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Infierno en la torre

La bomba de Nueva York demuestra que Estados Unidos no está exento del terrorismo.

5 de abril de 1993

TODO ESTABA PREVISTO.
Desde 1985 las autoridades habían determinado que el World Trade Center estaba entre los lugares mas vulnerables ante un ataque terrorista. Por eso, dos veces al año se realizaban simulacros de evacuación, para que nada quedara fuera de control si se presentaba lo peor.
Pero a la hora de la verdad, nada funcionó. A las 12:18 p.m. del viernes, una misteriosa explosión hizo retumbar de arriba abajo al gigantesco conjunto de dos torres de 110 pisos y produjo una
confusión que pronto se convirtió en caos. Inicialmente los reporteros de televisión dijeron que un "accidente" había producido el desplome del techo de la estación de subway. Pero el humo espeso y negro que inundó rápidamente todo el edificio negó esos primeros informes. La explosión, cualquiera que hubiera sido su causa, había tenido una dimensión insospechada.
Los planes de evacuación probaron muy pronto su absoluta inutilidad. La explosión se produjo en el tercer nivel del sótano de parqueaderos y aunque los afectados aún no lo sabian, produjo un cráter subterráneo de tres metros de ancho, 60 de largo y cinco pisos de profundidad. En pedazos habia quedado el comando de policia y el centro de operaciones.
En condiciones normales, esos sistemas hubieran permitido organizar la evacuación mediante el monitoreo con pantallas de TV, el envio de guías a cada piso y la dirección de la gente mediante los altoparlantes, Pero el lugar de la explosión dejó inútiles los sistemas eléctricos, los teléfonos los circuitos cerrados de televisión y los sistemas de perifonia.
Como consecuencia, se materializó el peor escenario El World Trade Center es el lugar de trabajo de más de 55 mil empleados que reciben unos 120 mil visitantes al día. Decenas de miles de ellos quedaron abandonados a su suerte, obligados a organizar por sí mismos la bajada de más de 100 pisos por entre una escalera llena de humo y gente presa del pánico. Cuando llegaron abajo indignados por la absoluta falta de proteccion oficial, se encontraron con que lás 10 cuadras que rodean el conjunto estaban bloqueadas por cientos de patrullas policiales, ambulancias y carros de bomberos que habían acudido al lugar sin la más mínima coordinación. A las 6:30 p.m. fueron rescatados los últimos afectados. Se trataba de 70 personas atrapadas en un ascensor.
Los organismos de seguridad tardaron más de 72 horas en calificar que se trataba de una bomba, aunque para todos los neoyorquinos el hecho no admitía discusión. Eso acabó de configurar una sensaci6n de desamparo que atravesó a todo el país. Las noticias de bombas ya no quedaran circunscritas a ciudades lejanas como Londres, Madrid, Beirut, El Cairo, Lima o Medellín. La vulnerabilidad de sus ciudades qued6 al descubierto.
No se trata de la primera vez que una bomba remueve la conciencia colectiva de los habitantes de Estados Unidos.
En 1920 una bomba colocada en una carreta tirada por caballos explotó en un sector populoso de Nueva York a la hora del almuerzo y mató a 40 personas sin que jamás se descubrieran los responsables. En 1971 se inauguró el sistema de carro bomba con un atentado del Ejército Republicano Irlandés, y en 1975 una bomba puesta en el aeropuerto de La Guardia en Washington mató a 11 personas, supuestamente por nacionalistas croatas, El bombazo de Nueva York sólo causó cinco muertes, pero dejó herida la siquis de la nación.
No se había acabado de disipar el humo cuando comenzaron a circuJar las especulaciones sobre la autoría del hecho, animadas por más de 70 llamadas que reclamaban la responsabilidad a nombre de toda clase de organizaciones desconocidas. Los primeros sospechosos fueron los contendientes de la guerra civil yugoslava, cualquiera de los cuales podría aducir alguna razón para atacar a Estados Unidos: los bosnios por su negativa otorgarles apoyo militar y los serbios por el inicio del "bombardeo" de ayuda humanitaria a sus enemigos. Otros también fueron mencionados: el presidente de Irak, Saddam Hussein, porque ese día se marcaba el segundo aniversario de su expulsión de Kuwait.. El libio Muammar Gaddafi, quien aún no ha vengado la muerte de su hija en el bombardeo norteamericano a Trípoli en 1986. Irán, viejo enemigo de Estados Unidos, al que llama el "Gran Satán". El cartel de Medellín y su desesperado jefe, Pablo Escobar. Pero al final de la semana, los investigadores capturaron a un egipcio vinculado a un grupo fundamentalista llamado Salama Mohammed, quien habría alquilado la camioneta bomba y fue atrapado al querer recuperar el depósito de 400 dólares que hizo por el vehículo.
Las autoridades se apresuraron a advertir que la investigación está en curso, pero lo cierto es que la captura pareció extrañamente fácil. Su rapidez pone sobre el tapete la actitud que el gobierno norteamericano tendrá que asumir ahora que el terrorismo parece apuntar en su dirección. ¿Podrán defenderse los derechos individuales en la lucha antiterrorista, como es el ideal de cualquier gobierno demócrata? ¿O, por el contrario, la paranoia caracteristica del peligroso mundo posguerra fría producirá resultados tan dudosos como el de la ejecución de Sacco y Vanzetti en los años 20, o de los Rosemberg en los 50? Estados Unidos tendrá que repensar sus medidas de seguridad. Pero también deberá hacer un examen de conciencia para afrontar el nuevo desorden mundial sin caer en los excesos que suele criticar. Bill Clinton tiene la palabra.

Un sangriento "mesías"
SI LA BOMBA DE NUEVA York no fue suficiente para demostrar la vulnerabilidad de EE UU a los males del mundo exterior, el episodio de Waco, Tejas, sí le consiguió. Allí un fanático llamado David Koresh se atrinchero en una finca de su secta con varias decenas de seguidores, dispuesto a resistir hasta el último hombre el asedio de las autoridades. Al cierre de esta edición, el cerco continuaba luego de la muerte de cuatro agentes y por lo menos dos correligionarios. Pero por los antecedentes se esperaba lo peor.
Lo que más impresionó a primera vista fue el grado de ineptitud de las autoridades, que desplegaron una fuerza inusitada sin conseguir ningún resultado.
Pero el nivel de fanatismo de los sitiados dio lugar a la preocupación sobre cuántas de esas sectas muchas de ellas extendidas en Latinoamérica pueden llegar a esos extremos.
Koresh es un hombre de 35 años que logró abrirse paso en el "Grupo Davidiano", separado de los "Adventistas del Séptimo Día". El grupo de Koresh es uno de los miles que en Estados Unidos basan su doctrina en la proximidad del milenio y el fin del mundo. Se trata de agrupaciones casi siempre integradas por individuos con problemas de adaptación, que condenan a la sociedad por corrupta y buscan vivir según sus propias reglas, en espera del juicio final. En el caso de Waco, la secta cree en la violencia, según lo dicho en el séptimo capítulo del Libro de Ezequiel en la Biblia. Koresh, quien comenzó por describirse como jefe de la casa de David y terminó considerándose el nuevo Mesías, fue el factor último de desestabilización. Pero la violenta represión federal podría haber sido precisamente lo que buscaba.