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Marine Le Pen, de 42 años, muestra una cara amable del Frente Nacional, el partido racista y xenófobo de su padre, quien ha fracasado varias veces por la Presidencia.

FRANCIA

La heredera de la intolerancia

Los sorprendentes resultados en las elecciones cantonales demuestran que la ultraderecha crece con la candidata Marine Le Pen, quien ya supera a Sarkozy.

26 de marzo de 2011

"Marine es un piloto de Fórmula 1", dijo hace algunos meses Jean-Marie Le Pen, símbolo histórico de la ultraderecha francesa, sobre su hija, firme candidata a suceder al presidente Nicolas Sarkozy. Parece que el padre no se equivoca. Solo han pasado dos meses desde que Marine Le Pen se convirtió en presidenta del partido ultraconservador Frente Nacional y este ya cuenta con un avance sorprendente, reflejado en el éxito en la primera ronda de las elecciones cantonales. Además, el discurso de la delfina ultraderechista ha calado tan bien en la opinión pública que encabeza las encuestas y ha puesto a temblar a la Unión por un Movimiento Popular (UMP) y al Partido Socialista (PS), las otras colectividades con opción de llegar al poder en las presidenciales de 2012.

Esta abogada de 42 años parece ser la salvación del partido por el que nadie daba un peso en 2007, cuando Jean-Marie Le Pen obtuvo tan solo 10,44 por ciento de los votos en las presidenciales. En la primera vuelta de las elecciones cantonales de la semana pasada, en las que se renueva la mitad (2.026 en total) de los consejeros generales de los cantones en los que están divididos los departamentos franceses, el FN tuvo su mejor resultado en la historia de unos escrutinios de este tipo: 15,56 por ciento. A pesar de tratarse de una contienda política secundaria, es el último round antes de las presidenciales y, por lo tanto, el último termómetro electoral.

Además, Le Pen conmocionó a la opinión pública al aparecer en el último sondeo realizado por el diario Le Parisien con el 24 por ciento de la intención de voto, delante de posibles candidatos del PS como el director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn (23 por ciento) y el exprimer secretario del partido François Hollande (20 por ciento).

Le Pen, consejera de la región Nord-Pas-de-Calais desde hace un año y eurodiputada desde 2004, se ha mostrado como la cara sonriente del ultraconservadurismo. Los analistas coinciden en que su energía y habilidad mediática han sabido conquistar a la opinión pública, a diferencia de su padre, de 82 años, quien ya se había quemado en cinco presidenciales.

Pero otros creen que solo es cuestión de imagen y que Marine es simplemente un lobo disfrazado de oveja que continúa con la misma ideología racista, xenófoba y ultranacionalista de la que acusan a su padre. Él mismo lo dijo en una oportunidad: "En lo esencial, Marine tiene las mismas ideas que yo".

"La ventaja de Marine es que puede hablarles a las generaciones jóvenes con sus propias palabras. No conoció los eventos que marcaron a su padre, como la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Argelia, y, por lo tanto, es moderna, pero no moderada", dijo a SEMANA Jean-Yves Camus, especialista en ultraderecha europea del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas de París.

Las políticas que promulga siguen siendo, en el fondo, las mismas de su partido. Ha hablado de acabar con el derecho de obtener la nacionalidad por nacer en territorio francés y quitársela a los que la obtuvieron y luego violen la ley, así como de realizar un referendo para que los franceses decidan si quieren reinstaurar la pena de muerte, entre otras polémicas propuestas.

El rápido ascenso de Le Pen también se explica porque ha logrado conquistar a los desencantados con la administración de Sarkozy. "El excelente resultado del FN traduce una crisis de confianza de la derecha, que no ha visto aumentar el empleo ni su poder de adquisición", señala Camus. Además, el gobierno de 'Sarko' ha protagonizado varios escándalos relacionados con el mundo árabe, como las vacaciones en Túnez de Michèle Alliot-Marie, exministra de Asuntos Exteriores, y las del primer ministro François Fillon en Egipto, sin contar con las declaraciones del hijo de Muamar Gadafi según las cuales el régimen libio habría financiado la campaña de 2007 del jefe de Estado francés.

A 14 meses de las presidenciales, el PS y el UMP aún no definen cuál será su candidato para enfrentar a Le Pen. Mientras tanto, la abogada parece imparable con su exitoso discurso ultraderechista, escondido detrás de su sonrisa y juventud. Pero, lo que quizás no advierten los franceses es que, al fin y al cabo, como ironizan sus opositores, "ella es la hija de su padre".