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LA "DES-TITOZACION" DE YUGOSLAVIA

Crisis económica y tensiones raciales amenazan la estabilidad del país.

14 de noviembre de 1988

Es un país que se ha convertido en la pesadilla de los comunistas. Por más líos que haya más allá de la cortina de hierro, son muchos los creyentes en Marx que esperan que su país no acabe recorriendo el mismo camino de Yugoslavia.
Una vez más, como se ha vuelto ya corriente, esta nación de 24 millones de habitantes volvió a verse en las noticias la semana pasada, como consecuencia de los terribles líos en que se encuentra. Y es que en Yugoslavia los problemas son varios. El primero de todos es una situación económica desastrosa. La inflación alcanza el 215% anual, el desempleo el 20% y las huelgas son cosa de todos los días.
Pero eso no es lo más grave. A lo largo de las últimas semanas el país se ha visto sacudido por las tensiones étnicas más fuertes de su historia.
Eso es algo trágico en un territorio donde existen seis repúblicas, dos provincias independientes y por lo menos 20 nacionalidades diferentes.
En Yugoslavia se juntan los serbios, los croatas, los eslavos, los macedonios, los albaneses, los montenegrinos, al igual que unos cuantos miles de búlgaros, checos, rumanos, húngaros, italianos, turcos y eslovacos.
Semejante mezcla sería de por sí bastante explosiva, en tiempos de prosperidad, pero ahora que las vacas flacas se han instalado, la situación es poco menos que desesperada. La cosa tampoco sería tan dramática si quienes se quejaran fueran los integrantes de una minoría pequeña, pero empiezan a volverse color de hormiga cuando la minoría más grande (¿o la mayoría más pequeña?) comienza a pedir que haya cambios.
Pero así es. Desde hace unos meses los serbios -que constituyen algo más de la tercera parte de la población- iniciaron una serie de protestas para presionar cambios en la estructura del país. En manifestaciones que se han propagado por todas partes, se exige una reforma de la constitución de 1974 (la más extensa del mundo) que fijó las cosas, tal como se encuentran hoy en día. Esa petición debe estarle produciendo dolores de cabeza al alma de Tito, el legendario líder que a punta de inventarse su propia concepción del socialismo, hizo de Yugoslavia un sitio especial y no alineado. Pero Tito murió hace ocho años y desde su desaparición las cosas no han ido nada bien. Si antes la figura del jefe del Estado era lo suficientemente fuerte como para mantener unidos a todos, ahora que la situación está mal, cada cual quiere hacer las cosas a su modo.
Dentro de ese escenario los más grandes llevan las de ganar, y para eso están los serbios. Alimentados por el ambicioso Slobodan Milosevic, jefe regional del Partido Comunista, los manifestantes han forzado ya la salida de decenas de funcionarios que se oponen a su causa.
Hasta el momento el punto más áspero se concentra en las cuestiones de Vojvodina y Kosovo, dos territorios que alcanzaron el estatus de autonomía en 1974. A pesar de que nominalmente forman parte de Serbia, en la práctica ambos territorios hacen lo que les da gana. Esa división administrativa, más la de las seis repúblicas, fue contemplada por Tito con el ánimo de contener el poder de los serbios, cuando él los tenía dominados, pero ahora cada cual actúa como una rueda suelta.
Ante eso, los serbios están exigiendo por lo menos el control de su territorio. Hasta el momento Milosevic ha ganado la pelea en Vojvodina, un rico territorio ubicado entre Hungría y Rumania, donde un 54% de la población es de origen serbio.
La cuestión es mucho más espinosa en Kosovo, situado al sur entre Grecia y Albania. Considerada como una de las regiones más atrasadas del país, Kosovo está habitado en un 90% por albaneses musulmanes que no se entienden para nada con los serbios que son cristianos ortodoxos. Con una tasa de crecimiento más alta que la de los serbios, los albaneses han ido "desterrando" paulatinamente a sus "compatriotas", de manera tal que ya algunos piensan que califican para el estatus de república.
Todo eso le choca profundamente a Milosevic, quien cree que el Kosovo es parte de Serbia y así debe continuar. Así mismo, las aspiraciones albanesas le preocupan a aquellos que piensan que Albania (el régimen comunista más cerrado del mundo) está interesada en pescar en río revuelto y eventualmente propiciar un movimiento separatista.
Hasta ese punto, hay algunos lideres no-serbios que están de acuerdo con Milosevic. El problema radica en que nadie sabe cuál será el siguiente bocado del dirigente serbio si gana esta batalla. Al fin y al cabo, en Yugoslavia todavía se recuerda con aprensión el período de la monarquía serbia de los años treinta que trató de imponer sus reglas en el resto del país.
Una nueva dominación de ese estilo es especialmente preocupante para los líderes de Eslovenia y Croacia las dos repúblicas más prósperas del país y más apegadas a Europa Occidental.
Toda esa pelea es la que se va a dar a partir de este lunes cuando se reúna el plenum del Partido Comunista. Al final de la semana se sabrá si Milosevic se sale con la suya y empieza a marchas forzadas con lo que un especialista describió como el proceso de "des-Titozación" de Yugoslavia.