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LA CARCEL DEL INFIERNO

La tragedia de la prisión de Sabaneta es un pésimo síntoma sobre la crisis que se sigue viviendo en el país vecino

7 de febrero de 1994

PARA LOS VENEZOLANOS el año comenzó en tragedia. Más de 150 muertos y 200 heridoss producto de motines en tres cárceles, mostraron un drama penitenciario sórdido y macabro que sorprendió a la población pero que en el fondo era una tragedia anunciada. Los disturbios comenzaron el 31 de diciembre del año pasado en el penal de Barcelona, cuando algunos prisioneros se amotinaron para protestar por sus precarias condiciones. El saldo de dos presos muertos y tres heridos no reflejaba la magnitud de lo que se acercaba.
La ola de motines continuó el lunes 3 de enero. Esa noche, una de las bandas de la cárcel de Sabaneta, la tercera prisión en orden de peligrosidad del país, arrinconó a los miembros de una banda rival en dos patios y en la enfermería del edificio, y les prendió fuego. La muerte dantesca de más de 150 reclusos -entre los cuales estaba un número indeterminado de colombianos- desató una nueva crisis para la débil democracia de Venezuela.
El primero en salir a la ofensiva fue el fiscal de la Nación, Ramón Escovar, quien dijo que "en las cárceles de Venezuela ocurren todas las violaciones a los derechos humanos inimaginables y la situación es muy explosiva. Hoy fue en Maracaibo, hace un año en Caracas y así seguirá si no se enfrenta el problema de inmediato ".
El presidente, Ramón J. Velásquez, decidió no comprometerse en la responsabilidad de lo sucedido. El mandatario provisional dijo que la tragedia "es un problema histórico, consecuencia de la crisis social y económica que vive el país". En igual sentido se manifestó el ministro de Justicia, Fermín Mármol, quien admitió que "el gobierno venezolano no puede garantizar la vida de ningún preso en las cárceles nacionales".
La crisis penitenciaria se veía venir, entre otras cosas porque, según un informe reciente de la organización no gubernamental Provea, la situación de las cárceles venezolanas es insostenible. "Los recintos afrontan un déficit presupuestario que impide la remodelación de las instalaciones, por lo cual la sobrepoblación penal es superior al 100 por ciento. Además, el sistema se caracteriza por el hacinamiento en las cárceles, la demora procesal, la no clasificación de los reclusos y la ausencia de una política clara y coherente del Estado hacia los recintos". En Venezuela existen 34 cárceles diseñadas para encerrar a unas 13 mil personas, pero actualmente albergan unos 32 mil reclusos. Del total de la población carcelaria, un 70 por ciento espera sentencia, un 20 por ciento cumple su condena y el 10 por ciento restante permanece adentro por trámites burocráticos.
Todos estos incidentes son un pésimo síntoma sobre la situación social y económica del país. La falta de liderazgo y ausencia de compromiso del Ejecutivo son notorios. Además, la economía venezolana no marcha bien. El Estado presenta uno de los déficit fiscales más altos de su historia y su sector petrolero está sometido a la caída de los precios internacionales mientras la población soporta un impopular impuesto al valor agregado del 10 por ciento y una inflación del 45 por ciento en el año anterior. Pero lo más grave es la aparente impotencia del gobierno del presidente Velásquez para remediar la situación. Por eso todos los venezolanos esperan que el barco aguante a flote hasta que el Rafael Caldera asuma el control.
Por lo pronto, la presencia de colombianos entre las víctimas de las cárceles subraya la necesidad de la repatriación de presos, que inexplicablemente sigue en el limbo.