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LA HORA DEL REARME

USA venderá 200 poderosos misiles Stinger a Riyadh pero a Irán poco le asusta esto

2 de julio de 1984

El lacónico comunicado fue leído por Alan Romberg: "en vista de la urgencia de la situación y de nuestra larga y cercana relación con el reino saudita el Presidente a autorizado la venta inmediata a Arabia Saudita de 200 sistemas de misiles Stinger de corto alcance para defensa aérea y de 200 cargas adicionales . Con esas palabras del portavoz del Departamento de Estado, los Estados Unidos sellaron su compromiso, a principios de la semana pasada, de asegurar el flujo de petróleo en el Golfo Pérsico, interrumpido en las últimas semanas por los ataques intermitentes -21 en total- de los aviones iraquies e iranies contra los buques tanqueros que han osado penetrar en la candente zona.
Después de repetidos contactos en Riyadh y Washington, la Casa Blanca desechó los planes de intervenir directamente en la defensa del Golfo y prefirió proveer a los sauditas del material de guerra necesario para que éstos establezcan protección sobre una vasta zona que va del importante puerto de Ras Tannurah hasta el Estrecho de Ormuz.
Aparte de los misiles Stinger -los cuales constituyen el arma más moderna en proyectiles de corto alcance-, los norteamericanos adelantaron el envío de tanques de gasolina más grandes para aumentar la autonomía de vuelo de los 62 aviones F-15 que poseen los árabes y prestaron un avión tanque (KC-10, que es un DC convertido) para el reaprovisionamiento de gasolina en el aire. Tal movida de los Estados Unidos tiene como objetivo enviarle a los países en conflicto -especialmente Irán- una advertencia sobre los riesgos en que se incurre al atacar buques de otras naciones.
Con el armamento proporcionado, es dudoso que los ya obsoletos aviones F-4 de la Fuerza Aérea irani puedan sobrepasar a los modernos F15 árabes respaldados por el sistema de espionaje norteamericano. Sin embargo, el acuerdo entre Riyadh y Washington no deja de presentar problema en un área de gran inestabilidad.
El primer gran interrogante se le presenta a los sauditas quienes han tratado de mantener una fachada de imparcialidad en la guerra Irak-Irán, la cual cumple ya 44 meses. Pese a que se estima que Arabia Saudita y sus aliados le han ayudado a Irak con más de 35 mil millones de dólares, los sauditas aún mantienen su misión diplomática en Teherán y su palabra cuenta bastante en la región. Por lo tanto, úna alianza abierta con Estados Unidos podría quitarle credibilidad a los sauditas y envolverlos en un conflicto que han tratado de evitar, con nefastas consecuencias para Occidente. Inclusive, existen analistas que consideran posible que los iraníes comenzarán a fomentar decididamente a los grupos fundamentalistas musulmanes que existen en las naciones moderadas del Golfo, con el fin de buscar una revolución de tipo religioso como la iraní. En tal caso, agregan, los aliados tendrían que intervenir directamente para evitar la caída de los países amigos.
En otros frentes, la venta de los Stinger con la aprobación del Presidente Reagan -quien de paso se "saltó" al Congreso valiéndose de una resolución de emergencia-, causó más malestar que tranquilidad. La reacción de Israel, por ejemplo, fue de completo rechazo. Al llegar a Washington el ministro de Defensa israeli, Moshe Arens, expresó su preocupación por que los Stinger pueden ser utilizados para "atacar a su país" por parte de los árabes o por un grupo terrorista palestino que logre robarse uno de esos sistemas.
La OTAN también recibió con algo de frialdad el anuncio y el secretario general de esa organización, Joseph Ludens, descartó la intervención de la Alianza en el Golfo. Los iraníes, a su vez, se mostraron poco impresionados por las armas norteamericanas, aunque previeron la entrada directa del "Gran Satán" (Estados Unidos) en el conflicto. "Si los norteamericanos están listos para ser enterrados a miles de kilómetros de de su tierra, entonces son bienvenidos", fueron las palabras de Ali Khameini, el Presidente irani. Así mismo, el embajador iraní ante las Naciones Unidas, Said Rajie Khorassani, afirmó en el programa de televisión Nightline, de la ABC, que las armas para los árabes no son una amenaza para su país pues "nuestro enemigo es el régimen traidor de Irak y nosotros no tenemos nada en contra de los árabes".
Impresionados o no, lo cierto es que hasta el momento de escribir esta nota el Estrecho de Ormuz no había estallado del todo. Pese a que todavía en sus afueras unos 60 buques tanques esperaban que la situación se estabilizara, se afirma que los árabes han presionado a los iraquíes directamente y a los iraníes a través de Siria, para que los ataques a los buques petroleros se detengan. Con todo, no es posible afirmar si las gestiones diplomáticas hechas desde Riyadh han tenido éxito o si sólo se está viviendo la calma siniestra que precede a la tormenta.
Irónicamente, el 1 de junio se dio comienzo al Ramadán, el mes de ayuno musulmán donde se supone que se debe hacer la paz con los enemigos. No obstante, en las actuales circunstancias, los iraníes no interpretan asi al Corán: se preparan,más bien, para un "asalto final " que podría terminar envolviendo a Arabia Saudita, Kuwait y varios países más. Tal como dijera el embajador Kho rassani: "La única paz que aceptará mi pueblo es la de la rendición incondicional de Irak".