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La alternativa atómica

En un viraje sorprendente, los ecologistas miran hacia los reactores nucleares como la respuesta menos dañina a las necesidades energéticas de la civilización.

4 de julio de 2004

La energía nuclear es la única solución ecológica". Con esta frase y numerosos argumentos, uno de los líderes ecologistas europeos más respetados, James

Lovelock, se ha unido a la actual ola de llamados al retorno de Europa a la fisión nuclear. ¿Las razones? El futuro de la Unión Europea (UE) está ligado a su capacidad para generar energía, no puede depender más del petróleo, las fuentes alternativas todavía no son fiables y la energía nuclear es la única vía para que la UE reduzca sus emisiones de gases contaminantes y cumpla con el protocolo de Kyoto.

"No tenemos tiempo para investigar con visionarias fuentes de energía; la civilización está en peligro inminente. Sir David King, principal científico del gobierno británico, tenía razón cuando dijo que el calentamiento del planeta es una amenaza más grave que el terrorismo". Lovelock, el creador de la Teoría de la Gaia que describe a la Tierra como un organismo vivo que se autorregula, se ha puesto en el centro de la polémica al ser el ecologista más reputado en apoyar el regreso a la energía nuclear, una iniciativa que viene ganando más y más adeptos dentro de los gobiernos de las UE. "Yo soy Verde, insiste Lovelock, e imploro a mis amigos dentro del movimiento abandonar su terca objeción a la energía nuclear. La opción nuclear como fuente principal de energía representa una amenaza insignificante en comparación con los peligros de las olas de calor intolerables y letales y de los crecientes niveles marítimos que ahoguen todas las ciudades costeras del mundo".

La Unión Europea de 25 países tiene alrededor de 180 reactores nucleares que aportan casi el 35 por ciento de la demanda eléctrica. En Lituania el 80 por ciento de la electricidad procede de centrales nucleares, en Francia el 78 por ciento y en Bélgica el 77 por ciento. Pero tras el accidente de la planta de Chernobyl (Ucrania) en 1986, que ha causado más de 30.000 muertes y dejó contaminadas por radiación a 10 millones de personas, el miedo a otro desastre impulsó fuertes presiones sociales y condujo a muchos países como Bélgica, Austria, Italia y Alemania a lanzar planes de desmonte de las plantas nucleares.

El país que más avanzó fue Italia, que abandonó la energía nuclear por referéndum en 1997, aunque cuenta hoy con algunas plantas en operación dedicadas a la investigación científica.

Alemania inauguró en junio pasado el reactor de Garching (cerca de Munich) con fines estrictamente científicos, pero pese a que el gobierno de Gerhard Schröder acordó cerrar todas sus centrales atómicas para el año 2020, las fuentes nucleares del país funcionan con normalidad y suministran el 30 por ciento de la electricidad.

"El centro del problema es que si Europa cierra sus centrales nucleares incumpliría el Protocolo de Kyoto porque aumentaría las emisiones de CO2 a la atmósfera en más de 200 millones de toneladas", aseguró a SEMANA la responsable de Energía de la UE, Loyola de Palacio, que se ha sumado a los llamados de varios líderes políticos y economistas para quienes la energía nuclear es "limpia" desde el punto de vista de la emisión de gases de efecto invernadero.

Según De Palacio, la Unión Europea debe liderar el Protocolo de Kyoto cumpliendo rigurosamente con sus compromisos, y cerrar todas las plantas nucleares aumentaría la subordinación a fuentes "sucias" como el petróleo y el gas, cuando ya Europa depende de ellas y de terceros países en 50 por ciento para su abastecimiento energético.

Para los defensores de la fisión nuclear lo que está en serio riesgo es la viabilidad del proyecto económico, social y político de la Unión Europea. Datos del Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea) de la ONU confirman que Asia es el continente donde actualmente se están construyendo más centrales nucleares, favorecidas por el fuerte crecimiento económico, la escasez de recursos naturales y el aumento de la población, lo que preocupa a muchos analistas europeos para quienes la prosperidad de Asia puede significar un retroceso para Europa.

Algunos países como Alemania decidieron concentrar sus esfuerzos en el desarrollo de fuentes de energía renovables como la solar, la eólica y la biomasa, pero sus avances al día de hoy resultan insuficientes para resolver las demandas de Kyoto. El profesor André Berger, de la Universidad de Lovaina (Bélgica), experto en climatología, dijo a SEMANA que "Europa y el mundo han perdido mucho tiempo buscando salidas utópicas, y el mayor error de Europa ha sido frenar la energía nuclear, que ha sido y seguirá siendo una de las formas más eficaces para servir a los intereses del desarrollo sostenible".

Para Lovelock, el calentamiento global es el mayor peligro que haya debido afrontar la civilización hasta la fecha, y prueba de ello fueron los 20.000 muertos por la ola de calor que afectó a Europa el verano pasado, con temperaturas superiores a los 45 grados, y que tiene ahora en estado de alerta a varios países del Viejo Continente por las altas temperaturas que se prevén para los meses de julio y agosto. Estas declaraciones han desencadenado fuertes críticas de algunos partidos verdes y de izquierda en la Unión Europea que rechazan la fisión nuclear, pero el hecho de que importantes ecologistas como Lovelock y Berger estén promoviendo la energía atómica demuestra hasta qué punto Europa está entre dos espadas en materia ambiental. Su futuro y el de todo el planeta está en juego.