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La infanta Cristina fue llamada a declarar por más de seis horas en el Tribunal de Palma de Mallorca, en medio de protestas antimonárquicas. El fiscal pidió para su esposo, Iñaki Urdangarin, 19 años de cárcel.

ESPAÑA

Jaque mate a la realeza

El juicio por corrupción contra la infanta Cristina ha dinamitado las buenas relaciones entre los españoles y su familia real, y ha abierto una herida que podría ser mortal para la monarquía en pocos años.

15 de febrero de 2014

La mayoría de los españoles ya no se fía del rey Juan Carlos ni de su familia, y los sondeos indican que, si se celebrara hoy un referéndum, los votantes echarían a los Borbón. Hasta julio de 2010, cuando estalló el escándalo de corrupción de Cristina de Borbón y de su esposo Iñaki Urdangarin, los españoles le perdonaban todo a esa, considerada la más ejemplar de las monarquías. “Creíamos que la familia real era barata frente a todo lo que nos daba. Juan Carlos había salvado la democracia en 1981 y, además, él y su familia nos daban una buena imagen. Ahora nos damos cuenta de que esta monarquía jamás ha sido ni será barata, y que lo mejor que podemos hacer es deshacernos de ella por las vías democráticas”, dijo a SEMANA la constitucionalista Raquel del Moral.

Este año, el presupuesto aprobado para la familia real es de 7,8 millones de euros destinados a salarios y gastos de funcionamiento. El gobierno del Partido Popular asegura que la española es la Casa Real “más austera de todas”, comparada con la británica (46,6 millones), la holandesa (40 millones), la noruega (28 millones) e incluso la de Luxemburgo (8 millones).

Sin embargo, “la verdad es que ese presupuesto nunca ha sido transparente porque no incluye los gastos que los ministerios destinan a las actividades de la Casa Real ni al mantenimiento de los palacios y jardines. Así que cada año los Borbón nos cuestan en realidad 560 millones de euros, un dineral a cambio de la peor imagen internacional”, señaló a SEMANA el portavoz del partido antimonárquico Izquierda Unida, Jesús Romero. Pero además, Laura Bautista, vocera del movimiento independiente Democracia Real Ya, explicó a SEMANA que “el caso de la infanta nos está demostrando que la familia real está por encima de la Constitución, y que debemos luchar desde la calle si queremos vivir en una sociedad justa y democrática”.

Incluso muchos defensores de la monarquía se quejan de que la Casa Real y el gobierno del Partido Popular le han dado una pésima gestión al problema legal de Urdangarin.

Los juristas consultados por SEMANA, como el penalista Iker Elejalde, aseguran que una rápida gestión privada de la Casa Real con el juez al principio del proceso habría sido la solución más sabia. Pero el rey, informado desde el comienzo de los tejemanejes de su yerno, quiso preservar su propia imagen y apartó a Urdangarin, quien se vio solo ante los tribunales. En ese momento pudo haberse declarado culpable y habría salido del lío devolviendo el dinero, pero se empeñó en demostrar su inocencia, pese al cúmulo de pruebas en su contra, y al final arrastró consigo a Cristina y, tras ella, a toda la familia.

La otra salida habría sido el divorcio de la pareja y se sabe que varios miembros de la familia real intentaron convencer a Cristina de abandonar a su esposo. Pero no contaban con su testarudez. Cristina estaba convencida de que el rey los protegería con sus influencias al más alto nivel, y si bien esto es lo que ha ocurrido, la Casa Real jamás sopesó el daño que se iba a causar.

Esta penosa gestión del problema revela también la creciente pérdida de facultades del rey. “Con diez años menos, habría resuelto este lío con el menor daño posible, sobre todo, para la democracia”, aseguró a SEMANA la periodista especializada en casas reales Susana Aguirre. Pero Juan Carlos, a sus 76 años, está muy deteriorado. Sus problemas de cadera y de rodilla limitan sus movimientos y han minado su ánimo, pues siempre fue un hombre de acción practicante de la vela, la caza, el esquí y amante de los viajes. En su última salida, la semana pasada, visitó Lisboa con su esposa Sofía, que ahora lo acompaña a todas partes. Temen que sufra una nueva caída en público.

“Lo peor es que él es consciente de que no puede retirarse ni rendirse”, sostuvo Del Moral. “Además, la Constitución de 1978 fue hecha a su medida, pero jamás se ha hecho un Estatuto del Rey, así que nadie puede reemplazarlo en sus actos oficiales, y si él no se mueve la Casa Real tampoco. Es obstinado como Cristina, se niega a abdicar en favor del príncipe Felipe y quizás esa terquedad lo convierta en el último o el penúltimo rey de España”.

Los partidos y los movimientos antimonárquicos cuentan ahora con el mejor escenario para promover un referéndum que expulse del poder a la familia Borbón, a la que solo defiende el conservador Partido Popular. Se están quedando solos.