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HART: SEGUNDO AIRE

Los triunfos últimos del senador por Colorado le permiten mantener vivas sus esperanzas de nominación.

11 de junio de 1984

Ya cuando todo estaba listo para darle a Gary Hart el golpe de gracia, Walter Mondale ha tenido que resignarse a aplazar su parte de victoria. El sorpresivo repunte del senador por Colorado en las primarias demócratas de Ohio e Indiana el martes pasado, sorprendió a los observadores y confirmó que el nombre del candidato presidencial del partido sólo se sabrá en la convención nacional demócrata en San Francisco en julio próximo.
El del "super martes II" fue sólo el último capítulo de una campaña pronominación que ha tenido agudas e inexplicables variaciones. Tal como lo dijera el propio Gary Hart las preferencias de los votantes parecen cambiar con el mes: "en febrero, cuando empezamos, nadie daba un céntimo por mí. En marzo, yo había pasado a ser el favorito. En abril, el número uno fue Walter Mondale. Y ahora en mayo la balanza parece estarse volteando a mi favor".
Sin embargo, todo parece indicar que la buena época le ha llegado demasiado tarde a Hart. Según estimativos, Mondale ha ganado hasta la fecha un total de 1.518 delegados (se necesitan 1.967 para ser nominado) contra 886 de Hart y 303 de Jackson. Por lo tanto el ex vicepresidente requiere apenas 450 más para asegurar la bendición de su partido.
La respuesta de Hart ante las cifras es la de que éstas están mal obtenidas y que él tratará de convertir al mayor número de delegados posibles a su bando. Matemáticamente hablando, Hart ya no alcanzará a reunir la mayoría antes de la convención, así ganara todos los delegados restantes, pero puede negociar el respaldo de los independientes y convencer a los delegados de Mondale a pasarse a su bando, lo cual es permitido bajo las reglas del partido. En opinión de los expertos, es muy dudoso que Hart logre su objetivo. Si bien el triunfo en la primaria de Ohio (estado industrial que se creía ser el fuerte de Mondale) constituyó una inyección de moral para sus ya desalentados partidarios ya que es muy tarde para que Hart pueda cortarle camino a Mondale. Lo cierto es que los triunfos del pasado martes le permiten al senador por Colorado continuar en la pelea, pues se espera que las arcas de su campaña vuelvan a recibir contribuciones, aliviando un déficit que actualmente sobrepasa los dos millones de dólares.
En el horizonte se encuentran Nueva Jersey y California, estados en los que es muy probable que Hart triunfe y en los que esto se hace indispensable para que el senador mantenga vivas sus esperanzas de nominación. Mientras tanto, en el otro bando, Walter Mondale sigue imponiéndose las maratónicas jornadas de trabajo que le han probado ser tan productivas hasta ahora. Aunque las derrotas en Ohio e Indiana fueron inesperadas, ese mismo día Mondale ganó por amplio margen los estados de Maryland y Carolina del Norte. Según la explicación que se dio de la derrota en Ohio, lo que pasó fue consecuencia del abstencionismo de los partidarios de Mondale quienes convencidos de que su voto no era necesario, se abstuvieron de ir a las urnas al tiempo que los partidarios de Hart se movilizaron en masa.
Las encuestas de los medios parecieron probar tal hipótesis, al tiempo que revelaron la aparente existencia de bandos irreconciliables: quienes votaron por Hart dijeron que era dudoso que lo hicieran por Mondale (un 30%, afirmó que definitivamente no) en las elecciones presidenciales y viceversa.
La acidez entre los oponentes (que "mató" a los demócratas en 1968, 1972 y 1980) da la impresión de estarse presentando de nuevo. El beneficiado de esto es lógicamente Ronald Reagan quien en las primarias republicanas ya alcanzó el número de delegados para ser elegido candidato por su partido.
Por último, el gran enigma de las elecciones lo constituye Jesse Jackson, el tercer candidato demócrata en discordia. Pese a reunir un número considerable de delegados, Jackson ha comprobado que le es imposible recaudar votos fuera de la minoría negra y que su slogan de la "coalición arcoiris" tiene efectos meramente nominales. Jackson ha hecho de la reforma en los procedimientos de voto la piedra angular de su campaña y se afirma que a menos que el candidato nominado lo apoye, el líder negro sería capaz de desligarse del partido asegurando la derrota demócrata. Para evitar un rompimiento, directivos del partido han dialogado en privado con Jackson y hace pocos días Mondale se reunió con él en un movimiento que tranquilizó a varias personas. Empero, hay analistas que advierten que Mondale, si desea ganar, debe permanecer en la mitad, pues de inclinarse hacia un lado determinado puede ofender a los votantes "conservadores" a quienes no les agradan los negros o bien a los electores de color los cuales se sentirían discriminados. La última carta de Jackson para revigorizar su campaña será una visita a Moscú en donde tratará de convencer a los líderes soviéticos de no retirarse de las olimpiadas de Los Angeles. De lograrlo, repitiendo la hazaña de hace unos meses de haber logrado rescatar al piloto norteamericano derribado en Medio Oriente, podrá ver reverdecer sus ambiciones. Pero no su nominación.--
Ricardo Avila, corresponsal de SEMANA en USA