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| Foto: AFP

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Santos aterriza en la convulsa Italia

El presidente llega a un país que estrena gobierno ante la renuncia de Matteo Renzi luego de su derrota en un referendo crucial.

14 de diciembre de 2016

Juan Manuel Santos no podrá devolver la cortesía. Matteo Renzi estuvo en la Casa de Nariño en octubre de 2015 en la primera visita de un primer ministro italiano a Colombia. Pero cuando el presidente colombiano aterrice en Roma este jueves, llegará a una capital en plena ebullición política, con un Renzi dimitido luego de haber perdido el crucial referendo al que apostó todas sus fichas.

De hecho, el carismático Renzi ya tiene reemplazo, pues este miércoles su excanciller Paolo Gentiloni consiguió la investidura con el voto del Senado, luego de que el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, le encargó formar gobierno.

En sus planes originales, Santos tenía previsto reunirse el viernes con Renzi para suscribir acuerdos binacionales, como lo hicieron en Bogotá. Pero la derrota del domingo 4 de diciembre le costó la cabeza, pues había prometido marcharse si no ganaba. El exalcalde de Florencia se implicó de tal manera en la consulta sobre la reforma constitucional, que se convirtió en un plebiscito sobre su figura.

Tres consultas con resultado adverso

Como ocurrió con su reciente visita a Londres en noviembre, cuando se reunió con la primera ministra Theresa May, Santos se encuentra con un jefe de gobierno que tuvo que relevar de urgencia a un copartidario luego de un sonado revés en una consulta popular. Una derrota en las urnas similar a la que el propio Santos sufrió en el plebiscito por la paz, solo que él recibió el Premio Nobel de Paz después del batacazo, mientras Renzi y David Cameron se vieron obligados a renunciar.

En las tres elecciones los mandatarios se habían jugado su suerte. En el Reino Unido, la otrora inconcebible opción de retirarse de la Unión Europea ganó la partida en junio. En Colombia, el No contra la refrendación del acuerdo original con las FARC se impuso en octubre. Y en Italia, la opción de una reforma política que hiciera gobernable al país se hundió a comienzos de mes. En los tres casos, el resultado arrojó al país a un período de incertidumbre.

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Pero así como hay similitudes, las diferencias también son notables, por los distintos sistemas políticos.

En el caso del plebiscito colombiano, una eventual renuncia en un sistema fuertemente presidencialista quedó rápidamente descartada cuando Santos prometió seguir persiguiendo la paz “hasta el último minuto de mi mandato”. Aunque el jefe del equipo negociador, Humberto de la Calle, sí puso su dimisión sobre la mesa, Santos no sólo no se la aceptó sino que lo nombró líder del diálogo con los promotores del No. Dos meses después tenía un acuerdo renegociado con las FARC que incluía la mayoría de las observaciones del No, así estos sigan insatisfechos.

Incluso entre Gran Bretaña e Italia hay diferencias notables. Cameron quedó definitivamente jubilado de la política, y pasará a la historia por su inmenso error de cálculo en el brexit, mientras que Renzi tiene altas opciones de regresar. De hecho, la oposición se queja de que el nuevo gobierno de Gentiloni es una fotocopia del anterior, y en los mentideros políticos se le considera absolutamente leal con su predecesor.

Además, mientras el régimen parlamentario británico favorece en cierto sentido los cambios ordenados de gobierno sin necesariamente ir a elecciones anticipadas, Italia es legendaria por su inestabilidad.

En los últimos 70 años han habido 63 gobiernos y solo dos primeros ministros han terminado su mandato. ¿Las razones? La Constitución que los italianos aprobaron en 1947, marcada por el espíritu de la posguerra, limitó los poderes del jefe de gobierno. También le otorgó las mismas facultades al Senado y el Congreso (el llamado ‘bicameralismo perfecto’), lo que produce que aprobar una ley sea una verdadera odisea.

El cambio constitucional que buscaba Renzi quería justamente acabar con ese bloqueo ampliamente diagnosticado, pero se estrelló contra el rechazo de las urnas.

En ese país sacudido por un nuevo cambio de gobierno, otro más, aterrizará Santos, con un Nobel bajo el brazo pese a su propio batacazo electoral. Al menos por ahora, no volverá a poner su firma al lado de la de Renzi.