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Joe Biden. | Foto: EFE

INTERNACIONAL

¿Por qué Biden no desafió a Hillary Clinton?

La decisión del vicepresidente de no presentarse a las primarias demócratas son excelentes noticias para la exsecretaria de Estado, que tiene todo para lograr la nominación de su partido.

22 de octubre de 2015

Sobre el papel, el vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, tenía todo para suceder a Barack Obama. Fue durante 31 años senador por el estado de Delaware, ya había sido en dos ocasiones precandidato por su partido y –aun sin lanzar su candidatura– las encuestas le daban un preferencia de voto por encima del 16 por ciento.

Sin embargo, flanqueado por su esposa Jill y por el propio Obama, el miércoles dijo que no se presentaría a las elecciones. ¿Las razones? Según el propio Biden, la muerte de su hijo Beau, quien el 30 de mayo falleció debido a un cáncer en el cerebro, y lo avanzado que ya está el calendario electoral. “Me he quedado sin tiempo”, se lamentó el vicepresidente.

Y en efecto, si Biden hubiera anunciado su candidatura esta semana, habría contado con menos de 150 días para convencer a los votantes demócratas de convertirlo en su candidato, una tarea particularmente ardua teniendo en cuenta la historia de las elecciones estadounidenses.

De hecho, según las cuentas del analista Harry Enten para el portal FiveThirtyEight, hasta la fecha solo 11 aspirantes demócratas o republicanos se han lanzado tan tarde. Y de ellos, ninguno ha conseguido la nominación de su partido y solo Jesse Jackson obtuvo más del 20 por ciento de los votos.

Las razones son sencillas. Por un lado, lanzarse tarde implica tener menos tiempo para recaudar fondos, formar un equipo y construir una campaña sólida. Mientras que la ex secretaria de Estado Hillary Clinton y el senador Bernie Sanders –sus contrincantes directos en las primarias del Partido Demócrata– han reunido 33 y 27 millones de dólares respectivamente, Sanders tendría que comenzar desde cero.

Algo similar sucede con el respaldo de las elites de su partido, uno de los indicadores que históricamente han servido para predecir los elegidos en las primarias. Mientras que apenas un representante a la cámara, un senador y un gobernador han respaldado a Biden, 118 representantes, 31 senadores y diez gobernadores han invitado a votar por Clinton. Algunos de ellos en las últimas semanas.

Por otro lado, los buenos resultados de Biden en las encuestas ocultan un hecho importante: una cosa es el respaldo de un político que suena como candidato, y otra –muy diferente– el apoyo que ese mismo político tiene una vez ha oficializado su campaña.

En ese sentido, aunque habría sido esperable que el anuncio de su candidatura le hubiese diese un empujón en las encuestas, también es cierto que una vez en la carrera por la nominación demócrata cada palabra y cada acción suya serían revisadas con lupa.

Y lo cierto es que Biden, pese a la simpatía que genera entre muchos sectores, es conocido como una especie de George W. Bush por sus metidas de pata. Entre ellas se recuerdan haberle pedido a un hombre en silla de ruedas que se levantara, sus bromas sobre los inmigrantes indios en Delaware o haber pronunciado mal –en plena campaña de 2008– el nombre de Obama.

Lo cierto es que su decisión le abre una autopista a Hillary Clinton, quien ya desde el debate demócrata organizado por CNN la semana pasada había frenado su descenso en las encuestas. Sin Biden en el camino, el único obstáculo de la candidata favorita del ‘establishment’ demócrata es ella misma y su polémico uso de su correo electrónico personal cuando era secretaria de Estado.