Home

Mundo

Artículo

JEQUE MATE

La sorpresiva destitución del ministro de Petróleos saudí desconcierta al mundo petrolero.

1 de diciembre de 1986

El que un jefe de Estado destituya a un ministro es motivo de consternación nacional. Pero cuando se trata de un jeque que, además de llevar 25 años en su cargo, ha sido el cerebro de la política petrolera mundial durante el cuarto de siglo en que el oro negro ha sido el factor determinante no sólo de la economía internacional sino incluso de la guerra y la paz, la cosa es a mayor precio. El anuncio revelado el jueves pasado sobre la decisión del rey Fahd de Arabia Saudita de destituir del cargo a su ministro de Petróleos Ahmed Zaki Yamani no podía menos que causar revuelo mundial. Yamani, un hombre de 56 años, graduado en Harvard uno de los creadores de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) en 1960 y activo promotor del embargo petrolero árabe contra Occidente en 1973, fue hasta su destitución el poseedor indiscutible de la última palabra en el mercado del petróleo. No sólo por su reconocida habilidad de negociador y su capacidad para armonizar y hacerse respetar en una organización famosa por sus enconadas rencillas internas, sino además porque Arabia Saudita posee la cuarta parte de las reservas conocidas de petróleo y es, por ende, la única nación que puede, con una simple alza o disminución en la extracción de sus yacimientos, hacer variar los precios a escala global.
Las causas de la destitución fulminante de Yamani aún no han sido reveladas oficialmente. Aunque en un comienzo se atribuyó a motivos de salud, es obvio que cuando un jefe de Estado destituye a un ministro, no estaba de acuerdo con su labor. Personas allegadas al jeque aseguran que la razón principal radica en las crecientes diferencias que habían surgido en los últimos tiempos entre Yamani y la familia real árabe, diferencias que para algunos tenían un cariz más personal que político. En los círculos reales corría desde hace algún tiempo el rumor de que el rey Fahd se encontraba molesto porque Yamani, que no es de sangre noble, se había vuelto demasiado independiente y ambicioso. Al punto de haber llegado a ofrecer, aun en contra de la directriz real, un descuento de cincuenta centavos por barril a ciertos compradores del petróleo árabe. Hecho que naturalmente disgustó al monarca y a los demás miembros del gabinete, entre ellos al ministro de Defensa, hermano del rey, y que en últimas habría llevado a Fahd a optar por colocar en el cargo a alguien más dúctil como el actual ministro de Planeación Hisham Nazer.
Las diferencias de criterio ciertamente se habían hecho sentir ya en el seno mismo de la OPEP. Mientras en la última reunión del cartel celebrada en Ginebra hace una semana Yamani había manifestado su intención de seguir con la estrategia de recuperación de mercados aun a costa de mantener precios bajos, el gobierno saudita, por su parte, dio a conocer un comunicado oficial en el que consideraba que el barril de petróleo no debería venderse a menos de 18 dólares, cuando los precios actuales oscilan alrededor de los 13.
Las consecuencias de la caída de Yamani en el mercado del petróleo son aún imprevisibles. Mientras para algunos el hecho posibilitará finalmente llegar a un acuerdo para encarecer los precios del crudo, actualmente en uno de sus niveles más bajos, para otros representa el silenciamiento de una voz moderadora que hasta ahora había sido clave en el desarrollo de la negociaciones al interior de la OPEP, y contribuye a acentuar la incertidumbre y la inestabilidad que hoy prevalece. Se asegura, sin embargo, que dentro de un mercado deprimido, la sensibilidad de los precios ante un cambio de política puede llegar a ser muy alta. A apenas un día de conocerse la noticia de la caída de Yamani, el precio del crudo en la bolsa de Nueva York aumentó en 1.31 dólares, cerrando a U.S.$ 15.04 por barril; hecho que podría considerarse como el primer indicio de hasta dónde la decisión del rey Fahd podría afectar la política petrolera mundial.
Si para reemplazar a Yamani en su cargo ministerial se da casi por sentado que el rey Fahd ratificara a Nazer, en el caso de la OPEP el problema de la sucesión podría resultar bastante más complejo. El liderazgo detentado hasta ahora por Yamani en el seno de la organización a nombre de Arabia Saudita podría verse amenazado por las aspiraciones de Irán, su principal rival en la jerarquía de la organización. Desde agosto, Irán había venido dando muestras de querer asumir la iniciativa dentro del cartel al proponer y conseguir, en contra del sentir de Yamani, el establecimiento de un sistema temporal de cuotas de producción con el objeto de poner fin a la baja de precios más marcada de la historia. Con la desaparición de Yamani de la jefatura de la OPEP, Irán reclamará muy seguramente su liderazgo, el cual se disputan también otros países del bloque árabe como Kuwait y los Emiratos Arabes Unidos.
La suerte que correrá cada uno en sus pretensiones es aún incierta. Lo que sí se da por descontado es que en su próxima reunión del 11 de diciembre, la OPEP tendrá que hacer frente al que podría constituir uno de los mayores retos de su historia: sustituir a quien es quizás insustituible.