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La CIA y Allende

La desclasificación de documentos confirma la participación de la inteligencia norteamericana en el golpe de Pinochet y que sigue interviniendo.

18 de diciembre de 2000

En la placa de mármol colocada en la pared del vestíbulo del edificio principal de la CIA en Langley, Virginia, se pueden leer las palabras de San Juan en los Evangelios: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Sin embargo los chilenos no han quedado muy contentos con la dosis de verdad que la CIA les ha ido entregando a cuentagotas .

La primera entrega de documentos se realizó en 1999 mientras Augusto Pinochet se encontraba detenido en Londres por la orden de extradición del juez Baltasar Garzón, quien había iniciado un juicio en su contra por las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura. Los más de 3.000 documentos contenían escuetas referencias a la participación del gobierno norteamericano en el golpe de Estado que había derrocado a Salvador Allende. En esta semana se entregó una última dosis de desclasificación. Los nuevos antecedentes confirman lo ya conocido, esto es, que la derecha política, la Democracia Cristiana, gremios de empresarios y el diario El Mercurio recibieron dineros de la CIA para crear el clima político que llevó a la desestabilización política y al golpe de Estado de 1973. La información incomodó a la Democracia Cristiana, que es parte de la coalición gobernante y aliada de la izquierda. Los informes señalan que les fueron entregados dineros entre 1962 y 1974.

Claudio Huepe, ministro secretario general de Gobierno, le exigió al senador Adolfo Saldívar que informara sobre los dineros recibidos pero la respuesta de éste dejó atónitos a quienes esperaban un reconocimiento de la participación del principal partido político de Chile en la conspiración golpista. Escuetamente dijo: “La desclasificación es otra forma de intervención de Estados Unidos en Chile”.

Fue el presidente de la Democracia Cristiana, Ricardo Hormazábal, quien, nerviosamente, se adelantó a negar la veracidad de los informes de la CIA mientras que otros altos personeros desesperadamente argumentaban la falsedad de la información que la mayor parte de los chilenos conocía desde hace 27 años.

Otro afectado con las revelaciones fue el prestigioso diario El Mercurio, de propiedad de la familia Edwards, al que la CIA entregó grandes sumas para que realizara campañas sicológicas para derrocar el gobierno de Salvador Allende. Lo que más le ha dolido a la familia es que en los informes se revela que en 1970 El Mercurio se encontraba a punto de ser cerrado por razones financieras y que fue el dinero de la CIA el que lo salvó.

Para Héctor Salazar, decano de leyes de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, la forma de desclasificar de la CIA es tramposa: “Lo que demuestran estos informes, dijo a SEMANA, es que la CIA fue copartícipe de las violaciones a los derechos humanos en Chile que se iniciaron con el golpe de Estado”. Pero que Manuel Contreras, acusado de más de 300 crímenes y tres actos terroristas internacionales, y los personeros de gobierno se sientan incómodos con las escasas informaciones de la CIA, demuestra la hipocresía de la sociedad chilena.

Por otra parte, el proceso de desclasificación de la CIA deja en claro que esta organización sigue operando con las mismas tácticas. Esa fue la razón que esgrimió el director, George Tenet, al rechazar la desclasificación completa de documentos exigida por el Departamento de Justicia norteamericano y el presidente Bill Clinton: por seguridad nacional no se pueden desclasificar todas las operaciones puesto que ellas revelarían la metodología utilizada, que aún se sigue usando en diversos lugares, y dejaría al descubierto fuentes de información todavía activas.