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TERREMOTO

Haitianos huyen de zona sísmica para llegar a inundaciones

Durante años las personas han escapado de las inundaciones que suelen afectar a Gonaives en busca de la relativa seguridad de Puerto Príncipe, pero ahora están regresando a la ciudad norteña.

25 de enero de 2010

En autobuses, automóviles, pequeñas camionetas atestadas y motocicletas sucias, de 50.000 a 100.000 personas han salido de la capital devastada por el terremoto para internarse en la región que rodea Gonaives, una ciudad que sufrió inundaciones y deslaves en dos ocasiones en los últimos seis años.
 
La hija de Maire Delphin Alceus, Katya, fue una de las miles de personas que murieron en Gonaives y la zona de Artibonite por las inundaciones que generó la tormenta tropical Jeanne en el 2004.
 
La familia se marchó para buscar mejor suerte y las escuelas de la capital, y sólo regresaban a Gonaives a visitar, incluyendo una vez en el 2008 que coincidió con más inundaciones por la tormenta tropical Hanna y el huracán Ike.
 
En el sismo del 12 de enero el hijo de Alceus, Woodley Saint Pierre, de 26 años, murió cuando se derrumbó la casa que rentaban en el centro de Puerto Príncipe. Su media hermana también falleció y con ella el medio de subsistencia de la familia, pues vendían ropa y perfumes que ella compraba en Miami para revenderlos en Haití.
 
La única opción era regresar a Gonaives.
 
"Vivir en Puerto Príncipe es un problema. Ir a Gonaives es otro problema. A cualquier lado al que vayas es un problema. Si pudiera, ya habría dejado este país y estaría en otro lugar, pero no tengo manera de hacerlo", dijo Alceus.
 
Gonaives, una ciudad de unas 300.000 personas en la costa a 100 kilómetros (60 millas) al noroeste de Puerto Príncipe, quedó completamente incomunicada en las inundaciones del 2004 y el 2008, rodeada por el agua de la planicie inundada de Savanne Désolée, que se tragó parte de la principal carretera que unía el norte con el sur. Se necesitaron días para enviar ayuda, y todavía es una zona de desastre un año y medio después de la última inundación.
 
A finales de diciembre fue completada una carretera de reemplazo, justo antes de un discurso que el presidente René Preval dio en Gonaives, cuna de la independencia haitiana de Francia en 1804, resultado de la única rebelión exitosa de esclavos en la historia moderna.
 
Pero la nueva carretera es mucho más baja que los niveles que ha alcanzado el agua en las últimas tormentas, y podría desaparecer si las inundaciones regresan.
 
La vieja casa de la familia Alceus, una estructura de dos pisos con una fachada color durazno en el barrio pobre de Raboteau, ahora alberga a ocho personas. Está entre calles sin pavimentar y los majestuosos balcones desde donde las pandillas combatieron con la policía y los soldados de la ONU, e incluso entre ellos mismos, antes y después de la caída del presidente Jean Bertrand Aristide.
 
Alceus, que estaba vestida de blanco para ir a la iglesia evangélica, dijo que no quería regresar al norte pero que no tenía otra opción, había gastado su dinero y la mercancía de su hermana se había perdido en el terremoto.
 
Alceus cría a su sobrino, Godson Macdavid Desire, de 5 años, al que encontraron unos vecinos entre los escombros del apartamento de la familia en Puerto Príncipe suplicando por agua.
 
No sabe que su madre está muerta y Alceus le cubre los oídos cuando habla de eso.
Por ahora el padre de Alceus, Croyance, de 86 años, es el dueño de facto de la casa en Gonaives. La oficina nacional de recaudación de impuestos quedó destruida en el terremoto y quizá no tenga nada que pagar de impuestos por la propiedad este año, por lo que de momento la familia tiene un lugar dónde vivir, incluso aunque hubiera otro huracán en la temporada que comienza en junio.
 
"Los terremotos no ocurren tan seguido, pero las inundaciones llegan en cualquier momento. Cada año en Gonaives hay seis meses de pánico", dijo Pascale Lefrancois, un coordinador de asuntos humanitarios de la ONU en la región.
 
Los trabajadores de las Naciones Unidas, que tienen que lidiar con las amenazas de desastre y los funerales de sus colegas, tratan de tener una idea clara del éxodo hacia la región de Artibonite. La presencia de estos refugiados internos aún no parece llenar las calles polvorientas de la ciudad, pero se siente de otra manera. Los precios de los alimentos básicos, como el arroz y el maíz, se han disparado más de 25% desde que los supervivientes comenzaron a llegar a Gonaives.
 
Otros de los migrantes del terremoto están en los hospitales de la ciudad, donde los especialistas en amputaciones están rebasados por el número de pacientes que deben atender y un grupo de médicos cubanos pedía a los peatones ayuda para obtener la medicina que necesitan.
 
La buena noticia, dijo Lefrancois, es que las autoridades locales buscan formas de retirar a las personas de las zonas más vulnerables de la ciudad, incluyendo a los nuevos refugiados, pero todo es incierto.
 
"Estoy asustada, pero estoy viva por voluntad de Dios", dijo Alceus.
 
AP