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LA COSA SE PUSO NEGRA

El triunfo rebelde pone en entredicho la supervivencia de Etiopía como un país unitario.

1 de julio de 1991

CUANDO EL PRESIDENTE Mengistu Haile Mariam huyó hace dos semanas, era claro que Addis Abeba caería muy pronto . Pero- la toma rebelde fue el resultado de la mediación de Estados Unidos.
El desenlace se produjo cuando el presidente interino, general Tesfaye se comunicó con el encargado de negocios de Estados Unidos, Robert Houdek, y le hizo saber que había perdido el control sobre sus tropas. Fue entonces cuando el principal mediador norteamericano, el subsecretario de Estado Herman Cohen, le dio el visto bueno político a la ocupación de Addis Abeba por las fuerzas rebeldes. El objetivo era evitar la repetición de las masacres que asolaron a Liberia y Somalia en la terminación de sus respectivas guerras civiles.
Pero la finalización de la guerra en Etiopía no necesariamente es garantía de paz. Los grupos insurgentes que derrotaron al gobierno sólo tenían en común el odio hacia esa dictadura. El primer síntoma de esa nueva inestabilidad se vio con el amargo recibimiento dispensado a los rebeldes en su entrada en la capital. Gritando consignas antisecesionistas, miles de ciudadanos atacaron la embajada de EE.UU. e insultaron y amenazaron con piedras a los guerrilleros.
Tanto el gobierno como los grupos rebeldes recurrieron a Estados Unidos para zanjar el conflicto, ante la desaparición de la influencia soviética. Por un lado está el secesionista Frente Popular de Liberación de Eritrea. Fundado en 1970, controla militarmente a Eritrea y ha declarado su independencia. El Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope, el grupo que ocupó la capital, proviene de Tigray, lo mismo que su dirigente Zenawi, quien además es el presidente del Consejo Supremo de la coalición. Los objetivos de Zenawi se dirigían sólo a derrocar el gobierno y con él, la influencia de la etnia amhara. El tercer grupo es el Frente de Liberación de Oromo, el de menor poder militar.
Lo más irónico es que todos esos grupos, y el gobierno, practicaban un marxismo extremo. Todos ellos aseguran hoy que han dejado atrás sus veleidades colectivistas y que están dispuestos a buscar ayuda de occidente.
Según el plan norteamericano, el gobierno será formado por Zenawi, en espera de que una nueva conferencia, que ha de celebrarse el primero de julio, defina el nuevo régimen. Mientras tanto, los observadores esperan que Zenawi cumpla su promesa de evitar a toda costa que se repita la infame hambruna de 1984-85, cuando murieron más de 150 mil personas.