Home

Mundo

Artículo

Iberoamérica unida

La histórica reunión de Guadalajara crea expectativas sin precedentes para la integración de los países.

12 de agosto de 1991

POCAS VECES UNA CUMBRE de jefes de Estado y de Gobierno produce tantas expectativas. En Guadalajara, entre el 18 y el 19 de julio se reunirán 21 gobernantes de Latinoamérica y la península Ibérica, en una ocasión de importancia histórica. No es para menos, pues se trata de la respuesta regional a un mundo en el que las relaciones internacionales, tanto a nivel político como económico, se mueven en bloque.
Pero lo que marca sobre todo las expectativas, es la existencia de una atmósfera constructiva, alejada de las controversias de tipo ideológico. Ello parece confirmado por la presencia, bajo el mismo techo, del rey Juan Carlos I de Borbón y del presidente cubano Fidel Castro. Muchos están de acuerdo en que en otras épocas, esa coincidencia hubiera sido una contradicción en los términos, por las extremas diferencias ideológicas que esos personajes representan.
Lo que nadie duda es que Castro será la gran atracción. Se afirma que en Cuba, la expectativa popular está centrada en ese viaje y en el congreso de octubre del partido comunista, que podrían abrir el camino para la reinserción del país en la comunidad interamericana y para la liberalización de la economía. Para muchos observadores extranjeros en La Habana, el discurso oficial intransigente podría ocultar otras intenciones, sobre todo a partir de más de un millón de sugerencias que se ventilaron como preparación del congreso partidario. Como contrapartida a los cambios internos -que incluirían el restablecimiento de cierta actividad privada en el sector servicios y en el agro- Cuba podría encontrar en la cumbre de Guadalajara la mano tendida de las principales naciones del continente, no sólo para garantizar suministros básicos, sino también para propiciar un acercamiento con Estados Unidos.-