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Hamad, el nombre que se ve desde el espacio

Hamad Bin Hamdan Al Nahyan, miembro de la familia que gobierna Emiratos Árabes Unidos, decidió escribir su nombre en la arena de una isla de su propiedad, en caracteres tan gigantescos, que se ven desde el espacio.

Alianza BBC
22 de julio de 2011

Ya no es sólo la Gran Muralla China la única construcción que se ve desde allá arriba desde que el multimillonario jeque árabe Hamad Bin Hamdan Al Nahyan decidiera enviar a sus trabajadores a cavar su nombre en las arenas de Al futayasi, una isla que le pertenece.

'Hamad' está momentáneamente inmortalizado en surcos que suman 3,5 kms de largo, desde la 'H' a la 'D'.

Hamad jugueteó con la idea durante un tiempo y sus obreros trabajaron semanas enteras para terminar el enorme graffiti.

Lo que no se ha dado a conocer es el costo de la controvertida empresa.

Y si uno piensa que el intento de eternizarse será arrasado por el mar, el jeque Hamad también lo pensó y convirtió las letras de su nombre en verdaderas vías acuáticas para absorber la envolvente marea.

Como escribió para la BBC la residente británica Jackie Kettleborough, "el clima es fabuloso y hay mucho que hacer. Al conocer a gente de tantas partes y de tantos intereses, la vida ahí no es nunca aburrida".

Y el jeque Hamad parece darle la razón.

¿Qué hay en un nombre?

El jeque Hamad tiene 63 años y una fortuna estimada en unos US$21.000 millones, sólo superada por la del rey de Arabia Saudita.

Conocido como 'el jeque del arcoiris', posee una colección de automóviles que asciende a unos 200, entre los cuales se cuentan siete Mercedes Benz 500 SEL, pintados con los diferentes colores del arcoiris.

El asombro no para aquí, sino que sigue en el garaje donde Hamad guarda sus vehículos: una faraónica pirámide.

Como se puede apreciar, Hamad es una persona fácilmente seducida por las empresas en gran escala.

No es casual, entonces, que el 'jeque del arcoiris' haya ordenado la construcción del mayor camión del mundo, el que tiene ocho veces las dimensiones del Dodge Power Wagon, con cuatro dormitorios dentro de la cabina.

Como si fuera poco, Hamad también se hizo construir una casa rodante motorizada en la forma de un gigantesco globo cuyas dimensiones alcanzan a una millonésima parte del planeta.

Por si el fruto de la riqueza desmedida ofendiera a algunos, habría que destacar que el jeque Hamad se ha ganado la fama de filántropo.

Por lo menos en Marruecos, donde donó, y mantiene, el quirófano de un hospital público para operar a enfermos de cálculos de riñón.