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Tras las elecciones vascas, el plan Ibarretxe para constituir un Estado libre asociado está agonizando.

24 de abril de 2005

Las elecciones para elegir el nuevo parlamento vasco que se realizaron el pasado 17 de abril terminaron siendo un fracaso para el jefe de gobierno vasco, Juan José Ibarretxe. El lehendakari las había convocado para obtener una gran votación que le permitiera forzar una negociación con el estado español sobre su plan soberanista, que propone que el País Vasco se convierta en un estado asociado de España. Pero como dijo el mismo Ibarretxe, tratando de evitar mostrar algún malestar por el resultado, la sociedad vasca "es terriblemente inteligente".

El plan Ibarretxe fracasó en las Cortes (el Parlamento español) el primero de febrero de este año y como reacción, al día siguiente Ibarretxe anunció que convocaba a elecciones convencido de que el pueblo vasco respaldaría su plan a través de los votos por el Partido Nacionalista Vasco (PNV). Pero éste perdió cuatro escaños en relación con las elecciones de 2001.

A Ibarretxe le salió el tiro por la culata. Hoy no sólo el PNV se encuentra en una encrucijada para alcanzar la mayoría absoluta, sino que el propio Ibarretxe no tiene seguro su puesto como jefe de gobierno. "Los votantes han reflejado lo que es la realidad de la sociedad vasca: una realidad compleja en todos los sentidos", dijo el ex parlamentario del PNV Joseba Arregi.

La alianza PNV-EA, que ha gobernado estos últimos años, obtuvo 29 escaños, que sumados a otros cuatro que le aportan partidos pequeños lo dejan a cinco escaños de la mayoría absoluta. Una situación difícil para los nacionalistas si se tiene en cuenta que si el Partido Socialista y el Partido Popular decidieran unirse, entre los dos juntarían 33 escaños. Ambas coaliciones estarían igualadas.

Quedarían entonces por definirse los votos del Partido Comunista de las Tierras Vascas (Ehak, su sigla en euskera), que con nueve escaños fue el gran protagonista de estas elecciones, no sólo por la cantidad de escaños que alcanzó sino por toda la polémica que despertó su participación, pues tiene enfrentados al gobierno con el Partido Popular, hasta el punto de llegar a romper el pacto antiterrorista que habían firmado hace un tiempo. Este partido recién formado es considerado el reemplazo de Batasuna, que fue ilegalizado porque se dice que es el brazo político de la banda terrorista ETA. Muchos analistas se han atrevido a decir que esta banda terrorista ha vuelto a influir en el destino del País Vasco. "ETA vuelve al escenario político vasco con el respaldo de los votos y, de paso, a poner en tela de juicio el estado de derecho", escribió en El País de España Antonio Elorza, catedrático de pensamiento político de la Universidad Complutense de Madrid.

La encrucijada del PNV es compleja. Primero porque hace una alianza con el Partido Socialista Obrero Español (Psoe), que en ese caso exigiría que el PNV declinara sus pretensiones de alcanzar un estado soberanista, y al mismo tiempo pediría la salida de Ibarretxe de la dirección del ejecutivo. Estas condiciones fueron calificadas por el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, de "disparate", pues entre otras razones Ibarretxe no estaría de acuerdo en abandonar lo que ha sido su proyecto bandera.

La otra opción que tendría el PNV sería aliarse con Ehak para mantenerse al mando del gobierno vasco, llegado el caso de que los socialistas decidan postular como candidato a lehendakari a su candidato Patxi López. Esta posibilidad está siendo evaluada por Ibarretxe, aunque la parte más moderada del partido nacionalista lo rechaza.

Por ahora el Psoe se muestra victorioso debido a que logró más votos que el Partido Popular, que les había ganado en los comicios pasados, y también a que creen que el Plan soberanista del PNV está muerto.

Habrá que esperar a finales de mayo para saber cómo quedan organizadas las fuerzas políticas y conocer quién es el nuevo lehendakari. En los días posteriores a la elección de lo que más se hablado es de que esta es la oportunidad más propicia de los últimos años para llegar a un acuerdo que conduzca a la paz y a la normalización del País Vasco. Zapatero cree que la estrategia es presionar al PNV para que la reforma sobre el estatuto se haga con todos los partidos. Entonces se verá cuál es la voluntad de los políticos, pues según explica el analista español Emilio Alfaro, "la sociedad vasca le ha dicho a Ibarretxe que desista de su propósito de diseñar una Euskadi en la que sólo los nacionalistas pueden sentirse a gusto. Es hora de que el diálogo y la negociación dejen de ser meros eslóganes y se apliquen a la búsqueda de un proyecto de convivencia que cobije a la mayor parte de los ciudadanos con sus diversos sentimientos de identidad y pertenencia".