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"I FRANCESI FORA"

Los separatistas corsos reemprenden la lucha armada contra el gobierno de París acusándolo de querer perpetuar el colonialismo

14 de febrero de 1983

En Córcega se resquebrajó definitivamente el "estado de gracia" que imperó durante el primer año del septenio socialista.
Haciendo un balance negativo de su política de "mano tendida", el gobierno francés decretó una serie de medidas tendientes a "asegurar el orden y la calma" de Córcega, cuyo territorio fue sacudido el año pasado por unos 800 atentados, la mitad de los cuales fue reivindicado por el "Frente Nacional de Liberación Corso" (FNLC).
Fundado el seis de mayo de 1976 para "liberara Córcega del colonialismo francés", instalado desde 1768 --fecha de la cesión de la isla a Francia por la República de Génova-- el FNLC ha actuado valiéndose de dos estrategias: la "lucha armada" contra el Estado francés, y campañas contra los cólonos franceses" para provocar su salida de la isla, según indica su lema favorito: "I Francesi Fora". Francés, fuera.
A pesar del elevado número de atentados, el FNLC evitó hasta mayo de 1980, atacar directamente las personas prefiriendo atentar contra los símbolos del Estado: edificios públicos y bienes de "los colonos".
Duramente reprimidos bajo el septenio giscardiano, los separatistas anunciaron una tregua durante la campaña presidencial de mayo de 1981, tregua que fue prolongada dada el triunfo de Francois Mitterrand.
En realidad, los socialistas después de haber descartado la represión como única solución al problema corso, habían escogido una política en tres fases: abolir la corte de seguridad del Estado, otorgar una larga amnistía para un centenar de militantes del FNLC y preparar la elección de una asamblea regional corsa encargada de administrar la Isla según las necesidades locales.
La última propuesta del gobierno pretendía "respetar la personalidad de la isla" y otorgarle "plena autonomía económica y cultural", a traves de un vasto proyecto de descentralización. Pero la "autonomía" ofrecida por el gobierno estaba lejos de ser la "separación" deseada por el FNLC.
Por esto, sus dirigentes decidieron lanzar "una advertencia" a París --mediante el asesinato de un soldado en Córcega--, y recomendaron la abstención ante los comicios para formar la asamblea corsa. Tras esa elección, el FNLC provocó, el 19 de agosto, casi cien atentados a lo largo y ancho de la isla, confirmando más tarde, en una rueda de prensa clandestina, lo que parecía ya evidente: la suspensión total de la tregua y la reactivación de la lucha armada contra el gobierno socialista, acusándolo de querer "perpetuar el colonialismo".
El "impuesto revolucionario"
Los atentados recomenzaron hasta contabilizar 335 en cuatro meses. Uno de ellos, sin embargo, contribuyó a convertir la situación en Córcega en el problema más importante de las últimas semanas en Francia.
Herido de tres disparos, un veterinario explicó ante la televisión que el atentado había sido suscitado por haberse rehusado a pagar el "impuesto revolucionario" reclamado por los separatistas. Públicamente denunciado, el FNLC reconoció, en un comunicado el 27 de diciembre. la existencia de esa "participación financiera" de "los corsos que tienen negocios importantes" o de los "colonos que se aprovechan de colonialismo".
El método --calificado unánimemente por la prensa de simple "extorsión de fondos-- es legítimo, explicaron los separatistas. Según ellos, la alternativa de los franceses es salir o integrarse; en este último caso, tienen que participar, como los corsos ricos, en "la lucha de liberación nacional".
La reacción del gobierno fue inmediata: "los socialistas hicieron todo lo posible para que la personalidad de Córcega pudiera afirmarse", explicó el presidente Mitterrand ante la televisión. "¿Cuál fue la actitud de los separatistas? Recomendar la abstención y recurrir a la violencia". A partir del momento en el que la comunidad nacional está en juego, afirmó el presidente francés, "no hay compromiso posible. La ley debe castigar el crimen para el respeto del derecho".
Con estas bases el gobierno francés decidió, este cinco de enero, una serie de medidas destinadas a garantizar el orden y la seguridad de las personas: disolución del FNLC, remoción inmediata de los principales responsables de la policía y de los servicios secretos en Córcega, y nombramiento del comisario Broussard, conocido por haber cazado los hampones más ilustres de Francia, como coordinador de todos los servicios de policía de la isla.
Con la ley del silencio
Ciertas medidas no han sido hechas públicas, dijo el ministro del Interior Gastón Defferre, pero hacen parte de un plan que permitirá una acción "determinada y firme". El gobierno busca así escapar al círculo "atentados-represión" observado bajo el gobierno de Giscard, pues, según algunos observadores, esa política suscitó cierta complicidad entre los militantes del frente y la población. Por esto, pese a la represión selectiva continuó el FNLC.
Los socialistas, por otra parte, parecen decididos a atacar políticamente las tesis de los separatistas, buscando provocar así la desaprobación de la población a su proyecto.
Sin embargo, el gobierno se ha aventurado en un terreno poco conocido. La policía deberá vencer la "ley del silencio" que existe no sólo por miedo de eventuales represalias, sino como un reflejo de la comunidad que se siente amenazada, sentimiento que un diputado corso de la nueva asamblea traducía al declarar ante los otros: "No nos ocultemos la verdad. Sabemos que son nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros hermanos quienes colocan las bombas".
Esta parece ser la mayor ventaja del frente corso, cuyos efectivos, según la policía, no superarían los doscientos militantes.
La vía de los Cowboys
La policía del gobierno no goza, por otro lado, del apoyo de ninguno de los grupos propiamente corsos. Edmond Simeoni, líder de la "Unión del Pueblo Corso", quien pasaba por ser un aliado de los socialistas, declaró: "El mantenimiento del orden reposa sobre un consenso social. Si (el gobierno) escoge la vía de los CowBoys, lo peor es previsible". Refiriéndose a la declaración del portavoz del gobierno, quien había indicado que la nueva asamblea disponía de todos los medios para administrar Córcega, Semeoni dijo: "Es falso. La asamblea no dispone de ningún medio financiero o material".
La situación parece intrincada. Los corsos que no cuestionan su pertenencia a Francia, reclaman una política efectiva capaz de corregir los desequilibrios que generan la partida a la metrópoli, cada año, de miles de jóvenes .
Los nacionalistas, por su parte, se basan también en esa situación para reclamar, después de 215 años, su independencia. Una cosa parece segura: preocuparse únicamente de la "seguridad" de la isla, no bastará.--