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LA GUERRA DE LA HEROINA

El secuestro de un agente de la DEA lleva las relaciones de los dos países a su nivel más bajo en esta década

1 de abril de 1985

Las relaciones diplomáticas entre México y Estados Unidos pasaron, en las últimas semanas, por su nivel más bajo en lo que va de la presente década. La tensión entre ambos vecinos alcanzó tal intensidad que sólo pudo ser relajada mediante una conversación telefónica entre los presidentes Miguel De la Madrid y Ronald Reagan, que tuvo lugar el pasado 22 de febrero. La comunicación presidencial puso fin a la "Operación Intercepción", un operativo de control en la frontera que llevaron a cabo durante siete dias varias agencias estatales norteamericanas. La "Operación" significó grandes pérdidas para el comercio fronterizo y fue interpretada, en una y otra orilla del Rio Bravo, como una fuerte presión de Estados Unidos para que las autoridades mexicanas redoblen esfuerzos en el combate al narcotráfico. México --según un informe del Departamento de Estado--"conlinúa manteniendo su posición dual como el principal proveedor de heróína a los Estados Unidos y como un productor significativo de marihuana". Aunque el informe reconoce que los mexicanos capturaron y destruyeron grandes cosechas de opio y marihuana, subraya: "como en años previos, la corrupción gubernamentalfue un problema muy grande".
Pero la droga no es el unico problema que enturbia las relaciones bilaterales: hay conflictos en torno a la política exterior, las inversiones, la seguridad para los turistas norteamericanos y otras contradicciones que tienden a agudizarse por el estilo personal del embajador estadounidense el ex actor John Gavin, quien frecuentemente opina e interviene en cuestiones internas. En el diálogo telefónico entre los Pinos y la Casa Blanca, De la Madrid sugirió a Reagan la realización de una entrevista personal este año, para revisar el estado de las relaciones entre ambos países. La sugerencia revela en forma elocuente que la cuestión de la droga es solamente la punta del iceberg de otras contradicciones tan o más agudas.
La irritación de Estados Unidos se originó, aparentemente, en el secuestro en la ciudad de Guadalajara, el 7 de febrero, del agente norteamericano Enrique Camarena Salazar de la Drug Enforcement Agency (DEA), el principal organismo estadounidense para la investigación y represión del narcotráfico. Camarena, quien nació en México pero se nacionalizó norteamericano, estaba investigando posibles nexos de la mafia con policías y políticos de nivel medio. Dos horas después de que civiles poderosamente armados lo secuestrasen a la salida del consulado norteamericano en Guadalajara, corría igual suerte el piloto mexicano Alfredo Avelar. Ambos secuestros se vincularon, porque Avelar--empleado de la secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos- estaba adscrito al control aéreo del narcotráfico y era amigo de Camarena. Hasta el momento no se tienen noticias de las dos víctimas ni se ha podido detener a los posibles captores. Inicialmente habían sido identificados tres gatilleros a sueldo de poderosos narcotraficantes mexicanos, pero después las hipótesis policiales cambiaron bruscamente de dirección y se comenzó a hablar de mafiosos colombianos.
El secuestro no se dio a la publicidad hasta el 12 de febrero, cinco días después de haberse producido. Dos días antes, llegó a México Frances Mullen, por aquel entonces jefe máximo de la DEA, a la que renunciaría 15 días más tarde. Según datos citados por un columnista del semanario Proceso, Mullen se habría encontrado con una actitud "poco sería, ligera, despreciativa", por parte de las autoridades mexicanas. "No es para tanto --le habrían dicho-tómelo con calma". Mullen se quedó cuatro días y luego declaró al semanario Newsweek: "El problema en México está lejos de resolverse y su gobierno se encuentra distanciado del conocimiento real de la situación". (Curiosamente, al renunciar, ponderaría el esfuerzo de las autoridades mexicanas). Gavin y Mullen dieron el 12 una conferencia se prensa en la embajada de Estados Unidos, en la que proporcionaron los siguientes datos: 75 jefes controlan el narcotráfico en México; 18 bandas manejan la producción y el comercio de estupefacientes; Guadalajara es el principal centro de operaciones, tanto a nivel nacional como internacional; la reciente (y exitosa) operación mexicana contra la "fábrica" de marihuana en Chihuahua fue posible, gracias a los datos proporcionados a la policía local por la inteligencia de Estados Unidos; operan en territorio mexicano un número no revelado de agentes norteamericanos de la DEA, como parte de un esfuerzo de cooperación bilateral. Camarena era uno de ellos, el 38% de la heroína que llega a Estados Unidos (el principal consumidor mundial, dicho sea entre paréntesis, porque Gavin no lo dijo) procede de México. El jefe de la DEA y el embajador señalaron, además, que preocupaba el grado de pureza alcanzando por la heroína mexicana.
El controvertido embajador--que en enero había encomiado los esfuerzos de la administración mexicana en la lucha contra la droga--se entrevistó en forma sorpresiva con el presdente Miguel De la Madrid. Fue el lunes 18 y, desde ese momento, reforzó sus críticas y exigencias. Según el periódico Arizona Republic, editado en Phoenix, Gavin habría dicho a De la Madrid y a los miembros de su gabinete presentes en la entrevista: "Tal parece que no se han hecho todas las cosas que podrían haber sido hechas para resolver el caso de los americanos: desaparecidos y, en especial, el secuestro de Camarena Salazar". Poco después, en declaraciones a la cadena NBC de Estados Unidos, volvía a la carga con la misma tesis, agregando una inquietante recomendación para sus compatriotas: que "tuvieran cuidado" en sus viajes a territorios mexicanos, particularmente cuando lo hicieran a Guadalajara y Puerto Vallarta.
Estas declaraciones provocaron la alarma de las autoridades del área turística, ya que los visitantes del Norte constituyen una apreciable fuente de divisas. El 16 de febrero las palabras se convirtieron en hechos, cuando la oficina del Procurador General de USA, la DEA, el Departamento del Tesoro (que controla las aduanas) y el servicio migratorio, pusieron en marcha la operación "stop and seize" (parar y confiscar) en la frontera con México. La excusa era pueril: encontrar pistas sobre el paradero de Camarena, sus raptores o, simplemente, droga. Pronto las colas de 5 y más kilómetros de automóviles atascados revelaban los objetivos reales del operativo. El miércoles 20, el embajador mexicano en Washington, Jorge Espinoza de los Reyes, se aper sonaba en el Departamento de Estado para solicitar explicaciones por la medida. Sin embargo, la cancillería rnexicana, no llegó al grado de presentar una nota de protesta. Por su parte, las autoridades militares, policiales y judiciales de México, en sendas conferencias de prensa, negaron que su pais fuera "trampolfn" para el tráfico de drogas a nivel internacional; dijeron que sólo había 7 bandas de "narcos" y no 18 como pretendían Gavin y Mullen y proporcionaron estadísticas para demostrar que se hacían grandes esfuerzos para controlar el tráfico de alcaloides. También rechazaron que la policía mexicana tuviera nexos con la mafia, alegando que en los últimos 5 años 50 agentes mexicanos habían sido asesinados por los mafiosos.
El Procurador General de la República, Sergio García Ramírez, dijo a los periodistas que "a pesar de los riesgos, amenazás y peligros que representan los delincuentes de la mafia internacional, no cejarán los esfuerzos para combatir ese cáncer". El 25 de febrero, cuando las aguas parecían recuperar su nivel, el embajador Gavin volvió a reunirse con el Presidente De la Madrid. Al día siguiente mientras Gavin daba su conferencia de prensa, el canciller mexicano Bernardo Sepúlveda arribaba al aeropuerto de La Habana. La reunión estaba prevista con bastante anterioridad y debía celebrarse en el marco de la cuarta sesión intergubernamental que sirve para analizar todos los convenios bilaterales, pero algunos observadores especularon con la posibilidad de que el viaje pudiera servir para algo más significativo en materia política. Tal vez el inicio de una estrategia de respuesta. -
Miguel Bonasso, corresponsal de SEMANA en México -
¿CONEXION COLOMBIANA?
Según la periodista norteamericana Mary Thornton del Washington Post, pistoleros contratados por Carlos Lehder habrían sido despachados de Colombia a México para atentar contra agentes de la DEA. Aunque el despacho del Post contiene datos manifiesta (y tal vez, deliberadamente) erróneos, como la afirmación de que Lehder pertenece al Movimiento 19 de Abril (M-19) y no aporta elementos serios que prueben la "conexión colombiana" con los grandes episodios ocurridos en Guadalajara, coinciden con hipótesis lanzadas por las autoridades que investigan el secuestro del agente Camarena Salazar.
La Procuraduría General de la República (PGR), la cual culpó inicialmente a mafiosos locales, habló luego de "narcos" colombianos. SEMANA intentó infructuosamente obtener una declaración oficial al respecto. En la foto, Angel Villa Barrón, de la policía mexicana, exhibe foto de José Ramón Mata Ballesteros, un colombiano que se supone está vinculado a la desaparición de Enrique Camarena. -