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La imparable

El rápido avance del Sras no sólo está matando a decenas de personas. De paso está poniendo en riesgo la economía mundial y desconcertando a los científicos de todo el mundo.

28 de abril de 2003

Esta vez no se trata de los tenebrosos relatos sobre la peste bubónica que poblaron las crónicas de la Edad Media. Sin embargo el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (Sras) parece estar confirmando los peores temores que se tejían en torno suyo: más de 250 personas muertas y 5.000 contagiadas en 25 países.

Esta misteriosa epidemia está avanzando de manera exponencial y los casos se multiplican un día tras otro. Su rápido contagio tiene preocupadas a las autoridades sanitarias de todo el mundo, que ya han recomendado no hacer viajes a regiones como Hong Kong, Singapur, Malasia, Vietnam, China y Toronto, en Canadá, donde se registran los más altos índices de contagio a nivel mundial.

Lo peor es que los científicos no parecen saber a qué se enfrentan, y peor aún, no tienen ningún rastro para hallar una cura. El investigador de la Universidad de Toronto Michael Bliss, lo definió descarnadamente: "El Sras está fuera de control".

Fuera de control incluso del todopoderoso Partido Comunista Chino, que la semana pasada fue duramente cuestionado en todo el mundo por su actitud poco transparente en el manejo de la información sobre los contagiados en su territorio. Justo cuando el gobierno chino parecía estar 'minimizando' el impacto de Sras con cifras 'maquilladas', la crisis estalló en la propia Beijing. El jueves pasado el PCC puso a miles de residentes de la capital en cuarentena, cerró los colegios por dos semanas y suspendió las vacaciones de mayo para evitar una desgracia mayor. En la ciudad la gente ha comenzado a aprovisionarse de víveres por temor a un cerco prolongado.

En China hay unos 2.500 infectados y cada día la cifra sube en casi un centenar. Sin embargo el politburó del PCC se lavó las manos, responsabilizando de la situación apenas a dos funcionarios de rango medio: el secretario de Salud y el alcalde de Beijing.

Pero entre los costos de esta epidemia también se cuenta la economía global. En especial para los llamados tigres asiáticos: Hong Kong, Malasia, Taiwan, Singapur y probablemente la misma China. "La totalidad de la región sufrirá una dramática contracción", aseguró Andy Xie, economista del banco de inversión Morgan Stanley.

El comercio, el turismo y las aerolíneas han llevado la peor parte en esta crisis debido a la advertencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) del riesgo de viajar a esa región. Muchas multinacionales han sacado a sus ejecutivos de la zona y la industria ya comienza a sentir el recelo de los compradores de adquirir productos provenientes de esos países. La situación llegó al punto que The New York Times afirmó que el impacto del Sras en la economía es incluso peor que el de los atentados del 11 de septiembre.

Por ejemplo Toronto, una de las ciudades en la lista de lugares a los que no es recomendable viajar e identificada por la OMS como un foco desde donde se propaga el Sras a otros países, pierde unos 30 millones de dólares diarios según la firma JP Securities.

Mientras tanto las autoridades de todo el mundo tratan de contener la paranoia, que en algunos casos está llevando al racismo. Esto porque en principio el Sras fue identificado como 'neumonía asiática', despertando prevenciones contra toda la población de ese continente. Kate Zhue, un profesor chino de la Universidad de Hawai, lo vivió en carne propia cuando la mitad de sus alumnos no regresaron a clase por temor a contagiarse. Sólo cuando se hizo revisar por un doctor sus estudiantes regresaron, Para combatir ese tipo de prejuicios en su ciudad el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, debió almorzar la semana pasada en un desierto restaurante chino con varios inversionistas asiáticos para disipar el temor. Por lo pronto, el Sras avanza incontenible y nadie parece saber la forma de atajarlo.