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LA ESPIA QUE ME AMO

Historia de amor y espionaje en la Embajada de EE.UU. en Moscú

4 de mayo de 1987

El que un hombre joven de 25 años se deje seducir por una hermosa compañera de trabajo de 26, con 1.75 de estatura, largo cabello castaño, penetrantes ojos grises y una elegante figura y termine por enamorarse perdidamente de ella, no resulta nada extraño. Pero si ella es una ciudadana soviética que trabaja como recepcionista y traductora en la Embajada de Estados Unidos en Moscú y él un marine que se desempeña como guardia en el mismo lugar, las cosas ya empiezan a lucir algo distintas. Y se complican aún más si por añadidura ella tiene un tío a quien llama "tío Sasha", pero que a la postre resulta ser Aleksei Yefimov, un importante agente secreto de la KGB.
La historia, que parece sacada de una novela de espionaje de John Le Carré, constituye el caso más reciente de espionaje entre Estados Unidos y la Unión Soviética. El protagonista principal, el sargento Clayton Lonetree, al parecer ciegamente enamorado de su compañera de trabajo, Violetta Seina, terminó por convertirse en uno de los principales agentes del espionaje soviético, comparable a la famosa familia Walker o al reciente caso Pollard. Lonetree y su compañero de guardia en la embajada Arnold Bracy, de 21 años, permitieron en varias oportunidades entre 1985 y 1986 que agentes soviéticos penetraran en la embajada en horas de la noche, recorrieran a sus anchas el edificio y tuvieran acceso a los sistemas de comunicación y a documentos secretos guardados en la sede diplomática.
"El daño perpetrádo es de tal magnitud -aseguró un funcionario de la Casa Blanca-, que es posible que haya incidido en los resultados de la cumbre de Reikjavik el año pasado, comprometa los intereses de Estados Unidos en la próxima visita del secretario de Estado Géorge Shultz a Moscú, programada para el 13 de abril, y ponga en peligro la posibilidad de una nueva cumbre".
Por ahora, para Estados Unidos representa no sólo el tener que cambiar todos los guardias de su embajada en Moscú, sino, según fuentes oficiales, el tener que modificar buena parte de su estrategia de inteligencia y comunicaciones en la Unión Soviética en un momento especialmente difícil por la llegada del nuevo embajador norteamericano Jack Matlock y la próxima visita de Shultz, la cual podría incluso llegar a suspenderse si se confirma la sospecha de que los soviéticos colocaron micrófonos ocultos en la sede de la embajada