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Desde Caracas

Hugo Chávez es reelegido como presidente de Venezuela

El primer boletín parcial del Consejo Nacional Electoral le da más de 20 puntos de ventaja sobre el candidato opositor Manuel Rosales

Santiago Torrado, Enviado Especial
3 de diciembre de 2006

El primer pronunciamiento oficial de las autoridades electorales venezolanas sobre las presidenciales de este domingo, después de las 10 de la noche, confirmó el favoritismo del presidente Hugo Chávez. El autoproclamado “socialista del siglo XXI” no llegó a los diez millones de votos que proclamaba su campaña, pero se quedará durante por lo menos otros seis años en el palacio de Miraflores y cumplió con la “soberana paliza” que había prometido a la oposición. De acuerdo con el primer boletín parcial del Consejo Nacional Electoral (CNE), que corresponde al 78.31 por ciento de los votos, Chávez aventajaría por más de 20 puntos porcentuales a Manuel Rosales, el candidato de la oposición.

Los 5.936.141 votos chavistas corresponden al 61.35 por ciento de los sufragios mientras Rosales se habría quedado con apenas el 38.39 por ciento, correspondiente a 3.715.292 votos.

Tal como lo hizo cuando se impuso en el referendo revocatorio, Chávez salió al balcón de la residencia presidencial, que rebautizó como “el balcón de la victoria popular”, tan pronto se enteró del boletín y entonó frente a una multitud de seguidores el himno de la República Bolivariana de Venezuela bajo una fuerte lluvia. “Todo está consumado. La gran victoria de la revolución bolivariana”, dijo Chávez después de hacer referencia a Cristo. “Es el pueblo el que manda. Yo siempre gobernaré obedeciendo al pueblo venezolano”, aseguró para, acto seguido, invitar a la oposición a unirse a la construcción de “la Venezuela nueva” mientras la multitud entonaba el famoso “Uh, ah, Chávez no se va”.

Chávez también destacó que había rotó el techo del 60 por ciento de los votos y dedicó su victoria al pueblo cubano y habló de una lección de dignidad al imperialismo norteamericano. “Venezuela se ha independizado (…) Ya nunca será Colonia”, sentenció, para después despedirse con un “hasta la victoria siempre”.

Rosales, por su parte, admitió la derrota, aunque declaró que era, según sus encuestas a pie de urna, por un margen mucho más estrecho. Sus simpatizantes, mientras escuchaban sus palabras, coreaban “queremos cobrar” en referencia a pedir que la gente saliera a las calles a reclamar un eventual fraude. El gobernador del Zulia agradeció el comportamiento de los venezolanos y habló de la lucha contra el ventajismo “de todo un gobierno” mientras su candidatura era empujada por el pueblo venezolano. “Y ahí seguimos, arriesgando muchas veces nuestra propia vida”, aseguró.

Horas antes, simpatizantes chavistas ya habían anticipado la celebración en la Plaza Altamira, en un acto que podría ser considerado una provocación. Cientos de seguidores del ex coronel golpista tomaron por asalto el otrora bastión de la oposición venezolana, muchos de ellos en motos y algunos enmascarados, y celebraron con música y fuegos artificiales la victoria de su líder antes de que el CNE se hubiera pronunciado.

El día de votación comenzó muy temprano, hacía las tres de la madrugada, con el toque de diana, una vieja costumbre venezolana que se ha vuelto tradición entre los chavistas los días de elecciones, y los "cohetazos" de pólvora que despertaron a los electores. A las cuatro de la mañana ya había filas frente a los principales colegios electorales a pesar de que no abrirían sus puertas hasta las seis. Se trataba de unas elecciones cruciales para los venezolanos, que escogían entre dos proyectos antagonistas: la revolución bolivariana de Chávez y la propuesta opositora de Rosales.

Fue precisamente el gobernador de Zulia, uno de los estados más poblados y ricos del país, el primero de los candidatos en acercarse a las urnas. A las 9:5 de la mañana Rosales votó en Maracaibo. A pesar de los pronósticos de lluvias, en una clara alusión a los colores de su campaña, Rosales aseguro que "hoy Venezuela tiene un cielo claro, un cielo azulito, un cielo bonito que nos presagia que vendrán tiempos mejores". Al final, Rosales no consiguió concretar en una mayoría de votos las multitudinarias manifestaciones que caracterizaron la campaña opositora desde que fue nombrado el candidato de unidad en agosto.

Pero la mayor expectativa estaba puesta en la llegada de Hugo Chávez a su puesto de votación en el sector conocido como 23 de enero de Caracas, un fortín chavista donde se le sigue como un Mesías. Precedido por el ruido de trompetas y cohetes, Chávez llegó a las 11: 43 de la mañana conduciendo un Volkswagen "rojo, rojito", como se promociona el color de la revolución bolivariana, tipo escarabajo, que algún espontáneo no dudo en calificar como el "chavimovil".

Hacia las seis y media de la tarde la oposición denunció algunas irregularidades que, después admitió, habían sido corregidas en su mayoría. Se trataba de 12 centros de votación que se habrían vuelto a abrir por la fuerza para permitir el voto de buses de chavistas que llegaron después del cierre. Hasta ese momento la jornada había transcurrido con normalidad a pesar de la tensión de los días previos, que había llevado a los venezolanos a dejar vacías las estanterías de los supermercados en varias ciudades a pesar de que el gobierno había asegurado que el abastecimiento estaba garantizado.

Chávez ha dicho que la primera parte de la revolución bolivariana concluía con estas elecciones para dar paso a una etapa de profundización y ha propuesto la reelección indefinida.