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Familiares de los presos de la Granja Penal de Comayagua (Honduras) se reúnen afuera de las instalaciones de la prisión a la espera de noticias, tras una tragedia que le costó la vida a más de 350 internos. | Foto: EFE/Gustavo Amador

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Honduras: el problema no son las cárceles, es la sociedad

Se encuentran en Asia, África, Estados Unidos y América Latina: prisiones superpobladas e inseguras. Esta semana, al menos 350 detenidos resultaron muertos en uno de estos atiborrados complejos en Honduras, luego que se desatara un incendio.

Johan van der Tol, Radio Nederland
17 de febrero de 2012

Los centros de detención están sujetos a regulaciones internacionales, y las autoridades dan a menudo muestras de buena voluntad para respetarlas. Sin embargo, para mejorar la situación de las cárceles, se debería primero mejorar la sociedad en su totalidad.

El catedrático Andrew Coyle afirma que son tres los factores que, combinados, causan las nefastas condiciones de vida en los centros penitenciarios: sobrepoblación, una infraestructura deficiente e insegura, y personal no cualificado.
 
"Se trata de un fenómeno mundial. Y en el caso de Latinoamérica, hay que agregar la violencia generada por las pandillas", agrega Coyle, vinculado al londinense Centro Internacional de Estudios Carcelarios, ICPS.

El catedrático afirma que los Gobiernos muestran buena voluntad, pero que es poco lo que se refleja en la práctica. Tampoco los países europeos se atienen a todas las regulaciones.
 
"En Europa tenemos la Comisión para la Prevención de la Tortura, del Consejo de Europa, encargada de inspeccionar la situación en los 48 Estados europeos. La comisión ha constatado que incluso en países como Holanda y Gran Bretaña no se aplica correctamente el reglamento", afirmó.

Vacío
 
El centro en el que trabaja el catedrático Doyle asesora a las autoridades a nivel mundial sobre el mejoramiento de las condiciones de vida de los detenidos. "La mayoría de las juntas directivas de las cárceles quieren tener un mejor desempeño, pero es imposible reformar un sistema carcelario en un vacío aislado del resto", opina Doyle.
 
"Es necesario estudiar el sistema jurídico; incluso la sociedad en su totalidad. En Honduras, la mitad de los detenidos se encuentra en prisión preventiva, lo que indica que algo no está funcionando como corresponde en el derecho penal. Éste no procesa a los detenidos, causando una superpoblación en las cárceles", agregó 

Al mismo tiempo, la sociedad en Honduras está siendo hostigada por el flagelo de la violencia. La tasa de homicidios es, según Doyle, la más alta de la región, y quizás también del mundo. Esto repercute a su vez en las prisiones.

Cómodo en la celda
 
El pastor Peter Middelkoop, que ofrece apoyo espiritual a holandeses detenidos en el exterior, comparte la idea de que los centros de detención son un reflejo de la sociedad. Si las condiciones de las cárceles fueran mejor que en la sociedad, la gente optaría quizás por vivir tras las rejas.

"Si en un país, la brecha entre ricos y pobres es muy pronunciada, y si la gente en libertad tiene que luchar por su supervivencia, no es de sorprenderse que la situación en las cárceles no sea mucho mejor", señala Middelkoop.
 
"Imagínense si en un centro penitenciario hubiese buenos servicios de salud, una alimentación adecuada, y otros beneficios, ¿por qué no mejor ir tras las rejas? Uno pierde la libertad, lo que es terrible, pero si de ello depende la vida… Una decisión así sólo se toma si se está mejor en la cárcel que fuera".

Gulag
 
Coyle no responde a la pregunta sobre cuál es la peor prisión del mundo. Prefiere narrar la anécdota de una persona que había estado presa en uno de los Gulag, los implacables campos de trabajos forzados en Siberia, en la época de la Unión Soviética.
 
Al visitar una prisión moderna norteamericana, el ex prisionero calificó las condiciones de "inhumanas", porque los detenidos pasaban la mayor parte del tiempo en sus celdas. "La situación en las cárceles están culturalmente determinadas", concluye Coyle.

Cuatro notorias prisiones

Mendoza, Argentina
 
La prisión de Mendoza, en Argentina, es una de las más notorias de Latinoamérica. Oficialmente, tiene capacidad para 600 detenidos, pero la verdadera cifra asciende al triple. Las condiciones higiénicas son deplorables; parásitos y enfermedades proliferan. Amnistía Internacional afirma que en las celdas de aislamiento no hay duchas, y se utiliza bolsas de plástico como retrete.

Prisión de Nairobi, Kenia
 
La más dramática prisión de África se encuentra en Nairobi, capital de Kenia. Las condiciones de vida son abominables. A menudo, los presos se encuentran de a 12 en celdas que más semejan jaulas, hechas para tres personas. El centro penitenciario tiene capacidad para 800 detenidos, pero alberga en la realidad a más de 3.000.

Abu Ghraib, Bagdad, Iraq
 
Sin duda la más polémica prisión del mundo árabe. Ya lo era bajo el régimen de Saddam Hussein, y la invasión norteamericana no ayudó a mejorar su imagen. Las prácticas de tortura y humillación de los prisioneros salieron a la luz en 2004 por medio de fotografías. Entretanto, la cárcel de Abu Ghraib ha sido rebautizada, y se llama Prisión Central de Bagdad. El complejo fue sometido a una extensa renovación, y hoy día cumpliría con los estándares internacionales.

Prisión Cipinang, Jakarta, Indonesia
 
Indonesia cuenta con muchos notorios centros de detención, pero el de Cipinang sería uno de los peores. Un antiguo edificio, construido durante la época colonial holandesa, tenía como meta albergar a 1500 presos. Esta cifra supera hoy los 4000. Las condiciones son lamentables, excepto para aquéllos con mucho dinero o buenos contactos.