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INCONFORMIDAD MILITAR

Los militares venezolanos se pronuncian sobre la polìtica acerca de Haitì y demuestran que siguen deliberando.

11 de julio de 1994

JUNTO CON ESTADOS UNIdos, Canadá, Francia y Argentina, Venezuela integra el llamado Grupo de amigos de Haití, que tiene como propósito común la resolución de la crisis que afecta a ese país desde el golpe que expulsó del poder al presidente constitucional, el sacerdote Jean Bertrand Aristide.

Esa actitud es muy consecuente con la posición venezolana de ejercer una influencia decisiva en un área que, como el Caribe, influye en toda la región. Sin embargo, la posición diplomática de Caracas ha propiciado una nueva oportunidad para que los militares de ese país hagan sentir su influencia y, de paso, dejen la sensación de que podrían haberse convertido en la rueda suelta de la política venezolana.

Son dos las actitudes que resultan dicientes. La primera, el disgusto expresado por el vicealmirante Rafael Huizi ante la decisión de Caracas de ofrecer refugio provisional a los haitianos que han huido de la dictadura. Y la segunda, la declaración del ministro de Defensa, general Rafael Montero Revette, según la cual las Fuerzas Armadas de Venezuela no participarían bajo ninguna circunstancia en una intervención militar en la isla, a pesar de que, según se dice en medios diplomáticos, el gobierno no descartaría intervenir en una fuerza militar desplazada a Haití para apuntalar la democracia una vez cayera el régimen dictatorial. Lo que indicaría que en Venezuela, por lo visto, los civiles proponen y los militares disponen.