Home

Mundo

Artículo

HART TO HART

Un lío de faldas con una modelo frustra la candidatura presidencial de Gary Hart.

8 de junio de 1987

Para quien en ese momento era el más serio aspirante a la nominación presidencial por el partido demócrata, Gary Hart, los problemas comenzaron dos días después de que anunciara la postulación de su nombre. Adversarios políticos lo descalificaron por "mujeriego y donjuán", describieron muchas aventuras amorosas extramatrimoniales del precandidato durante la campaña del 84, y sostuvieron que Hart no dejaría de trasladarlas al poder en caso de ganar la Presidencia.
No eran estas las únicas acusaciones que pesaban sobre Hart. Ya antes se había dicho que el precandidato había cambiado su nombre original (fue bautizado como Hart Pence), porque le parecía muy feo. También se había dicho que Hart se quitaba los años para aparecer más joven. Como si fuera poco, los fondos de la campaña que acaba de comenzar le fueron embargados, por deudas pendientes que quedaron de la campaña de hace tres años.
Pero esto solo fue en un principio. Tres semanas después, cuando reporteros del Miami Herald publicaron con inusual despliegue un artículo en que detallaban lo que llamaron, "una aventura amorosa del precandidato", las cosas comenzaron a cambiar. Según el diario, Hart pasó la noche del viernes y parte del sábado en compañía de una hermosa actriz y modelo de 29 años, Donna Earle Rice, en su casa de Washington, aprovechando la ausencia de su esposa Lee, quien había viajado a Denver, Colorado. Según los reporteros del Herald, Donna había abandonado el lugar el sábado en la mañana por la puerta trasera del edificio para evitar ser descubierta, mientras Hart la despedía en forma particularmente cariñosa. Según el Wall Street Journal los reporteros del Herald recibieron una llamada anónima de una mujer que les dijo, que una amiga suya volaría a Washington a pasar el fin de semana con Hart. Los periodistas la siguieron y así descubrieron la historia que rompió en primera página.
La versión fue recogida por los demás medios de comunicación y, lógicamente, explotada por los adversarios del precandidato. Hart, quien en 29 años de matrimonio se ha separado dos veces de su esposa, respondió diciendo que la historia carecía de veracidad y que su relación con la modelo era "una inocente amistad". El precandidato demócrata se refirió a su esposa Lee como "la mujer que más amo, admiro y respeto", y luego agregó: "¿Cometí un error? Sí. ¿Hice algo inmoral? Absolutamente no".
La actriz por su parte declaró que "Hart es demasiado viejo para mí. Me gustan más jóvenes. Somos solo dos amigos y fui a su casa a recoger un libro". Donna presentó entonces disculpas a la esposa de Hart que fueron transmitidas por la televisión, e insistió una y otra vez en que la historia era falsa. La mujer de Hart, entre tanto, se dedicó a acompañarlo en sus giras de la semana pasada, alegando que cree en él y desestima las acusaciones.
Pero lo inevitable sucedió. El jueves, Hart anunció que había decidido suspender las giras por cuatro semanas mientras replanteaba su candidatura. El viernes confirmó lo que toda la prensa rumoraba en sus ediciones de esa mañana: que Hart había optado por retirarse.
Inmediatamente después comenzó otro debate, el de hasta qué punto el periodismo tiene derecho a cuestionar la vida privada de los personajes públicos. En un país de encuestas este era un caso perfecto para hacer una. La cadena de televisión ABC descubrió a mediados de la semana que el 29% de los interrogados le restaban su apoyo a Hart y no votarían por él a raíz del incidente. Otro 28% declaró que no le importaba lo sucedido. Un 31% aplaudió la información de la prensa y un 39% la rechazó. Un 50% consideró que la prensa fue más allá de lo debido y un 43% opinó que ese es el deber de la prensa.
Como puede verse, las opiniones están bastante divididas. No falta quienes piensan, como algunos dirigentes del partido demócrata, que por cuenta de lo sucedido Estados Unidos puede haber perdido a un excelente presidente. Lo grave es que mientras los demócratas (como Hart y Edward Kennedy) parecen perder sus opciones por líos de faldas, los republicanos -aparentemente más juiciosos en ese campo- tienden más (con Nixon y Reagan) a perder o tambalear en la Presidencia por mentirle al país sobre temas muchos más importantes.

Victor Manuel Alarcón, corresponsal de SEMANA en Nueva York