores furtivos han hecho que el planeta haya perdido el 70 % de esta increíble especie, la más parecida que existe al hombre. ¿Tienen salvación?

10 de septiembre de 2016

La lista roja de animales en vía de extinción siempre suele dar malas noticias. El anuncio de esta semana no fue la excepción. En el Congreso Mundial de la Naturaleza (UICN), que se realiza estas semanas en Hawai, los organismos encargados de hacer esta medición lanzaron una señal de alerta. En el mundo, sólo quedan 5,000 gorilas.
 
La cifra es preocupante y pone a ese gigante en un grave peligro de dejar de ocupar los bosques de la tierra. Significa que más del 70 % de los miembros de esta especie ha desaparecido en los últimos 20 años. Según la UICN, en el 2015 la población de una especie de gorilas, los denominados gorilas de la llanura, se había reducido en un 77 % al pasar de 16,900 primates en 1994 a 3.800 hasta el año pasado.


 
No es el único animal en esa situación. En el congreso organizaciones ambientalistas denunciaron que el tráfico ilegal de vida silvestre es el cuarto tráfico mundial por su tamaño, con un valor estimado de 7000 a 23.000 millones de dólares cada año.
 
La famosa primatologa Jane Goodall fue una de las voces que clamó para que la humanidad evite la extinción de los animales que ella ha estudiado toda la vida. "Tenemos una ventana aún para salvarles, pero no es muy grande y habría que abrirla antes de que el cambio climático y las enfermedades agraven la situación de esta especies, tan cercanas al hombre", le dijo a la agencia EFE.
 
Los gorilas son víctimas de una mezcla de realidades: la destrucción de su hábitat, el efecto invernadero y la crueldad de los cazadores que a veces los cazan solo por deporte. Pero existe un elemento paradójico e inevitable que los ha puesto en jaque: la guerra.
 
Los gorilas son las víctimas invisibles de las diferentes guerras civiles que se han vivido en África. Por ejemplo, en Uganda se presentó entre 1981 a 1986. En Ruanda se dio desde 1990 hasta 1994 culminando con el genocidio en el que murieron aproximadamente más de un millón de personas.  En la República Democrática del Congo, otro conflicto estalló de 1997 a 1999. Eso sin mencionar que ninguno de esos países ha podido verdaderamente alcanzar la paz.
 
Según la UICN,  la desaparición de los gorilas se debe a que “esta cacería ilegal ha sido facilitada por la proliferación de armas de fuego resultado del aumento de la inseguridad en la región. Esta tasa de pérdida de la población está casi tres veces por encima de la definición de especie en peligro crítico”.
 
No a todos los gorilas, sin embargo, les va mal. Después del genocidio, Ruanda decidió cambiar la imagen del país y apostarle a convertirse en un polo de turismo ambiental sostenible. En especial porque en uno de sus Parques Nacionales, Volcanos, habitan centenares de gorilas. Miles de extranjeros pagan tarifas de más de mil dólares por ir a ver estos animales en su estado natural.
 
Según World Wildlife Foundation, por cuenta de esto, la población de gorilas de montaña en Ruanda ha aumentado en un 30 %. Esto se explica en el hecho de que las comunidades han empezado a respetar más la especie ya que son conscientes de los beneficios, principalmente económicos,  que para ellos trae el turismo.
 
Hoy en día, los antiguos cazadores son los guías, guardabosques o porteros de los parques naturales. Aproximadamente se están obteniendo ganancias alrededor de los 20 millones de dólares por concepto de divisas, a pesar de que el ingreso de turistas es limitado con el objetivo de preservar el hábitat, la especie y las comunidades que habitan estos entornos y perturbar al mínimo sus espacios. Este modelo parece, hasta el momento, ser la única salida para salvar a un animal, que según World Wildlife Foundation, tiene un ADN 99  % idéntico al de los seres humanos.