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LA INTERVENCION DEBOP HACERSE DESDE 1991

Paul Garde, una de las mayores autoridades de Europa sobre el tema de Yugoslavia, habló con <BR>SEMANA sobre la crisis que afecta a Kosovo.

24 de mayo de 1999

Desde hace 45 años este profesor de lenguas eslavas de la Universidad de Provence
viaja regularmente a la antigua Yugoslavia, el único país a donde podía ir desde los tiempos de Stalin para
estudiar su cultura. Paul Garde sintió que frente al desconocimiento sobre lo que ocurría allí él podía
aportar su experiencia. Vida y muerte de Yugoslavia, publicado en 1992, fue el primer libro en
aparecer en Francia sobre el problema yugoslavo y es hoy una referencia básicas, para entender el
conflicto en Kosovo.
SEMANA: ¿Cuál es la tesis de su libro para explicar la crisis que vive la antigua Yugoslavia ?
Paul Garde: La nación yugoslava era una unión artificial de regiones y culturas disímiles y por consiguiente
una construcción muy frágil. Para seguir existiendo se requería una gran voluntad de todas sus partes,
pero ocurrió lo contrario, sobre todo del lado serbio.
SEMANA: ¿Cuáles son los argumentos de los serbios para la limpieza étnica?
P. G.: Los serbios alimentan el mito de Kosovo como cuna de la nación serbia, tierra sagrada. La batalla
de Kosovo contra los turcos en 1389 es un mito que ha alimentado su nacionalismo. Ellos pretenden que
los albaneses son inmigrantes recientes, cuando viven allí desde hace mucho tiempo. Hay un mito que ha
sido instrumentalizado.
SEMANA: ¿Qué piensa de la intervención armada de la Otan en Kosovo?
P. G.: Estados Unidos quiso, como Francia, defender la unidad de Yugoslavia sin comprender que esta
unidad era imposible y sin darse cuenta que al defenderla se estaba defendiendo el control de Serbia
sobre el conjunto de países. La intervención era inevitable, pero debió hacerse mucho más pronto, desde
1991, desde la primeras agresiones. En Bosnia la gente fue masacrada durante tres años sin que se
hiciera nada. Hoy presenciamos el más grande desplazamiento humano que Europa ha conocido después de
la Segunda Guerra Mundial. Es imposible no intervenir contra un régimen que hace eso. Hay que agregar,
sin embargo, que esta intervención ha sido desafortunada y constituye en sí misma un fracaso. Los
occidentales subestimaron los antagonismos de los Balcanes e imaginaron que sentando a todo el mundo
a una mesa se podría restablecer la paz. Subestimaron también la cohesión del pueblo serbio y su
capacidad de resistencia; la importancia que otorga a Kosovo. Creyeron que los bombardeos serían
suficientes para derrotar a Milosevic, pero lograron el efecto contrario, que el pueblo serbio se
reafirmara. La intervención ha servido de pretexto al poder serbio para realizar la limpieza étnica que ya
había comenzado desde tiempo atrás.