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La ira de Alá

Orden de asesinato del Ayatollah Khomeini contra el autor anglo hindú de "Los versículos satánicos .

20 de marzo de 1989

El hombre más perseguido del mundo no es, ni criminal de guerra, ni asesino sádico, ni mucho menos traficante de drogas. La ofensa por la que millones de personas piden su cabeza a gritos y amenazan de muerte a quienes no asuman su parte en la persecución, ni siquiera pertenece al mundo material. El perseguido es un escritor, Salman Rushdie, y su gran crimen es haber escrito un libro, "Los versículos satánicos".
El escritor, quien ganó el Premio Booker -la más importante distinción literaria en Inglaterra- por su libro "Los niños de la medianoche", se encuentra ahora escondido bajo severa protección policial, en cualquier parte del Reino Unido y sobre su suerte, los agentes del Special Branch (policía secreta inglesa) dicen que esta amenaza la llevará "por el resto de sus días".
La polémica sobre "Los versículos satánicos" empezó hace poco más de un mes, cuando Pinguin Books, editores de Rushdie, lanzó la primera edición de lujo de 50 mil ejemplares. En acto simbólico, los líderes de la comunidad islámica en la ciudad de Bradford al norte de Londres, que reúne a unos 90 mil seguidores del Corán, quemaron el libro en una manifestación que duró dos días. Acto seguído en Karachi, capital de Pakistán, se produjeron cruentos disturbios entre manifestantes fanáticos y la policía -un poco más moderada- que dejaron como resultado siete muertos y numerosos heridos. La causa: la "blasfemia" contenida en las páginas de "Los versículos satánicos".
Lo que motiva las iras de Khomeini y sus seguidores tiene alguna semejanza con el escándalo suscitado en el mundo cristiano por la película "La última tentación de Cristo". En ambas obras, el protagonista sueña estar en lucha contra la tentación, y en el caso musulmán, Mahound (variación de Mahoma) debe enfrentar los pecados personificados por unas prostitutas que llevan el nombre de las esposas del máximo profeta. El episodio es inspirado por varios versículos del Corán que, según los historiadores originales de esa religión, fueron inspirados por el demonio, y luego rechazados del libro sagrado por el propio Mahoma.
La aversión causada entre la comunidad más recalcitrante de los seguidores de Mahoma, llegó a tales extremos que el Ayatollah Khomeini, el líder de Irán de 88 años, exhortó a sus "guardias revolucionarios del Islam" a matar al escritor británico considerándolo como el "peor enemigo viviente de la fe islámica". Como si lo anterior fuera poco, el Ayatollah dijo que "el buen musulmán que logre matar a Rushdiey muera él mismo en el intento, será un mártir del Corán y entrará directamente al cielo". Más tarde, uno de los más importantes mullahs-sacerdotes predicadores ofreció, en nombre de la "Fundación 5 de Junio" de la que él es cabeza, la no despreciable suma de 2 millones de dólares para aquel heroico shiíta que lleve a cabo la ejecución de Rushdie, aprobada por la máxima autoridad islámica en Irán.
El pronunciamiento del Ayatollah Khomeini, quien entre tanto y tanto desaparece de la vida pública, presumiblemente por razones de salud, se hizo en momentos en que las relaciones diplomáticas entre el Reino Unido e Irán estaban en su parte más cálida desde hace diez años, tras el derrocamiento del sha y el arribo del líder religioso desde París, en donde vivía en el exilio.
Los esfuerzos diplomáticos entre las dos naciones, empezaron a sentirse al menos hace unos seis meses. Inglaterra es uno de los ya pocos países que tiene ciudadanos en manos de las facciones militantes en el Líbano, grupos decididamente apoyados por el fanatismo que se despliega desde la capital iraní. Entre ellos, se encuentra el enviado especial del Arzobispo de Canterbury (jefe de la Iglesia Anglicana) Terry Waite, secuestrado hace ya tres años cuando trataba de insistir en la liberación de otros cinco compatriotas también en manos de los fundamentalistas. Esto, sumado a los intereses económicos que despierta una nación como Irán, inundada de petróleo, con las necesidades del Tercer Mundo y la desolación de una guerra que duró más de ocho años, ha inquietado al gobierno de la señora Thatcher. De otra parte, para complicarle más las cosas a los británicos, un "Tribunal Revolucionario" en Irán acaba de dictar una "sentencia muy fuerte" a un ingeniero inglés arrestado allí desde 1985 acusado de espionaje. El Tribunal lo encontró culpable, y aunque voceros del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, hablaron sobre la "severidad de la sentencia", no explicaron en qué consiste. En términos revolucionarios, Roger Cooper, el ingeniero "espía", podría ser ahorcado.
La comunidad islámica en Inglaterra asciende a unos dos millones entre árabes, indios y pakistaníes principalmente. Los más radicales son aquellos descendientes de los shiítas, una de las múltiples ramificaciones que tiene el Islam como religión. Autodenominados Hezbollah o "Partido de Dios", obedecen ciegamente los designios político-religiosos dictados desde Teherán y su presencia en tierras británicas es notoria desde la revolución iraní.
El asunto ha adquirido dimensiones universales, pues las amenazas se han extendido a los editores que se atrevan, en cualquier parte del mundo, a publicar la obra. Las manifestaciones en varios países islámicos se han dirigido contra los Estados Unidos por cuanto en ese país el libro se está vendiendo como pan caliente.
Grupos islámicos han resuelto hacer verdaderas "teletones" para recolectar fondos que engrosen las ya millonarias recompensas que se ofrecen por el asesinato. Entre tanto, se afirma que varios grupos de "verdugos" habrían salido de Pakistán para "ajusticiar" al escritor, mientras viajar en avión desde los países islámicos hacia Inglaterra se ha convertido en una verdadera aventura. Todos los vuelos de British Airways han recibido amenazas de atentados terroristas, que se mantendrán hasta que el Reino Unido resuelva prohibir la publicación de "Los versículos satánicos".
En Pakistán, donde las manifestaciones contra el libro ya han causado muertes, la estabilidad del gobierno de Benazir Bhutto se ve seriamente afectada. La frágil posición de una mujer al mando de un país musulmán, ha perdido fuerza ante el brote de fanatismo, y muchos de sus con ciudadanos se preguntan si hicieron lo correcto al elegirla como primer ministro. Como además su posición moderada se ha negado a prohibir el libro y a cerrar la editorial Pinguin en Pakistán, los manifestantes la insultan por sus antecedentes como estudiante en Occidente y por su aparente alejamiento de los sentimientos de sus compatriotas.
Lo que resulta más paradójico es que los miles de manifestantes que han protestado contra la obra, no tienen la menor idea de lo que realmente dice Rushdie en el libro, pues aunque lo quisieran su lectura se encuentra, como es obvio, prohibida por los jefes religiosos. La virulencia de las protestas sorprendió al mismo Rushdie, quien en declaraciones recogidas por el periódico The New York Times, dijo que "la novela no es ningún ataque contra el Islam o cualquier otra religión, sino un intento por desafiar las preconcepciones y examinar el conflicto entre la visión religiosa y secular del mundo. Irónicamente, es precisamente ese conflicto lo que ha rodeado al libro ahora".
Sea como sea, lo cierto es que los disturbios y amenazas acerca del libro parecen demostrar que en materia de fanatismo religioso, es muy poco lo que ha cambiado el mundo árabe desde la Edad Media. Las preguntas que afloran son inquietantes. La más importante de ellas se refiere a las dificultades de establecer una democracia con libertad de expresión en países como Pakistán, donde la religión prevaleciente, el islamismo, no admite divisiones entre la vida diaria, lo secular, y la vida religiosa o espiritual.
Al final de la semana, algunos observadores internacionales consideraron que detrás de las amenazas del Ayatollah, se esconden propósitos políticos bien determinados. Tras perder la guerra con Irak, y ante las críticas que sus seguidores fundamentalistas hacen por el acercamiento evidente hacia las potencias occidentales que alguna vez calificó como "refugio del demonio", el anciano líder religioso estaría recogiendo sus pasos para reverdecer su papel como líder espiritual del mundo musulmán.
Y a última hora se supo que el atribulado escritor, que ha expresado en todos los tonos que su intención no era ofender a nadie y que su obra tiene un valor puramente literario, ha ofrecido disculparse con las autoridades y el pueblo musulmán, en un intento por evitar las espadas que penden sobre su cabeza. Pero falta ver si la intolerancia de quienes lo atacan sin haber leído siquiera aquello por lo que protestan, les permita aceptar esas disculpas.

"NO SE SI INGLATERRA ES TERRITORIO DEL DIABLO"
Pocos días antes de la publicación de "Los versículos satánicos", el corresponsal de SEMANA en Londres, Juan Manuel Salgado, consiguió esta entrevistA exclusiva con Salman Rushdie, hoy por hoy el escritor mas perse guido del mundo.
SEMANA: ¿Puede considerarse "Los versículos satánicos", una novela histórica?
SALMAN RUSHDIE: Mi última novela se basa en un episodio de la vida de Mahoma, concretamente en el período en el que el profeta fue a vivir en una cueva de las montañas de Hira, donde se le aparecía el Arcángel San Gabriel para dictarle los versículos del Corán. La novela empieZa con un incidente acaecido cuando el diablo se transforma en San Gabriel para dictar al profeta versículos falsos, pero Mahoma en su inmensa sabiduría, descubre la treta, venciendo al diablo. Este episodio me inspiró una novela sobre el bien y el mal, en definitiva, sobre lo que los seres humanos condenamos y aprobamos.
S.: Como sus experiencias anteriores son bien conocidas, ¿terminará esta novela siendo al revés, es decir el mal siendo el bien y viceversa?
S.R.: Al principio de mi novela un ángel bueno choca con uno malo y sin que ellos lo sepan se transforman sus papeles. Es difícil de explicar porque no se desarrolla en un espacio geográfico definido. "Los hijos de la media noche" se desarrolla en Bombay; "Verguenza" en Pakistán; "La sonrisa del jaguar" en Nicaragua. En "Los versículos satánicos" además de que pueden identificarse los lugares anteriores, pueden también aparecer otros nuevos. El asunto es complicado porque yo no sé dónde viven los ángeles o los demonios.
S.: En el Reino Unido, ¿viven más los ángeles o los demonios?
S.R.: Yo llegué a Londres de 14 años. Mi padre me envió a estudiar y quería que regresara para convertirme en comerciante. Menos mal no lo hice y hoy me siento feliz de ello. No sé si esta isla es el territorio del diablo pero más de un millón de indios piensan que sí, llegados después de la Segunda Guerra Mundial cuando el gobierno británico llenó sus ex colonias de avisos promocionando los trabajos que ellos mismos detestan hacer.
S.: ¿Cree que esta es una sociedad esencialmente racista?
S.R.: Los prejuicios raciales han dejado de ser patrimonio de los partidos fascistas y agrupaciones pequeñas de gentes para pasar a ser compartidos por amplias capas sociales instigadas por el gobierno. Reconozco que el racismo es vigente en muchas sociedades, empezando por la India y Pakistán donde se practica la segregación.
S.: Por qué a pesar de sus orígenes islámicos usted defiende a la India frente a Pakistán?
S.: Por razones políticas y sociales. En cualquier caso el Islam no es como el Cristianismo. Uno puede ser buen musulmán sin ir a la mezquita. Provengo de una familia musulmana pero yo no soy hombre religioso. Del Islam me repugna la utilización totalitaria que se quiere hacer de una creencia. En Pakistán se ha convertido en una especie de candado que cierra las aspiraciones de la gente.
S.: Algunos críticos literarios lo presentan como el García Márquez de la India.
S.R.: No conozco personalmente a García Márquez, pero me encantan sus novelas. Leí "Cien años de soledad" mientras escribía "Los hijos de la medianoche" y me pareció algo magnifico. A mí no me molesta la comparación. Lo cierto es que tengo suerte y los críticos en Francia me comparan con Milan Kundera, en Alemania con Gunter Grass, en Italia con Italo Calvino y en otras partes con García Márquez. Algunos escritores tratamos de explicar la complejidad del mundo real.