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Hola, amigos

Barack Obama sigue a toda máquina: ahora se lanzó a conquistar el continente en la Cumbre de las Américas. Suavizar las sanciones contra Cuba fue su as bajo la manga.

18 de abril de 2009

Pocas veces había llegado con tanta fuerza un Presidente gringo a una cumbre del continente americano como el viernes pasado Barack Obama a la de Trinidad y Tobago. El mandatario traía resuelta buena parte de las cosas que sus colegas latinoamericanos iban a pedirle. Cuando aterrizó, ya había anunciado una reforma para regularizar a miles de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos y había dado órdenes en su visita a su colega Felipe Calderón para combatir más duramente los carteles de la droga en México. Pero sin duda lo más importante es que había suavizado el bloqueo al que la Casa Blanca tiene sometida a Cuba desde hace 47 años.

Eso fue una bomba. Se supo el lunes 13 de abril; el portavoz del presidente, Robert Gibbs, y su asesor para la región, Dan Restrepo, anunciaron en rueda de prensa el levantamiento de las restricciones a los cubano-norteamericanos para viajar a Cuba. Hasta ahora sólo podían hacerlo cada año y medio y por un plazo máximo de dos semanas y quien incumpliera la orden estaba sujeto a una multa de hasta 7.000 dólares. Se calcula que unos 130.000 cubano-norteamericanos visitan la isla cada año.

Pero no sólo eso. El lunes, la Casa Blanca también dijo que eliminará los límites para que la gente pueda enviar dinero a sus familiares en la isla. Hoy día, una persona sólo está en condiciones de transferir 1.200 dólares anuales y las remesas procedentes de Norteamérica superan los 1.000 millones. Por otro lado, el gobierno gringo autorizará el pago en Estados Unidos de las cuentas de los teléfonos celulares que sean utilizados en la isla y permitirá que las empresas de telefonía amplíen su cobertura al territorio cubano. Todas estas disposiciones, que según Restrepo buscan "darle una mano al pueblo cubano", benefician a 1,5 millones de personas que residen en Estados Unidos, y a miles en la isla.

Las reacciones no se hicieron esperar. En Cuba, un breve informe en televisión dio cuenta del tema. Fidel Castro, que sigue enfermo, lo registró más extensamente y en uno de sus artículos de prensa dijo que "están dadas las condiciones" para que Estados Unidos le ponga fin al bloqueo vigente desde 1962, y que las medidas de Obama son "mínimas". Cuba "no necesita limosnas; ha resistido, y resistirá", agregó. El balón está ahora en el campo cubano, sobre todo después de que Raúl Castro despidió el mes pasado al canciller Felipe Pérez y al influyente Carlos Lage. Como editorializó el diario madrileño El País, "Estados Unidos ha puesto a La Habana en la necesidad de responder con un gesto".

Entre tanto, en Florida, un sector del exilio cubano puso el grito en el cielo. "El presidente Obama está cometiendo un error grave porque alrededor del 10 por ciento del dinero que entra a Cuba va a parar a manos del régimen", dijeron los representantes republicanos Lincoln y Mario Díaz-Balart. Pero esa ya no parece ser la opinión mayoritaria de los cubano-norteamericanos en Miami. Según una encuesta de la CNN, dos terceras partes querían que se levantaran las restricciones para viajar, y tres cuartas partes desean que las relaciones entre Washington y La Habana se normalicen. En Washington hay republicanos que piden lo mismo. "Ni siquiera en los peores tiempos de la Guerra Fría cortamos los canales diplomáticos con la Unión Soviética", le escribió el mes pasado a Obama el prestigioso senador Richard Lugar, que hace tres meses sonó para ser secretario de Estado.

Aunque algunos consideran que las disposiciones adoptabas por Obama no cambiarán las cosas en Cuba, lo cierto es que la Casa Blanca no había dado un giro tan notable desde 1962, cuando el presidente John F. Kennedy decretó el bloqueo. La decisión de Obama es razonable. La historia ha demostrado que esa medida ha fracasado y que leyes posteriores como la Helms-Burton, que en 1996 prohibió hacer negocios con la isla, han sido inútiles. Muchos sostienen que gracias a todo eso, el castrismo ha logrado sostenerse en esa pequeña isla a sólo 90 millas de la mayor potencia política y militar del planeta. Y lo más grave es que quien ha pagado el pato ha sido la población civil.

¿Vendrán más cambios desde Washington? Es posible. Dan Restrepo, que en la rueda de prensa tuvo el significativo gesto de hablar extensamente en español -su padre era colombiano-, señaló que la política frente a Cuba "no está congelada". De momento, todo indica que lo que busca la Casa Blanca es fortalecer a la población civil en Cuba para que exija la apertura política y la democracia, y que irá poco a poco. El propio Obama ha explicado que manejar los destinos de Estados Unidos es como comandar un carguero de miles de toneladas en alta mar: toma tiempo en virar.

En las últimas semanas, Obama no sólo trabajó sobre Cuba. También le metió el diente a un par de asuntos complicados. Hizo saber que piensa impulsar una reforma para regularizar a miles de inmigrantes sin papeles, una propuesta que en estos tiempos de crisis desatará la oposición de los trabajadores norteamericanos que miran de reojo a los 12 millones de indocumentados. Y ordenó expropiar los bienes de tres poderosos carteles de la droga de México, país al que viajó el jueves para relanzar la lucha contra el narcotráfico junto con el presidente Calderón.

¿Se notará en América Latina la influencia de Obama? Algunos creen que sí, pero otros piensan que en la región Estados Unidos ya no es lo que era. "Con la globalización, los países latinoamericanos no dependen tanto de Washington, cuyo poder en la zona ha ido declinando desde la primera cumbre con Bill Clinton en 1994, cuando lanzó el Área de Libre Comercio hemisférica. Ahora, las naciones latinoamericanas tienen más opciones en otros lugares", le dijo a SEMANA Michael Shifter, analista del Diálogo Latinoamericano, un importante think tank de Washington. Al cierre de esta edición, era una incógnita la posición, por ejemplo, del venezolano Hugo Chávez, quien había bloqueado el borrador de la declaración final.

Pero Obama no sólo les hace frente a los problemas de América Latina porque es un estadista. También lo hace como el político que es. Al haber tomado decisiones sobre Cuba en vísperas de la cumbre de Trinidad, jugó a quitarle una presión aun mayor de algunos jefes de Estado como Lula da Silva, del Brasil; Hugo Chávez, de Venezuela, y Rafael Correa, de Ecuador, que han insistido en que La Habana retorne a la OEA. Y el haber hablado de inmigración y de narcotráfico le evitó las quejas de Calderón. Además, lo convirtió en el protagonista de la Cumbre de las Américas.

El Presidente norteamericano no es nuevo en eso. Una vez más ha mostrado su habilidad. Acaba de robarse el show en la cumbre en Londres del Grupo de las 20 economías más fuertes (G-20) y anunció en Turquía que Estados Unidos no está en guerra contra el Islam. Como escribe Roger Simon en Politico, el prestigioso blog, "Obama ha pasado de hacer historia a tener el don de la ubicuidad. Ya no controla la noticia: es la noticia".